A 20 años de The wire

Creada y escrita por el periodista David Simon, la serie es considerada una de las más importantes de la historia. Diario Hoy vuelve sobre aquella genial producción a dos décadas de su estreno.

Sí, quizás suene raro, pero hubo una época en que las series se esperaban de una semana a la otra. Entre un episodio y otro había algo raro, pero necesario, y que hace a las grandes obras: tiempo. Pues bien, hace veinte años –para ser exactos, en junio de 2002– se estrenaba la serie The wire, acaso una de las mejores de la historia. No es una exageración, además de ser aclamadísima por público y críticos, se ubicó en el tope en una encuesta realizada por la BBC.

The wire fue creada, escrita y producida por el periodista David Simon. La trama, a simple vista, es sencilla: una larga historia policial que encuentra en las escuchas telefónicas el hilo conductor. Pero, como toda obra genial, hay mucho más allá.

Se desarrolla en la ciudad de Baltimore, persiguiendo una visión realista y encontrando en el tráfico de drogas gran parte de su leitmotiv. Cada una de las cinco temporadas presenta una temática diferente, siempre encontrando el eje allí. Así, en la primera el punto está puesto en las luchas entre la Policía y las bandas de narcotraficantes en el distrito oeste de la ciudad; la segunda se muda al puerto y al contrabando que ocurre en ese espacio; la tercera ya encuentra resonancia en la política, la corrupción y el poder; la cuarta toma al sistema educativo y la educación de los niños de las barriadas populares. La última ya se ocupa de los medios de comunicación. En todas y cada una de ellas siempre está presente la Policía, el narcotráfico y la cuestión racial y marginal.

La serie, podría decirse, roza la perfección. No es solo un policial. Porque en ese variado cromatismo que aborda en cada una de las temporadas hay drama político, noir, policial negro. Vale recordar que en la hechura tuvo mucho que ver la larga experiencia de Simon como periodista del diario The Baltimore Sun.

A lo largo de las cinco temporadas, los personajes van ganando espesura, historicidad, contradicciones. Se redimen, se siguen emborrachando, se mueren. La serie tiene capas narrativas que corren a la par. Calles de día y de noche, derroches, personajes perdidos y encontrados, en rehabilitación, muertos por sobredosis, música, sexo, disparos. Y algo no menor: humor, mucho humor. Todo tiene, nada le sobra. Obvio que The wire, como toda obra genial, dejó personajes para la posteridad. A saber, solo algunos: McNulty, el teniente Cedric, el detective Bunk, Kima, Avon Barksdale, “Stringer” Bell, Bubbles, Marlo Stanfield, el enorme Omar Little.

Hace unos años, la periodista Mariana Enríquez escribió una recomendadísima nota que incluía, entre otras cosas, una reseña sobre otra serie creada por Simon y como título eligió ponerle “Artistas, locos y criminales”. Nunca mejor dicho.

Por su parte, Simon reincidió años después con otra serie que también rankea entre las más importantes de la historia: Treme, ubicada en New Orleans y que encuentra en el pos huracán Katrina el hilo conductor. Esa serie es otra fiesta. Y allí hay muchos actores que se repiten. Que vuelven a tener papeles impresionantes, tremendos. Imprescindible. Por lo pronto, The wire hace rato que lleva colgada, de una vez y para siempre, la cocarda de clásico.

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