Por Daniel “Profe” Córdoba

River tiene la mística que tenía Estudiantes hace 25 años

El análisis del “Profe” sobre el particular presente del Millonario.

Lo más importante no es ni Enzo Pérez, ni ir sin cambios, ni jugar con dos debutantes en puestos claves, ni jugar contra un equipo “tibio”, ni que Carrascal sea uno menos por su frialdad, ni que erre Fontana dos mano a mano, ni ganar, etc. Lo importante es la mística que River Plate tiene.

Ese “saber a qué se juega y cómo hacerlo” es producto de sostener una idea en el tiempo.

Es cierto que a veces los recambios por juventud o por “pesarles la camiseta” exigirían otra cosa. Pero aún contra el Santos de Pelé o contra mi querido Cambaceres, River va y va hasta que puede y como puede. Y hasta donde el rival lo deja. Pero siempre intenta buscar.

¿Jugando así puede perder? ¡Sí! ¿Le falta ganar un torneo local? ¡Sí! ¿Compró siempre bien? ¡No! ¿Tuvo “ayudas”? No lo sé. ¿Está súper endeudado? Sí, y “hasta el cuello”. ¿Tuvo suerte, Dios, destino o lo que sea a su favor? ¡Si! Pero todo siempre aferrado a sus modos. Y hoy por hoy es muchísimo.

Si no pensemos, ¿cuál es la mística en los últimos tres años de Estudiantes, de Gimnasia o de Boca, Racing, Independiente o San Lorenzo? ¡Ninguna! Y eso es no tener proyecto. No tener una filosofía madre de cómo llegar a lograr algo. Cuando estuvimos en Estudiantes había una mística o filosofía que eran: la unidad más sacrificio más humildad.

Hicimos carne la frase “correr, meter y pensar”. Jugar presionando alto con ataques directos (hace 25 años atrás). Y pese a no tener un peso, con Estudiantes quebrado en ese momento, (de mi dinero he puesto para pagarles a cancheros o cocinera o maestranzas), por trabajar a la par de la primera con un llamado “Grupo Elite” de jóvenes (como hizo mi maestro don Miguel Ubaldo Ignomiriello con la “Tercera que mata”, base del multicampeón de todo en los años 1960-1970), la idea, o esa mística, se iba transmitiendo hacia los juveniles que se venían y la estaban adquiriendo hasta los huesos.

A veces inventando jugadores en puestos desconocidos para ellos y luchando contra adversarios internos en el plantel, la dirigencia y una pequeña parte de la prensa. Eso sí merece llamarse proyecto. Hoy River lo tiene.

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