En diálogo con este multimedio, Nicolás Arias se expresó sobre el magazine de rock que fue su fuente de inspiración para llevar a cabo su primera obra literaria.
En el presente, el periodista Nicolás Arias tomó como eje las ediciones del diario de rock titulado De Garage para lanzar Hermanos de tinta, un libro que será presentado el próximo 9 de septiembre, a las 20:30, en 117 y 40.
Vale mencionar que esta cita obligada contará con un panel integrado por Juan Barberis, Facundo Arroyo y Ana Clara Bormida, parte del equipo de comunicadores que hizo posible la salida gráfica del mentado magazine.
Durante una charla con diario Hoy, Arias recorrió las vicisitudes de su obra y detalló cómo aconteció el proceso creativo.
—¿Cómo surge este proyecto?
—El proyecto tuvo dos etapas: el primer formato que tuvo estaba relacionado con un trabajo de tesis de investigación para la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. La idea era investigar bajo la lupa de los conceptos estudiados en la carrera, la historia de un medio de comunicación. Elegí De Garage porque me gustaba y también porque me inspiré en el libro Estación imposible, de los periodistas Sebastián Benedetti y Martín Graziano, en el cual se investigaba la historia de la mítica revista de cultura rock Expreso Imaginario. Me parecía que con De Garage se podía hacer algún proyecto similar, ya que tenían algunas ideas similares. Con ese trabajo pude recibirme en la facultad, año 2016, y luego lo llevé a la editorial Mirador porque colaboraba con ellos, pensando que en algún momento se podría editar bajo el formato libro. En efecto, no estaba errado: el año pasado, en medio de la pandemia, recibí ese ofrecimiento y lo acepté sin dudarlo.
—¿Qué sensaciones te merece este libro?
—Sensaciones de gratitud, de felicidad. Es mi primer libro y, si bien imaginaba que podría ser bien recibido, las devoluciones han superado mis expectativas. Con la editorial pensábamos que hacía falta un libro que contara esta historia del rock platense, una historia que sólo había quedado en el registro de las páginas de De Garage. Por eso sabíamos y considerábamos que era una responsabilidad grande, no se podía hacer a la ligera. Porque no solo la idea era contar la historia de un medio, sino sus conexiones con su espacio-tiempo sociocultural. Por suerte mucha gente que ya lo ha leído me ha dicho que ese objetivo se logró.
—¿Con qué debilidades y fortalezas te encontraste en el camino?
—En el proceso de transformar el trabajo de tesis en un libro más accesible al público mayor, fui encontrando algunas dificultades en esa adaptación que conlleva quitarle cierta especificidad académica que puede llegar a aburrir. Eso fue lo que más dificultad trajo. Pero, en contrapartida, el tiempo que pasó entre que entregué la tesis y terminé el libro, me significó un proceso provechoso de algunos años donde pude ahondar, reflexionar, acceder a más archivo y testimonios. Con ese nuevo bagaje pude reconstruir aún mejor la historia de la revista y su época. Las debilidades de De Garage son las propias que pueden tener los jóvenes que recién comienzan en el oficio periodístico. Ellos mismos definen a De Garage como una escuela, donde pudieron ir puliendo sus textos a medida que fueron creciendo. Por eso se consideran “hermanos de tinta”. En el trajín del pasar de los años se pueden ver las debilidades en los primeros tiempos y el muy buen valor de notas que tenían en los últimos años. También aprendieron algunas cuestiones relacionadas a las perspectivas periodísticas, por ejemplo con la famosa acusación que se les hacía de darle mucha relevancia a la escena de rock indie. En el libro relato cómo ellos aprendieron a no encorsetarse, pero también a asumir el valor de una línea editorial sólida y respaldada en los contenidos. Lo mismo con la ampliación de miras para abordar temáticas culturales mucho más allá del rock.
—¿De qué manera realizaste el recorte temporal de la edición de De Garage?
—El análisis está basado en la totalidad de sus 79 números repartidos en ocho años (2007-2014), así que de sus páginas se desprenden varias líneas que abordé en el libro: cómo duró tanto, siendo que ningún medio gráfico independiente que aborde al rock de La Plata perduró ese tiempo. Es decir hice hincapié en el porqué de solo registrar contenidos locales, qué aprendizajes hicieron quienes integraron el staff, cómo fue recibido De Garage por la escena platense, entre otros. Me pareció un medio sólido, que tenía su historia y su repercusión en la cultura de rock local. Su excepcionalidad también lo justificaba: a nivel nacional no hay muchos medios que se centren en relatar solo su escena de manera tan sostenida en el tiempo, ¿por qué lo hizo? En el libro está mi respuesta.
También la experiencia con De Garage es la punta de un iceberg que refleja una época de mucha ebullición de la escena local. De Garage nace por esa escena y, al mismo tiempo, la estimula. Pero no solo De Garage lo hacía, también hay que nombrar a otros actores como algunas radios, sellos discográficos, productoras y diversos colectivos que alimentaban la escena. De Garage imprimió toda esa época en sus páginas. Y también, por cierto anclaje académico, tomé la decisión de sumar algunos de los antecedentes que la inspiraron: partí del magazine, pero a su vez ahondé un poco en la historia del rock platense y la historia de las revistas de rock locales.
Todo eso forma parte del libro, no es solo la historia de De Garage, tampoco es un compendio de sus mejores notas. Hay músicos históricos del rock platense como Gustavo Astarita o Julián Ibarrolaza, que están muy agradecidos por la jerarquización del rock local que hizo De Garage. Sienten que en otras épocas pasadas no existía esa valorización, al menos no tan sostenida. Con De Garage vieron cristalizados varios sueños que tenían. Y también hay músicos que lo añoran y que piensan que hoy debería existir un De Garage.