entrevista

Ezequiel Erriquez habla sobre su película La crecida

Rodada íntegramente en Misiones, la propuesta desarrolla la potente historia de una familia, sus vínculos y cómo el entorno social y la naturaleza influyen en ellos.

El segundo largometraje de ficción de Ezequiel Erriquez, La crecida, es una potente propuesta que se cuece a fuego lento y en donde ninguno de los personajes es quien aparentemente se muestra inicialmente. Sobre el estreno y mucho más, el realizador dialogó con diario Hoy.

—¿Cómo estás viviendo la previa del estreno de la película?

—Supercontento, emocionado, agradecido. La verdad es que la película se estrenó en Oberá, Misiones, que es donde se filmó, ahí y en Panambí. La verdad que la recepción fue muy buena, la sala tenía capacidad para 130 personas y llegaron 300 personas. Fue gente de toda la provincia, sobre todo la gente de Panambí que fue la que actuó y formó parte de la película y bueno, ahora preparándonos para el estreno en Buenos Aires en la Sala Lugones y después una semana en el cine Gaumont.

—¿Que se estrene en la Lugones tiene algún significado particular para vos?

—Sí, bueno, es el cine donde yo me formé como cineasta, viendo películas, yendo a los ciclos de cine. Es muy significativo. Además, bueno, es una sala muy curada, digamos, es una alegría inmensa poder presentar la película ahí.

—Contame un poco del origen del proyecto y el ritmo que tiene...

—Para mí fue un desafío y una búsqueda acercarme a esos tiempos. Me quería acercar a esos tiempos y que en el relato quedara esa temporalidad. Y bueno, también al partir de escucharlos a ellos hablar, ya en el casting, en los meses que estuve viviendo en Misiones pude comprender, acercarme mucho más a esas formas y a esos modos de hablar. Ahí se habla “portuñol”, otra cadencia, silencios...

—¿Y cómo seleccionaste a los actores? ¿Cómo trabajaste con ellos? Para muchos debe haber sido su primera experiencia actoral, ¿verdad?

—Mirá, para todos fue su primera experiencia, de hecho la mayoría nunca fue a una sala de cine y para ellos fue muy fuerte ahora, esta semana, poder verse en pantalla grande con un cine lleno de gente, verse ellos reflejados en una pantalla. La primera vez que van al cine y estamos hablando de personas adultas. Así que sí, fue superfuerte para todos, para ellos también. Yo estuve un año en Misiones, durante el proceso de hacer la película, y desde el vamos yo quería que el elenco sea misionero, de Panambí, de esta zona

donde transcurre la situación, con las ­represas hidroeléctricas, de este proyecto hidroeléctrico que desde los años 70 que ­siempre amaga con hacerse realidad y me parecía que no había que llevar actores de otro lugar, sino que ellos mismos tenían que ser los que interpretan esta historia, esta ficción, que se apoya muchísimo en la realidad y en lo documental.

—¿Qué te gustaría que pase cuando los espectadores la vean? ¿Con qué te gustaría que se conecten?

—Yo creo que es conocer una forma distinta, se puedan acercar a otra forma de narrar, con otros tiempos y con historias que suceden en nuestro país y que están al margen, son seres de frontera y que también desde la forma, desde el sonido, desde la fotografía, se hizo un gran trabajo para poder acompañar desde lo formal, desde la estética, una estética que acompaña eso que se quería contar. Y la convivencia entre distintos orígenes, porque hay muchas colectividades de Alemania, Polonia, Rusia, mezclado también con la identidad guaraní de esta zona. Yo quería que conformara un elenco que pudiera reunir todas estas características dentro de una misma familia. Y bueno, fue un proceso de casting bastante particular porque la mayoría de los que terminan siendo parte del elenco los encontré caminando en las calles de Panambí.

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