entrevista

Diego Cremonesi: “Este laburo me obliga constantemente a no encasillarme”

El platense cierra un exitoso 2023 con dos estrenos, además de prepararse para debutar en marzo en la calle Corrientes con Carla Peterson.

El talentoso Diego Cremonesi ha tenido un gran año. A su participación en la serie Diciembre 2001 yTemas propios en cines, suma el estreno de Chau Buenos Aires y Dos manzanas, dos protagónicos que le han permitido mostrar, una vez más, sus habilidades interpretativas. Con él dialogamos para saber más detalles de todos estos proyectos.

—Estás cerrando un gran año de trabajo: ¿cómo lo estás viviendo?

—Contento porque ya estamos ensayando una obra, que voy a estrenar el año que viene en marzo, en calle Corrientes, y sería parte de mi primer proyecto comercial, porque la gente piensa que no hice teatro, pero fue lo único que hice durante 20 años.

Y ahora se estrena Chau Buenos Aires, que se dio en un año muy complejo. Filmamos dos semanas, se cortó y después de la pandemia fue el primer proyecto con el que se volvió a trabajar, y terminó el rodaje con equipo completamente cambiado, técnico, artístico; se mantuvo el elenco, pero las cabezas de equipos en muchos casos cambiaron. Tuvo dos directores de fotografía, ambos gigantes, pero es una película que sufrió la pandemia, así como el personaje sufrió la crisis de 2001.

Y Dos manzanas, que es un proyecto que a mí me entusiasma mucho, interesantísimo, de Eduar­do Raspo, con una apuesta ahí estética y narrativa muy particular; no es una clásica película, y aborda una un encuentro fabulado a partir de un encuentro existente entre Darwin y Rosas, y plantea ahí un juego narrativo pero con una invitación a abordar a los personajes, al germen de esos personajes que terminarían siendo esos seres que pasaban a la historia, de alguna manera, podríamos decir. Y se mete ahí con lo filosófico, se mete ahí también con lo histórico y es muy interesante para nosotros, fue una invitación actoral, teníamos mucha intriga sobre cómo podía resultar, pero estoy muy entusiasmado, es un gran elenco, las dos películas son un gran elenco, eso es algo de lo cual yo estoy muy agradecido. Tuve grandes compañeros y son dos películas que para mí son mis primeros protagónicos; después filmé otros que se estrenaron antes, como Rinoceronte, pero me parece que Chau Buenos Aires tenía un desafío y una producción grande, con un agregado que era esto musical.

Una película que pretende homenajear al tango desde la mirada del director y tiene un desa­fío para mí como actor muy muy grande, que es tratar de hacer un bandoneonista excelso porque está grabado por uno de los mejores bandeononistas del país, que es Nicolás Enrich. Que corríamos a sabiendas de que era una película que iba a contar mucho de la música, y no de refilón los ves, sino como que íbamos a estar ahí expuestos y bueno, por suerte la pandemia me dejó atrapado en ese bandoneón y estuvo un año con ese instrumento en mi casa, de Luis Rizzi, que falleció hace tiempo y fue mi primer coach de bandoneón. Fue quien me dio el coach, el bandoneón, y es el bandoneón que yo utilicé en la película. Hermosa persona, y yo estoy muy agradecido con él, un poco un homenaje también para él, y después bueno, el trabajo con otros coach y la posibilidad de transitar la locura de la pandemia, un poco teniendo algo de lo que agarrarme y poder volver sobre las pistas y las canciones y trabajar con mucha meticulosidad. El bandoneón es un instrumento tan complejo que entonces sí creo que a ese nivel hicimos tanto yo como los compañeros de banda un hermoso laburo, también con Marina Belatti.

—¿Sensaciones de estrenarla?

—Yo estoy muy contento, es buenísimo porque la película tiene el desa­fío de una comedia romántica en un contexto muy difícil con un personaje que la está pasando muy mal, y para mí era muy difícil, y en ese sentido encontrar a Marina fue un bálsamo porque es una inseguridad, pero a la vez mucho desafío, y es una sensación de adrenalina. Esa cosa que nos mantiene, por lo menos a mí, con los que nos sentimos identificados desde el lugar de cómo tomen su laburo; son centrales, es lo más importante tener esa posibilidad desde generar también trabajo, que te permitan jugar con riesgo y en ese juego jugártela ­también, porque uno sabe el riesgo que asume y a veces que eso te genera inseguridad, pero a veces quiero hacerlo más por eso y trascenderlo. Ojalá que estos laburos que siempre tienen el desafío de que uno está trabajando para un otro y haciendo los trabajos de otros, entonces eso a medida que vas trabajando más, eso es como una herramienta o como una pieza más de un engranaje superior que es la película, de alguien.

—Vos venís también de muchos años de laburar, de ser tu propio jefe...

—Y acá también está bueno que uno se entrena con la mirada del otro, una mirada que a veces no es la de uno, ideológica, política, entonces eso es lo que me gusta también; este laburo me obliga constantemente a no encasillarme y ver desde dónde hago el trabajo, al dejarme modificar por esa mirada, más allá de lo que pienso yo. La mirada, por ejemplo, política, que puede tener la película sobre 2001 es distinta a la que tengo yo, pero también siempre encuentro grietas por donde uno puede meter lo artístico y abordar el desafío de defender un producto importante.

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