La historia de amor, locura e incógnitas de Luli Pop y Martín Redrado

La vedette y el economista se encuentran en un juicio debido a la relación pésima que mantienen y la imposibilidad de ponerse de acuerdo en materia económica.

Hace más de una década, el amor llegaba a la vida de una joven Luciana Salazar que daba sus primeros pasos como vedette, aprendiz de cantante y actriz de dudosos roles televisivos. Además, se dedicaba al modelaje para publicidades debido a que su escasa estatura no le permitía ejercer en las pasarelas de alta costura.

Paso a paso fue comprándose el amor de la gente, incluso ser la sobrina directa de Evangelina Salazar le valió como un plus. Trabajaba como vedette y sus roles fueron siempre de mujer fatal.

A pesar de jugar con su estado sentimental y no divulgar mayores informaciones sobre el estado civil, ella mantuvo romances con figuras de primera línea como lo son el ­cantante Luis Miguel y el empresario de los medios de comunicación Matías Garfunkel.

En un momento de soledad, ella comenzó a frecuentarse con Martín Redrado en un affaire que no tenía demasiada expectativa. Sin embargo para sorpresa de todos, la pareja duró más de lo esperado y trascendió las fronteras ya que por sus obligaciones laborales dividían sus días entre la Argentina y Estados Unidos.

Pero no todo era color de rosas, porque los hijos mayores del hombre, Tomás y Martina, fruto de su primer matrimonio, no tenían una buena relación con la blonda y así los escándalos sabían aparecer cada tanto. Luciana se hacía responsable de dar a conocer los audios, los roces y las cartas que mostraban las malas formas.

Frente a todo y todos, la pareja continuó por un lapso de ocho años donde él se operó realizándose una vasectomía para no tener hijos mientras ella realizó los trámites para subrogar un vientre y convertirse en mamá. Antes de ello, fecundó sus óvulos con un donante de esperma y eligió una candidata que pasó por una fecundación in vitro para dar a luz a Matilda.

Esto hizo mella en la pareja, ya que tenían deseos diferentes. Luciana quería ser mamá a toda costa, él la ayudó a pagar el tratamiento y realizar los trámites pero nada más. Lo extraño es que firmaron un acuerdo económico según el cual ella recibiría una cuota económica en dólares para financiar los gastos de la niña, el pago de los empleados, la niñera, una mucama, un chófer más el alquiler de un departamento en Buenos Aires.

Con la maternidad a flor de piel, Luciana trajo a la niña desde Estados Unidos y comenzó su vida como soltera. Pero no estaba todo dicho debido a que la pareja se veía a escondidas y de paso también paseaba a la niña.

Ante estos hechos, se suscitaban escándalos. Primero, audios de Luciana en la casa del economista llorando porque encontraba brujerías en la heladera, campañas de prensa en su contra por los planes de casamiento entre Martín y su novia actual. Entre los impasses de la pareja, Luciana viajaba con Redrado y sucesivos.

En la actualidad, él dejó de pagar la cuota que mantiene los óvulos en un banco estadounidense y esto hizo que la cantante lo denunciara de forma penal y civil. También realizó un posteo en sus historias de Instagram donde dio a conocer lo sucedido y afirmó que sus deseos de volver a ser mamá estaban en peligro.

Asimismo debió pagar estos servicios con sus tarjetas de crédito que, según las malas lenguas, no contaban con capacidad disponible debido a la falta de mantenimiento. Por su parte, los hijos de Martín se radican en Estados Unidos, aprueban la relación de su papá con la académica Lulú Sanguinetti y continúan con un bajo perfil.

La guerra judicial actual

Luciana sigue apuntando contra su ex y pelea por lo que es suyo. Lo que no se explica aún es cuáles son las obligaciones del hombre para con ella si ya no tienen lazos en común, no es el padre de la criatura ni nada lo ata al pasado. En la Justicia se dirimirá este conflicto que hasta ahora pareciera no tener fin.

De forma reciente, el economista y expolítico aseguró en una entrevista breve que brindó a Socios en el espectáculo: “Estoy muy bien, estoy con una mujer, pero trato de no hablar de mi vida privada. Pero estoy feliz, mis hijos también, estoy en un muy buen momento”. Asimismo, continuó: “Quiero decirlo con todas las letras: Matilda Salazar no es mi hija. Luciana tomó una decisión que yo respeté, apoyé y acompañé mientras fuimos pareja, pero eso terminó hace cuatro años. Todos los compromisos que tomé fueron como pareja, ya no lo somos más y, por lo tanto, no tengo ningún compromiso que tenga que cumplir, aparte de los que ya cumplí, que fueron muchos”.

Esta nota fue brindada en el marco de la difusión de unos audios que muestran una charla donde ella le reclama que pague los gastos y un acuerdo que firmó pero también le rehúsa a su ex que vea a la niña. Él entonces le exige que vayan a hacer terapia, pero también asume que va a casarse con la novia actual.

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