A 40 años de Clics modernos

El disco de Charly García es considerado una de las obras maestras de la música argentina. Aquellas canciones fueron la banda de sonido del regreso de la democracia.

Habría que empezar por algo: no hay discusión respecto a que Charly García se sienta en una de las cabeceras de una mesa en la que están Bob Dylan, McCartney, Lennon, Caetano Veloso, Spinetta y algunos más.

Hacia 1983, García tenía 32 años y ya era un nombre central en la escena de la música argentina, del rock argentino. Su recorrido por Sui Generis, Porsuigieco, La Máquina de Hacer Pájaros, Serú Girán y su reciente camino solista, iniciado hacia comienzos de esa época, lo ubicaban allí. Y justamente, los primeros años de los 80 lo encontraron en un momento elevado. Superior. Si no, solo basta volver y ver esa tríada de discos que editó en apenas dos años: Yendo de la cama al living (1982), Clics modernos (1983) y Piano bar (1984). Hubo algunos discos que durante ese 1983 le pusieron música a ese año en que se regresó a la democracia. Los Abuelos de la Nada con Vasos y besos, Virus con Agujero interior, Los Twist con La dicha en movimiento (de hecho, producida por el mismo Charly) y García con Clics modernos. Este fue, sin duda, el clímax de todo aquello.

Aquel trabajo se grabó exclusivamente en Nueva York, en los estudios Electric Lady Studios, que había sido creado por el guitarrista estadounidense Jimi Hendrix, en Greenwich Village, y tuvo al histórico Joe Blaney como productor. Es conocida la anécdota, pero siempre viene bien recordarla en palabras del propio músico. “El arranque del disco fue así: voy a los estudios Electric Lady y les digo: «Quiero alquilar The Best, alquilarlo. El dueño me dice: «¿Tu padre es rico o qué?». Yo le muestro la plata y me pregunta: «¿Un café?», además de darme una lista de ingenieros, el último de los cuales era Blaney”. Además de ello, también contó en varias entrevistas que grabar en esa metrópoli no era su idea al principio. “Nunca había estado en Nueva York. Fui a comprar instrumentos y no tenía ni idea de que iba a grabar un disco. Pero sentí buenísima onda. Entonces pensé que iba a ser muy bueno quedarme”, le dijo al periodista Alfredo Rosso en radio, el mismo año que se publicó el disco. García, en su salsa, vuelve a ser el director de orquesta. Los músicos que grabaron y sesionaron en aquel disco fueron, además de Charly García en piano, guitarra, sintetizador Roland, samplings, caja de ritmo y voces, Pedro Aznar en bajos, guitarra y voz en Nos siguen pegando abajo, Larry Carlton en guitarra en No soy un extraño, Los dinosaurios y Plateado sobre plateado, Casey Scheuerell en batería, Willy Iturri en batería en No me dejan salir, Nuevos trapos y Ojos de videotape y Doug Norwine en saxo en Nuevos trapos.

El disco ópera, siguiendo con la literalidad del título de la obra, como el propio clic moderno de la música argentina. Al menos, del rock argentino. Contemporáneo y tanguero a la vez, Charly empieza a hacer bailar a todos. El periodista Mariano del Mazo apuntó sabiamente: “Cuando parte del rock argentino funcionaba como un eco tardío de las tendencias de la última década (el reggae, el ska, el punk, la new wave), Charly lograba su propia modernidad, global y personal al mismo tiempo. Escribiendo cada una de las líneas instrumentales, no es del todo cierto que Charly descubrió aquí las programaciones y las cajas de ritmo: él fue la máquina de ritmo. Por esos días Spinetta decía, amargamente: “Todo bien con mis canciones, pero los chicos bailan con Charly”.

El tracklist del disco está conformado por: Nos siguen pegando abajo (pecado mortal), No soy un extraño, Dos cero uno (Transas), Nuevos trapos, Bancate ese defecto, No me dejan salir, Los dinosaurios, Plateado sobre plateado (huellas en el mar) y Ojos de videotape. “Creo que es una mezcla de rocanrol, tal vez un poco de tango. El rocanrol toma algunos elementos locales en muchos países. Nosotros tenemos esa mezcla con el tango. En las letras también”, expresó Charly. Se presentó el 15, 16, 17 y 18 de diciembre en el estadio Luna Park con Pablo Guyot en guitarra, Alfredo Toth en bajo, Willy Iturri en batería, Daniel Melingo en saxo, Fabiana Cantilo en coros y un jovencísimo Fito Páez en teclados. Aquellos recitales con el tiempo tomaron carácter mitológico. García desplegó toda su narrativa particular y puso a andar toda su musicalidad. El disco se iba a llamar Nuevos trapos pero se terminó de definir por Clics modernos, luego de una de las sesiones de fotos a cargo de Uberto Sagramoso. De allí finalmente terminó saliendo la tapa, con esa figura negra y el título en inglés.

Un García en estado de gracia le ponía música a la democracia recién llegada. La primavera democrática tendría su propio desencanto algunos años después, pero el maestro de bigote bicolor había hecho y dicho casi todo. Él mismo llegó a decir que al disco no le cambiaría nada. ¿Cómo contradecirlo? El futuro había llegado.

Charly tendrá su esquina en Nueva York

Con motivo del 40 aniversario del disco, el actor argentino Mariano Cabrera, radicado en Manhattan, comenzó una campaña para homenajear al músico. Así las cosas, el 6 de noviembre a las 11 de la mañana (hora de Estados Unidos) es la fecha elegida por el organizador para perpetuar el nombre del máximo exponente del rock argentino, en la mítica esquina de Walker Street & Cortlandt Alley, donde García se sentó para inmortalizar la portada del álbum que salió el 5 de noviembre de 1983 y que fue gestado completamente en Manhattan. Allí se va a colocar una señal que marque esa esquina como “Charly García Corner”, siendo que aún está el grafiti inmortalizado en la tapa.

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