entrevista

Elsa Zylberstein: “Fue mi trabajo más difícil”

La talentosa actriz, que ha participado en más de 60 producciones de la pantalla grande, protagoniza uno de los grandes éxitos del cine francés, que llegó a salas locales.

La mujer del siglo, la estrella francesa Elsa Zylberstein, encarna a Simone Veil, abogada y estadista francesa, sobreviviente de Auschwitz y primera presidenta del Parlamento Europeo. En exclusiva, diario Hoy dialogó con Zylberstein para saber más sobre este retrato épico e íntimo de la vida de Veil: la infancia, las batallas políticas y tragedias de una mujer extraordinaria, que marcó su tiempo con un mensaje humanista de gran actualidad.

—¿Cuándo supiste que querías ser actriz?

—Era muy tímida y estaba haciendo mucha danza. Era talentosa para ser bailarina. Y mi padre me dijo bueno, ¿quieres ser bailarina? Y le dije no, no lo sé. Y una vez que me subí al escenario para bailar, me sentí genial en escena, fue el único momento en el que lo vi, atónita, fue el único momento en mi vida en el que las personas dijeron oh, ella es apta, tiene algo diferente, es especial. Entonces empezamos a ir a clases, porque estudié Arte para aprender a dibujar, y luego me volvió a preguntar: ¿quieres hacer esto? Y dije que no, que quería ser actriz, así que fui a la escuela de drama sabiendo que iría a cualquier lugar, pero tenía que trabajar. Fui a Le Cour Florent, que fue como ir a Harvard, ahí trabajé muchísimo, además empecé a estudiar inglés y en un momento audicioné para Maurice Pialat, para Van Gogh. Me contrataron para ser modelo de pintura unos días, pero me enteré de que una actriz iba a ser despedida y que iban a despedir a alguien más, y ya intuía que iba a ser yo. Yo sabía, porque creo en el poder del deseo. En el poder de la energía. Creo en el poder de lo que tenés dentro. Y éramos como cuatro chicas esperando en el grado, y vino para la prueba y me dijo que no mirara el texto, y yo respondí que solo estaba mirando las líneas para ­decirles la primera oración. Y así empezó todo, tuve una nominación a los César, el filme fue a Cannes y…

—Aquí estamos...

—No paré más. Aquí estamos, exactamente.

—En primer lugar, tu pasión fue la danza, pero ¿tenías algún actor o actriz favorita, alguna película favorita, en ese momento?

—Oh, sí, me encantaba Isabelle Adjani, Audrey Hepburn, Romy Schneider, eran actrices que literalmente me fascinaban. Empecé las clases y descubrí a Gina Rowland, a Anna Magnani y otras actrices increíbles. Katherine Hepburn, Meryl Streep, que era como mi heroína, ella era exactamente lo que quería hacer, cambiaba todo el tiempo, no dejando de ser ella misma, pero diferente. Estaba fascinada por Streep, y ellas eran mis favoritas, y luego descubrí Cabaret de Bob Fosse, con Liza ­Minnelli, porque estaba bailando mucho, así que era una mujer que me inspiraba. Luego descubrí Nace una estrella, con Judy Garland. Y pensé que quería ser como Judy Garland. Cabaret fue algo muy específico y fuerte para mí. Y luego Barbra Streisand con Robert Redford en The way we were. Muchos filmes como este se construyeron, o los filmes de Antonioni, de Jean Moreau, Monica Vitti. Emily Watson en Breaking the waves, Holly Hunter en El piano, Jane Campion. Y dije: “Esto es lo que quiero hacer”.

—Te vimos en comedias, y ahora en Simone explorás otra parte de tu rol de actriz. Quiero saber: ¿cuál fue el mayor desafío para encarnarla?

—Este desafío era lo que quería, necesitaba que sucediera. Me encantó coproducirla. Conocí a Simone, ella estaba ganando un premio en algún lugar, en la Universidad Hebraica de Jerusalén; le dieron un premio y me dijeron que se lo entregara, e inconscientemente escribí algo, y fue una gran fiesta, una gran cena, y me dijeron que llegara a su mesa. Y pensé: ella merece una gran película. Así que empecé a hablar con ella, a tomar té con ella, a comer con ella, y le pregunté: “¿Qué tal un filme con vos?”. No dijo nada.

—¿Por qué creés que no tuvimos hasta ahora una película sobre Simone?

—Porque hasta que estuvo viva no fue posible hacerlo, era complicado con la familia, entonces lo que hice fue empezar a estar cerca de ellos, hablé sobre la posibilidad, y cuando ella murió fui al funeral, y dije: “Ok, ahora sí”. Llegué a dos productoras que había en Los Ángeles y me dijeron: “¿Qué quieres hacer?”, y les presenté la película sobre Simone, y dije que realmente quería hacer una gran película con ella, y me preguntaron si tenía una idea sobre quién la podría dirigir, y al ver la película de Piaf de Olivier Dahan, supe que era el único que podía hacer algo fantástico. Porque Simone era aparentemente una mujer muy fría, muy fuerte, y eso no es lo que recuerdo de ella. Alguien muy sensible, una sobreviviente del Holocausto, con heridas, y sabía que Olivier haría algo fuerte, poderoso y muy movido. Y el filme se convirtió en el mayor éxito del año. Vendimos 2,5 millones de entradas. Así que estaba muy conmovida, feliz, y el feedback que tuve tras el estreno fue conmovedor, jóvenes de 13, 14, 15 años de edad que cambiaron su vida: “Quiero ser como Simone, no tenía los objetivos, ahora quiero ser una abogada, no sabía qué hacer con mi vida, ahora quiero ser una magistrada, quiero cambiar el mundo”, y eso para mí es una recompensa increíble.

Sobre construir un rol inspirado en una mujer clave de Francia

—¿Hay más presión cuando se interpreta a un personaje real?

—Sí, fue realmente un gran desafío para mí, especialmente porque quería que este filme se realizara. Entonces, sabiendo que quería que sucediera, luego cuando tuvimos a Olivier, y el guion, entendí que iba a ser un instrumento, tenía que volver a ser una actriz. Estuve un año para prepararme, subí diez kilos, trabajé con dos coaches y traté de imitar gestos, movimientos, todo lo que hizo; la forma en que caminaba, la compasión que tiene en sus ojos, la emoción que tiene en sus ojos. Me entrevisté con gente, hice entrevistas con muchas personas, su secretario, sus ministros, asistentes, la gente con la que trabajaba. Estaba obsesionada. Y cuando el filme comenzó, todo el mundo me llamó Simone en el set, era como ella; fue un gran desafío, obviamente, porque ella es la mujer más conocida en Francia.

—¿Y cómo te sentiste el día ­después de que terminaste la película?

—Fue una grabación muy especial, porque mi madre falleció durante el rodaje. Ella estuvo conmigo por meses, y todavía está allí. Me ha enseñado a hacer cosas, a actuar a veces, a ser fuerte, a ser, a veces, intransigente, a no arrepentirme de las cosas. Yo soy así en mi trabajo, y creo que estoy muy apasionada porque sé lo que es bueno o no me gusta que las personas actúen mal, que estén haciendo cosas malas. Soy muy honesta, me exijo mucho y ella me ha enseñado incluso más a ser así. Simone fue un modelo para muchas mujeres. Es única en la forma que era, intenté ser tanto como pude como ella, después de haber visto lo que hizo, por ejemplo, el chico con HIV, cuando lo acompañó, así que literalmente ella es tan fuerte, fue mi trabajo más difícil, tener eso en mis ojos; eso fue mi trabajo, lo principal.

—¿Cómo te sentís con el estreno de la película en Argentina?

—Estoy muy feliz. Sé que va a Colombia también. Muero por ir a Argentina. Nunca he estado allí. Estoy feliz y realmente ilusionada porque ella fue un modelo, trabajó mucho por la legalización del aborto. Era feminista, pero antes del ­feminismo votó por la dignidad para las mujeres y los hombres, estaba en contra de la injusticia, ella trabajó para obtener la dignidad de las ­personas. Y creo que en cada país ella es una mujer a ser descubierta, alguien a quien deberías admirar. Un modelo, una sobreviviente del Holocausto, que decidió convertirse en magistrada y ayudar a otros. Esta película es útil, vendimos 2,5 millones de entradas en Francia, y quiero que se vea en cada país.

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