entrevista

Alejandra Flechner: “Las industrias culturales son superavitarias porque devuelven más trabajo y más dinero del que reciben”

Una de nuestras grandes intérpretes hará su participación en El fin del amor, con Lali.

Tarascones, el éxito protagonizado por Paola Barrientos, Eugenia Guerty, Alejandra Flechner y Susana Pampín, inaugura hoy una nueva temporada de verano en el Teatro Metropolitan (CABA). La comedia negra, dirigida por Ciro Zorzoli, regresa con las señoras de lenguas filosas en su octava temporada. Con la excusa del regreso de la obra hablamos con Flechner sobre el momento de la cultura y el teatro actual.

—¿Cómo estás viviendo la vuelta de Tarascones y tus otros proyectos?

—Te puedo decir un montón de cosas buenísimas que me están pasando a nivel personal, la última película de Daniel Burman, que se va a estrenar, también El fin del amor, la segunda parte y hay otra película de Néstor Montalbano, con Diego Capusoto y Carola Reyna, que tiene que estrenarse, no sé cuándo. Además, estoy haciendo La obra, con Mariano Pensotti, que todavía no se estrenó acá. Estamos girando por el mundo y en mayo nos vamos al Piccolo Teatro de Milán, vamos a Lituania, tal vez a Berlín. Y te estoy diciendo todas estas cosas y no elijo quedarme en mi casa, porque yo todas esas cosas que te estoy relatando son fruto de muchos años de trabajo. Será que soy más o menos buena actriz, y por eso también tengo esta suerte, porque se me ha visto y cuando las personas ven tu trabajo, se genera trabajo. Y no estoy haciendo una honra a la meritocracia, en lo absoluto, pero sí quiero decir que me pasan un montón de cosas hermosas y podría hacer que esta conversación sea sobre todas las cosas lindas que me vienen pasando los últimos años. Sin embargo, lo que nos está pasando ahora, para mí, supera todo, está por encima de mí. Son cosas maravillosas, las hago con la felicidad y la gratitud total, pero en otro momento podemos charlar sobre mí.

—Toda la comunidad teatral está en alerta…

—Estamos en alerta, en guardia, estamos preocupados porque al día de hoy, en una primera instancia, el artículo 350, que además está en el capítulo de Justicia, no en el de Cultura, de la Ley Ómnibus, como que entraba como a querer regular y destrozar las sociedades colectivas de gestión. Ahora en este segundo emparchado de la ley pareciera como que no se modifica mucho. Entonces estamos haciendo lo que creo que tenemos que hacer, que es, por un lado, salir a informar y a defender y a visibilizar la situación de SAGAI, rechazando, también, desde ahí tanto los artículos 350 y 351 referidos a la sociedad colectiva de gestión, porque atentan directamente contra la existencia.

—¿No cansa tener que salir a explicar lo que hace SAGAI y el trabajo de todo el año?

—Que además es una entidad que trabaja sobre el derecho de propiedad intelectual de las actrices, los actores, bailarines. Es decir, que vos hacés un programa, una película, un unitario y si, por ejemplo, a los cuatro años eso se reproduce en un televisor o en una plataforma, son derechos de propiedad intelectual, y hay alguien que está lucrando con eso. Entonces lógicamente se paga un derecho de propiedad intelectual, algo que sucede con Argentores, con los autores de teatro, de dramaturgia, etcétera. Pero hay que escuchar cosas terribles estos días, como que recibimos plata del Estado y otras cosas. Con respecto a SAGAI, es un acuerdo entre privados, y además es una sociedad colectiva que tiene acuerdos con sociedades colectivas de otros países, para también poder cobrar cuando tu obra se reproduce en Hungría, por ejemplo. Ponele que Argentina, 1985 se está dando en un canal de Italia, en uno de África, o donde sea, ¿cómo sé yo cuántas veces se reproduce?, ¿cómo se usa? Y eso es una empresa privada, un canal, que está utilizando, lucrando con un material audiovisual y entonces paga sus derechos de autor. Es algo muy obvio, pero, bueno. Estamos en tiempos donde tenemos que salir a contar y a explicar y las explicaremos todas las veces que sean necesarias, y desmantelaremos todas las mentiras que sean necesarias, y apelaremos a los legisladores que en este momento tienen en sus manos estas decisiones.

—¿Por qué creés que no les consultaron a los sectores involucrados de estas problemáticas propuestas?

—Esto ya lo digo a título personal, no como mi rol como parte de la Comisión Directiva de SAGAI, lo digo por mi boca. El otro día yo seguí mucho en Diputados el plenario de reuniones, cuando fueron todos los involucrados a hablar, incluso SAGAI, Santiago Mitre sobre el INCAA, Lucrecia Martel, artistas reconocidos, para que se nos escuche y también los que expusieron. Pero no solo del arte, sino de la pesca, de los científicos, empresarios, y de las que escuché, en su mayoría se oponían a la Ley que las quería modificar. Y sobre todo esto, hay una frase que sintetiza muy bien todo, que es: “por qué romper algo que funciona bien”, y era lo mismo para todas las áreas involucradas. Hay una cantidad de cosas que funcionan bien y las industrias culturales en Argentina son superavitarias porque devuelven más trabajo y más dinero del que reciben, que siempre es poquísimo. Tengo la sensación de que estamos en un momento muy avasallante. Hay un DNU que pretende algo inconstitucional, como que un Presidente en una situación que no lo amerita tenga poderes excepcionales, como si estuviéramos en una monarquía. Hay muchas cosas y por muchos lados la sensación que hay como un plan de destrucción, no de destrucción masiva, como una bomba de destrucción masiva, sino de cosas que funcionan bien. Después nos ponemos a hablar de si hay que trabajar en la Ley de Cine, no es una novedad, no es algo que nos lo tienen que decir otros, ya se sabe y son cosas que se vienen diciendo, que hay cosas para trabajar, que hay cosas para mejorar. Pero, bueno, creo que puedo llegar a decir las mismas cosas que vengo escuchando de otras personas. La sensación es esa, como que viene con una motosierra a destrozar todo lo que anda bien, lo que no anda bien y muchas cosas más. Nos quedamos medio sin palabras para nombrar esto que está sucediendo. Porque además lo estamos procesando de alguna manera, tratando de entender, de reaccionar, de armar las redes con los otros y otras que están a tu alrededor. Porque la verdad que la sensación es como de unas personas que quieren gobernar un país que odian y en ese país que odian estamos las personas. Yo siento que nos odian, que odian a los jubilados, odian a los artistas, odian a los científicos, odian a los maestros, odian a los médicos, quién queda fuera de esa de ese vómito de desprecio, no sé quiénes quedan fuera.

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