entrevista

Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro revelan detalles de El Reino II

Una de las ficciones más vistas de la plataforma volvió con su segunda y última temporada para cerrar el relato que habla sobre el vínculo entre poder y religión.

Cuando Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro imaginaron la historia de El Reino sabían que necesitaban al menos más de una temporada para avanzar en la intrincada conexión entre los personajes. El estreno de la nueva entrega se convirtió rápidamente en un suceso y por acá dialogan con Hoy sobre, justamente, los nuevos episodios.

—Cuando estaban estrenando la primera temporada, tenían ganas de continuar la historia. ¿Cómo fue volverse a encontrar con los personajes, en el trabajo, en el conjunto que ustedes hacen, e incorporar nuevos a esta historia que planearon hace tiempo?

—Marcelo Piñeyro: Nosotros, obviamente, escribimos la temporada uno y rodábamos la temporada uno; siempre tuvimos la idea de que la historia siguiera con Emilio presidente y, por ende, que concluyera con esa nueva temporada. Obviamente, hasta que no se estrenara la uno y la uno funcionara o no, no íbamos a poder tener la certeza de que la segunda existiera. Pero de algún modo, estuvo siempre en el plan. Entonces, en realidad salió muy rápido.

—Claudia Piñeiro: Yo creo que la decisión más difícil fue que tuvimos que pensar qué elipsis íbamos a hacer, si arrancábamos inmediatamente cuando Emilio era presidente o si hacíamos una elipsis

—MP: Elipsis, que teníamos medio decidida. Si bien íbamos a arrancar de otra manera, estaba ya decidida.

—CP: El Covid nos ayudó a determinar eso.

—MP: Había cosas que teníamos claras en el deseo, en la fantasía, para una segunda temporada, que son los ejes centrales que siguen estando en esta. Después, obviamente, no teníamos clara la incorporación de personajes como el que hace Julieta Cardinale o Juan Ingaramo o en general, sí, te diría que el de Diego Velázquez.

—CP: El de Maite Lanata, creo que también lo teníamos.

—MP: El de Maite también, es cierto. Y entonces, bueno, y la verdad salió muy rápido. Para Claudia no, porque en literatura ha trabajado con personajes, pero para mí es una experiencia totalmente nueva trabajar con personajes, o sea, volver a personajes. Y la verdad es que es una experiencia fantástica. Imaginarlo a Emilio presidente y ya con un tiempo de gestión, pues eso también es otra decisión que teníamos clara que no íbamos a continuar al día siguiente que terminara la uno, sino que íbamos a continuar con Emilio presidente y con un gobierno muy en tensión; fue tirar hilos, y mientras estábamos en la pandemia, en esa interrupción, que empezamos ahí a conversar un poco, imaginábamos cosas diferentes respecto a lo que quedó, respecto a los hijos. Y de pronto, hay cosas que surgieron, por ejemplo, lo del personaje que hace Sofía Gala, que en realidad casi surge por una propuesta de ella.

—Además, cuando vimos la 1, queríamos saber más del personaje…

—CP: Nosotros también lo queríamos contar, pero tenés las limitaciones del tiempo, de la cantidad de capítulos, el largo de cada capítulo. Y lo que sabíamos seguro con Marcelo era que esta era la oportunidad de darle vuelo a algunos personajes sobre los que nos había quedado la misma sensación que a vos y que al público. Es cierto que a Sofía Gala, además a ella, se le ocurrió algo que nosotros tomamos y que nos pareció que estaba bueno, pero en todos nos quedaba para contar algo, de la segunda línea sobre todo.

—¿Pasa eso de escribir una historia y que con los personajes secundarios uno diga “Me hubiera gustado continuar”?

—CP: A mí me fue pasando en la literatura, por eso en las últimas novelas que escribí les di mucho lugar a casi todos los personajes. Catedrales es una novela coral, y Las maldiciones también tenía distintas personas. Porque siempre sentía que la línea principal de mi historia te arrasa y no te permite ir contando a veces otras cosas. Entonces, es como que fue una propuesta de mis últimas novelas tratar de darle lugar a todos los personajes secundarios. Y acá era genial, la segunda temporada te daba muchísima posibilidad de hacer eso.

—MP: Yo tenía una frustración desde Tango Feroz; en realidad, el personaje de Tango y el personaje de Mariana eran dos personajes líderes, pero el grupo tenía el mismo nivel de desarrollo. Me pasé más que una pequeña de tres horas y pico, entonces tuve que empezar a cortar y obviamente sacrifiqué al grupo. A partir de ahí, en las películas, si bien hice películas corales, etc., tuve una cosa más centrada, digamos. Y la posibilidad de desarrollar los personajes secundarios que te da el formato de las series me parece soñada.

—CP: Es más, uno siente que hay personajes que podrían tener vida en otra serie, en la que a lo mejor ni estemos nosotros.

—Cuando se estrenó la primera temporada hubo mucho revuelo. ¿Cómo están preparados para este estreno?

—CP: Lo más crítico de la primera temporada tuvo que ver con la cuestión religiosa; yo creo que eso no va a volver a pasar, porque fue como la novedad. Había una historia que contaba, que tenía como protagonistas a pastores evangélicos y eso generó ciertas inquietudes y conversaciones y ganas de conversar y demás. Eso ya está. En esta temporada, eso no es novedad. Me parece que los otros temas a los que se les da más trascendencia en la serie van a generar una conversación que puede ser que genere diferencias y controversias y demás, pero yo no siento que va a estar tan explosivo como fue en la primera temporada.

—MP: Igual, siempre eso es totalmente imprevisible. ¿Qué cuerdas toca una historia? Te enterás cuando las tocas, no previamente. Yo siento que sí, que la serie toca temas que son muy contemporáneos y que, depende para quién, pueden ser un poco incómodos. Por otro lado, sí, también creo que, en ese sentido, en la serie, igual que en la primera temporada, es imposible hacer una traducción directa a la realidad argentina contemporánea. Sobre todo en donde está la discusión acá, que es una discusión más partidaria. Y la serie, en ese sentido, apunta más a una reflexión sobre el poder, que ya estaba en la primera temporada, sobre el poder y la manipulación, ver cómo en las iglesias se manipula un sentimiento genuino de la gente. Acá, nuevamente, hay una reflexión sobre el poder cuando ya ni siquiera se necesita a la gente, casi te diría. La intención es provocar una reflexión.

El recuerdo de Tango Feroz y Elena sabe, un nuevo proyecto

—Se cumplen 30 años del estreno de Tango Feroz, la leyenda de Tanguito y en breve veremos Elena sabe, nueva película basada en una novela tuya, ¿qué pueden contar?

—Marcelo Piñeyro: Tango Feroz fue mi primera película. Me cambió por completo la vida. Le tengo muchísimo afecto, como me pasa con todas las películas que hice. Hay cosas que no me perdono, y cosas que me gustan mucho. Tango Feroz y Caballos Salvajes son, las siento, autobiografías apócrifas. No tienen nada que ver en su exterior. Tendría que ser a la inversa. Caballos Salvajes primero y Tango Feroz después. Ambas películas, de nuevo muy diferentes, tienen muy fuertes referencias al cine. No referencias en el sentido usual, sino construidas un poquito con el cine. Y en ese sentido, son dos películas que yo quiero muchísimo. Yo quiero todas mis películas. Todas me gustan más en algunas cosas y menos en otras. Entiendo que cristalizaron el tipo que era en el momento que las hice, que ya no soy ese tipo. Ni como cineasta, ni como persona, ni como nada. Muchas cosas sobre las que yo estaba con visiones muy firmes y muy potentes mías, cuando hice Tango Feroz, hoy no lo están. Hoy las veo distintas. Me cuesta mucho volver a ver mis películas, por otro lado. Me cuesta terrible. Ahora que estoy trabajando en la remasterización de Caballos Salvajes y la tengo que volver a ver, la verdad que me cuesta. Pero, por otro lado, les tengo mucho cariño. Cuando las veo, recuerdo qué estaba pasando en mi cabeza. Particularmente con Tango. Estaba muerto de miedo, estaba muy tenso. Yo sí recuerdo que estaba tenso.

—Claudia Piñeiro: Con Elena sabe, yo estoy feliz realmente con lo que se armó ahí. Tengo la suerte de que varias de las personas que trabajan, además, son amigas; con Marcelo, ahora tenemos una relación de amistad. Con Vanessa Ragone te diría que también, porque con Vanessa venimos desde la vida de Las viudas de los jueves, Betibú, y es una persona que aprecio, admiro cómo trabaja. A Anahí Berneri la conocí en este rodaje y me parece que es la directora que es justa para esta película. Nosotros buscábamos alguien, no solamente porque es mujer, ya que es una historia que pone foco en las mujeres, sino porque es una directora que trabaja mucho sobre los cuerpos. Toda su filmografía tiene mucho que ver con mirar un cuerpo. Y Érica Rivas es una genia, habíamos querido trabajar antes juntas en Tuya, cuando la iba a hacer Alejandro Doria, después Alejandro falleció y bueno, se hizo otro proyecto, pero ya habíamos tenido contacto, y es como que esa es la revancha, de alguna manera, para trabajar con ella. Yo fui algún día al set y me pareció impresionante, pero sobre todo me mostraron mucho material de Mercedes Morán haciendo de Elena y es hasta me parece que te diría conmovedor, porque el esfuerzo físico que tiene que hacer ella para hacer ese personaje con Parkinson, mayor, con un montón de dificultades del cuerpo, una persona toda contrahecha, tirada en el piso, agobiada. Me atrevo a decir que lo que hace en Elena Mercedes es, no sé qué palabra usar, algo muy distinto a lo que hizo antes. Acá ella tiene que dejarse el pelo con canas, las uñas sucias, o desarregladas, o lo que sea. Me parece que habla muy bien de ella.

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