Dallas, la serie que mostraba el triunfo de la mafia en la TV

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV internacional, diario Hoy recuerda la entrega norteamericana.

A mediados de los 70, la serie Dallas llegó para romper con los cánones de las historias imperantes y mostró cómo los villanos también tenían un costado exitoso. La entrega fue victoriosa y tuvo 14 temporadas consecutivas al aire.

Por ese entonces, los programas narraban historias con personajes que cumplían determinados roles: policías cansinos, abogados soñadores, mujeres en búsqueda de justicia perpetua y la defensa de los derechos internacionales. Además, ensalzaban el rol de la familia, el sueño americano y los valores tradicionales. Estas tramas ocurrían en contextos más o menos conservadores y nada se salía de su lugar. Sin embargo, con Dallas en la pantalla chica los estereotipos quedaron a un lado y los criminales fueron protagonistas de una historia.

En esta en particular, se centraba en los negocios y las vicisitudes cotidianas de dos familias: los Erwing y los Barnes. Ambos lados mostraban la fuerza del poder y también la corrupción. De esta manera, los poderosos de siempre no temían a la hora de hacer cumplir sus mandatos, lograr sus cometidos para poder acrecentar sus fortunas o cuidar de lo suyo. Los negocios giraban en torno a la ganadería y los derivados del petróleo. Ambos clanes se batallaban a duelo para poder crecer a costa de los otros. Esta entrega fue original, no hubieron herramientas propias de los culebrones, fue vendida a todo el mundo, doblada a muchos idiomas, además de los 14 años al aire con grandes cambios en sus elencos. Además, mostraba los costados sentimentales de estos millonarios y poderosos que también sufrían por amor, estaban despechados o sostenían crisis personales como cualquier hombre mundano.

Entre los actores se destacaron Jim Davis, Barbara Geddes, Larry Hagman, entre otros. También estaban Patrick Duffy, Victoria Principal. Por su parte, los guionistas fueron los reyes de esta entrega donde hicieron a su antojo con mucho éxito rompiendo los cánones de las historias, salvando a los malvados o volviéndolos héroes arrepentidos de sus hechos. También se dieron lujos, como fue el hacer desa­parecer a uno de los personajes principales para luego revivirlo gracias a los artilugios que solo son posibles en las plumas de los escritores y que tan solo suceden en la ficción.

Fue tal la revolución implantada por la novela que se rumoreó que la reina Isabel que falleció de forma reciente solía preguntar por los personajes y las continuidades. Por otro lado, Reagan habría tomado herramientas de la ficción para fundar los cimientos de su entonces campaña política en Estados Unidos.

Ya entrados los 90, los últimos capítulos comenzaron a tener una trama más desviada que la de sus primeros tiempos, lo que llevó al público espectador a comenzar a tomar otros rumbos, dejando de lado la atracción por lo que fue el foco de interés en la pantalla chica alrededor de todo el globo.

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