Finaliza el segundo Festival DOCA

Hoy y mañana habrá un foco particular llamado Elogio de la rebelión, con proyecciones en La manzana de las Luces y el cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires.

Del 14 al 22 de diciembre online por la plataforma Vivamos Cultura y presencial en diferentes salas de la Ciudad de Buenos Aires, se desarrolla la segunda edición del Festival Internacional de Cine Documental DOCA. Hoy y mañana habrá un foco particular llamado Elogio de la rebelión, con proyecciones en La manzana de las Luces y el cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires, que recuperan materiales históricos sobre el 19 y 20 de diciembre de 2001. Diario Hoy dialogó con Alejandra Guzzo y Juan Mascaró, de la entidad, para conocer detalles del Festival.

—¿Qué pueden adelantar de la programación sobre los 20 años del 19 y 20 de diciembre?

—Alejandra Guzzo: Es la reivindicación de la rebelión popular, y lo vivimos con mucha emoción porque sentimos que fue el momento en el que se quebró el miedo, con la aparición de un sujeto social nuevo, el hombre, la mujer, el niño, niña, piquetera. El foco hace un homenaje a todos los movimientos y organizaciones de ese momento que están reflejados en las películas.

—En un momento como el actual, que no se registra lo que está pasando, y lo poco que se filma no tiene pantalla, ¿sienten que este festival es un poco un espacio de resistencia?

—Juan Mascaró: El documental tiene una riqueza y una posibilidad de narrativas, estéticas y formas productivas, que se desborda todo el tiempo. Está por un lado la matriz industrial que genera el cine como hecho comercial a partir de la sistematización, generando una homogeneidad, ahí quedan afuera muchas voces, puntos de vistas, voces. El hecho de hacer documental en pocas semanas (cuando lleva años) mirá lo que cambia: genera el documental más televisivo, y creo que hay que escaparle a eso. Las políticas de Estado tendrían que apuntar a las formas productivas que no están en el centro del mercado, que es el que menos problemas tiene para subsistir, y que es el elegido por las productoras y plataformas. El cine que hacemos está siempre al borde de la desaparición o precarización, y ahí hay un agujero enorme entre ambas formas de las políticas públicas. Después está el canon, muy fuerte, de los festivales. Eso lo sufrimos cotidianamente, cuando enviamos las películas a los festivales, hay determinadas formas del documental, y de todo el cine, que son las que se aceptan y se asumen como legítimas en el 90 por ciento de los Festivales, grandes y pequeños, que terminan aceptando determinadas producciones. Un documental vale por su valor de registro y documento, no sólo por las peripecias o formas. Hay enormes casos de documentales de entrevistas y grandes realizadores que han fortalecido sus carreras con este tipo de producción que quedan afuera. En resumen, el festival es una forma de resistencia a todas estas cosas.

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