Griselda Siciliani, Carlos Casella y Jorgelina Aruzzi vuelven con Pura sangre

El regreso de la obra en un nuevo espacio permite que el trío creativo apueste por una propuesta que, sin bajar línea, indaga en el universo femenino de una mujer rota.

Desde hoy, y todos los miércoles en Paseo La Plaza (CABA), Griselda Siciliani vuelve al teatro con Pura sangre, el amor es un monstruo, un espectáculo dirigido por Carlos Casella y escrito por Jorgelina Aruzzi. En exclusiva hablamos con el trío para saber detalles de esta propuesta.

—¿Cómo se sienten con esta vuelta?

—Griselda Siciliani: Yo, feliz.

—Carlos Casella: Muy contentos de hacer una segunda vuelta, de reestrenar y de reestrenar en La Plaza, que es un lugar que nos parece que es ideal para la obra, en la Sala Pablo Picasso, que está buenísima. La obra tiene una cosa así como de cercanía con el público y en el caso de la sala al ser redondeada adelante permite estar más cerca de la platea. Estamos felices de volver a verla en escena, porque nos quedó como un sabor de queremos más entonces y encontramos el espacio.

—Jorgelina Aruzzi: Y aparte es una obra muy del corazón, muy querida por nosotros, volverla a ver, volverla a sentir, en un lugar que es tan íntimo también, como La Plaza, porque es medio grande pero tiene mucha intimidad y la obra es muy íntima también, por más que sea explosiva y que haya de todo. Es una obra muy sensible, con mucho humor, que me parece que este escenario tiene algo muy particular que beneficia mucho a la obra.

—GS: Sí, y que desde que bajamos el año pasado, ya desde ese momento empezamos a ver la agenda de los tres, a ver cuándo era el momento y yo tenía en particular la sensación de que no quería que me pase este año y estaba difícil porque estaba todo el año ocupado, porque requiere mucho tiempo de los tres para remontarlo y que después requiere mucha energía física mía y mucho cuidado de estar bien físicamente, porque no es una obra que es hacerla así nomás, así que, en principio la felicidad de haber encontrado este espacio y este horario, de un miércoles a la noche, para que Pura sangre esté en escena, ­porque me parece que es necesaria, por lo menos para nosotros, tiene como mucha exigencia, subir, bajar, te tiras, con la necesidad también de ellos como directores y decidir cada cosa. Es muy bueno esto, y esto cada noche, y esto que pasa cuando lo repetís, y esto que viste por ahí, no sé, en el tiro, en un lugar, que yo sí, una vez lo hago, dos veces, tres, de manera natural se me va toda la energía ahí y siempre quiero estar a la altura como intérprete de la obra.

—¿Y cómo le levantaron la vara este año? ¿Cómo fue imaginarla de nuevo en el escenario y qué desa­fíos proponerle?

—CC: Bueno, en principio, releer lo que hicimos, un año después, ya releer y decir, está todo buenísimo. Ya para mí es un punto, las decisiones están tomadas y en principio, acentuar esto está genial. Y después, bueno, el espacio es muy distinto, se estrenó en un escenario muy chico, muy encajonado, sin salidas laterales, bueno, ahora tampoco hay salidas laterales, es un espacio apaisado, tiene mucho ancho, y bueno, un subidón hacia la platea. Entonces, propone también algo muy distinto, ya te diría, como en el tránsito de las escenas, la propuesta espacial para cualquier escena que Gri tiene que actuar, así que ahí hay una vuelta de tuerca que me parece que el espectáculo hace muy bien. Como dijo Jor, esta cosa de estar más encima del público, más desbordado, como el personaje, que es muy desbordado, ahora sí podemos jugar más con esa sensación.

—¿Qué hay con volver a elegirse? Y ustedes vienen eligiéndose hace mucho tiempo, y acá no solo por el espectáculo... Pero esto de volver a elegirse, ¿qué pasa con eso?

—JA: Ellos ya trabajan juntos y nosotras siempre queríamos trabajar juntas, así que te volvés a elegir porque hay una forma, hay un humor, nos reímos un poco de lo mismo. Pero para mí es muy importante conectar con la gente que se ríe de lo mismo, más o menos, un poco, una manera de sentir, de ver las cosas, un poco lo conversado es que la obra surgió del conocimiento que nos teníamos los tres, de temas profundos o del amor, o ciertas inquietudes que ya habíamos charlado a nivel café y que después se plasmó en una obra, pero era algo que nos sucedía y que estábamos como abiertos de contar para interpelarnos.

–GS: El año anterior de armar Pura sangre hablamos mucho sobre el tema, que después fue acerca de esto, sobre las maneras, sobre los mandatos, vinculando las cosas que nos pasaban, del hecho de una mujer que es soltera, de cómo todavía es un mandato, es algo que tiene que definir, es algo que tiene que estar en fin, porque si no, ya no se entiende, ahí están los demás que se comunican. Con Carlos, directamente, de toda la vida, algo de eso, y fue muy natural todo, dijimos, bueno, en especial agarramos un anécdota y dijimos, bueno, vayamos por acá, a ver qué nos pasa, a ver qué nos sale, poder dar una vuelta de tuerca, aparecieron los caballos, vamos a investigar, a saber que si están lastimados, qué pasa con ellos, el personaje es pura sangre, es una topadora, también pura sangre, pura herida, pura herida abierta. Y Jor empezó a traer los textos y a ver como el nivel de profundidad en el que se había metido nos dimos cuenta que ahí había algo.

Dándole forma al espectáculo

—¿Fue difícil tener esas preguntas, esas inquietudes, esas charlas y después llevarlas al texto y darle esta forma que tiene, tan diferente también? Porque podría haber sido un panfleto, una bajada, un stand up...

—Griselda Siciliani: Hay algo también de lo que hizo Carlos, de la puesta que hace que no sea eso, que realmente hay algo del lenguaje físico y del lenguaje del cuerpo, de poesía que trae la danza en sí, por más que hay danza en el espectáculo, ésta es nuestra formación, hay algo de eso que traemos y que yo creo que Carlos entendió perfectamente. Este tema me representa, quiero hablar de esto, quiero decir esto, los tres queremos decir esto. Y, además, mi manera de decirlo, mi forma de hablar es esta forma, es este lenguaje. Yo no sería, o sea, yo soy esta intérprete que hace esto. No sé si me sentiría representada parándome y haciendo stand up, no sería yo, no sabría cómo hacerlo. Y, entonces, hay algo de esta identidad que tiene el espectáculo que yo siento como que tiene mi nombre y apellido, los tres pudimos captar para que esto haga que yo hable mi idioma. La obra tiene un nivel que es maravilloso, y yo siento que como intérprete tengo que llegar a este nivel. No es que la obra me sigue a mí, sino que yo tengo que estar al nivel que la obra propone.

—Jorgelina Aruzzi: Sí, aparte que es una obra que tiene mucho humor, pero es profunda. Entonces, hace que eso no haya una bajada de línea, porque no tenemos el conocimiento para bajar esta línea, la obra también es muy visceral y nuestra de no cerrar, es un tema que todavía no tenemos, no la tenemos muy clara. Lo escribimos también para transformarlo en arte, pero no la tenemos clara con respecto a cómo tenés que amar. Tenemos algunos tips que ayudan, si quieren.

—GS: El personaje está en su peor momento, hay algo de esta descripción que es un personaje estragado, que entendemos que genera humor, es un personaje que no está empoderado, está arruinado y no llega a ningún lado. Y eso genera identificación.

—Carlos Casella: Este es más un recorrido de situaciones evidenciadas, y las vivencia muy sanguíneamente, y después entre esas ­anécdotas, escenas que hace, hay otras ­reflexiones más profundas, de índole más poético o más filosófico, que no son más bajada de línea, pero sí, esto de las preguntas que tiene más que ver con la pluma del autor, de Jor, que estructura la obra y después es una reflexión que se compara con cosas que a veces la obra entiende algo que nos afecta.

Sobre ser “pura sangre” en el escenario y en la vida

—¿Qué tanto tienen de “pura sangre”? ¿Están más del lado de la topadora que por mo­mentos es la protagonista o del lado roto del personaje?

—Carlos Casella: Siempre del lado de la demencia.

—Jorgelina Aruzzi: Siempre, si bien la obra es a medida para ella, para esta bestia actoral, nos representamos los tres en la obra, hay algo de cada uno, que ya no es nuestro, me identifico y creo que al escribirlo puedo superarlo. Esto nos moviliza y también hay algo, esto que hablaba antes Gri de la pareja, porque te hacen una nota hablando de tu trabajo y te preguntan si estás con alguien, pero ¿por qué hay tanto valor en la pareja? Para todos, ¿no? Bueno, estas mutaciones, estas heridas que son mandatos, como adaptaciones, como ¿cómo podés quebrar con eso? Si se puede, porque no es que ellas son ­heroínas, si se puede, ¿cómo podés empezar a hacer preguntas? Preguntas con respecto a este tema.

—Griselda Siciliani: Si hay algo que yo siento, es que podría ser este personaje, todo eso es mío. Este tipo de energía, de manera de sufrir, se transformó en un personaje y quedó ahí, y es maravilloso.

—JA: A veces, cuando hablamos, nos decimos: “Esto es para la obra”. Todo el tiempo. Está todo tan sintetizado.

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