Jorge Lorenzo: “Esta obra provoca, moviliza y te deja pensando”

Así lo expresó el actor que protagoniza una obra teatral del autor Tato Pavlovsky y que a la brevedad iniciará una gira nacional.

ormado como actor y dramaturgo, Jorge Lorenzo se consagró a paso firme en la escena nacional gracias a sus trabajos en teatro, cine y televisión. Es por ello que supo integrar elencos excelsos y ahora trabaja en una entrega para la pantalla chica. También está abocado a la obra llamada Potestad, cuyo texto pertenece a Eduardo “Tato” Pavlovsky, bajo la dirección de Christian Forteza. A la brevedad iniciarán una gira federal.

Respecto a la pieza teatral, los realizadores reflexionaron: “El dolor torturante de un hombre que no soporta la ausencia de su hija, cuando todo se reduce a rescatarla con la memoria. Retener el tiempo, repeler la angustia, evocando obsesivamente miradas, posturas, distancias, palabras, silencios. La soledad de dos sillas ciñe la narración en el espacio intensamente corporal. Es el living donde sucedió lo inesperado, lo no previsto, lo impensado”.

—¿Cómo llega esta obra a tus manos?

—Fue una propuesta del director, Christian Forteza. Él venía ensayando esta obra con otro actor y teniendo ya sala y fecha de estreno, el protagonista se bajó del proyecto por problemas personales. En ese momento estaba ensayando El Pac­to, una pieza que estaba por estrenarse, y Forteza asistió a uno de los últimos ensayos por amistad con el otro director. Según me dijo, apenas me vió pensó que era el actor justo para el personaje. Me lo propuso y acepté de inmediato porque me pareció un desafío que no quería perderme.

—¿Qué herramientas ponés en juego para este rol?

—Es un personaje interesante y con Forteza hicimos un trabajo muy intenso. Tuve la enorme ventaja de que él es un estudioso del teatro de Pavlovsky, lo supo leer y me transmitió ese lenguaje, a veces difícil, de sus obras, donde muchas veces es más importante lo que no se dice que el texto en sí. Y trabajamos mucho las pausas, las miradas, los silencios que hablan por sí solos.

—¿Qué fue lo que más te atrajo de la obra?

—Me atrajo el desafío de encarnar un personaje que se propone provocar, en el espectador, una suerte de atracción y rechazo. Es decir, que por momentos la gente esté de alguna manera del lado de él y ­después sienta el rechazo que el personaje les provoca. Tato decía: “El teatro es provocación”; esta obra provoca, moviliza y te deja pensando.

—¿Qué sensaciones te rodean?

—De por sí, el solo hecho de pisar un escenario me lleva a un estado de completa felicidad y en este caso hacer estas funciones en el Centro Cultural de la Cooperación es la frutilla del postre. Es una hermosa sala en la que se trabaja con comodidad y todos tienen buena predisposición para colaborar ante cualquier contratiempo. Ya hice varias obras en este lugar y me encanta cada vez que tengo la oportunidad de volver.

—¿Por qué le recomendarías al público que concurra?

—Porque van a vivir una hora (que es la duración del espectáculo) paseando por distintos estados emocionales y van a salir movilizados y pensando. Es una de las obras más potentes de Pavlovsky y es para no perdérsela. Quedan solo cuatro funciones en la Ciudad Autonóma de Buenos Aires antes de seguir con la gira nacional.

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