La nueva voz que representa a Latinoamérica surgió de Laferrere
Soema Montenegro vivió entre la selva misionera y el Conurbano. Hoy retoma en canciones sus raíces. Se presenta esta noche en La Plata, después de haber sido elogiada en festivales europeos
Soema Montenegro nació en Capital Federal y se crió en Laferrere, en la frontera con González Catán, pero tiene sangre del litoral: sus padres migraron desde Oberá, Misiones, como miles de familias, buscando un futuro mejor o, simplemente, un trabajo.
Sus raíces se bifurcan, y ella va a su encuentro con su música y una voz que ha sido admirada en todo el mundo. “Soy del oeste”, contó a este medio la cantante y compositora que hoy se presenta en nuestra ciudad a las 21, en 39 entre 6 y 7, con un show que propone la fusión de sonidos e instrumentos latinoamericanos con la electrónica.
Desde la casa que habita en Ituzaingó, Soema habló de su nueva banda y del disco que saldrá en 2018, pero también reflexionó acerca de sus orígenes, la búsqueda de una identidad musical y el aporte del arte en la sensibilización social.
Teléfono en mano, miró su patio “con pasto selvático”, escuchó los pájaros que sobrevuelan la reserva ecológica contigua y dijo: “Necesito esto para mí y para mi música”. Brilló en importantes festivales de España, Francia, Suiza, Bélgica, Australia, Alemania y Polonia, pero está segura: “La ciudad me ahoga”.
—¿Qué preparás para tu show en La Plata?
—Voy con mi banda nueva, y queremos llevar un poco del material que estamos preparando, donde el eje sigue siendo nuestra música latinoamericana, con su tímbrica, sus colores y texturas, pero con una parte más experimental en el uso de la electrónica, que contribuye a la construcción de nuestro paisaje sonoro.
—¿Viviste siempre entre el Conurbano y la selva misionera?
—Sí, crecí en el Conurbano, y eso te da una información importante, porque es una realidad diferente. Pero en Laferrere, quince años atrás, había campo. Cuando era chica, incluso, había lagunas, patos, caballos, y hoy no podés creer cómo cambió el paisaje, es un barrio donde no hay más espacio. Ese lugar de mi infancia ya no existe más, pero yo siempre he tenido un contacto extremo con la naturaleza, por mis viajes a Misiones.
—¿Qué te aportó ese recorrido?
—Lo que sucede es que en el Conurbano hay una combinación interesante de gente de todos lados, migrantes de pueblos y ciudades del interior, y de países limítrofes. Entonces, de repente te encontrás con una feria donde venden comidas de diversos lugares y conviven sabores, lenguajes y formas distintas. Eso, para mí, es un resumen de la música latinoamericana, donde coexisten todas esas diferentes texturas.
—¿La música ayuda a repensar la identidad?
—El arte puede ayudar a repensarse porque sensibiliza. Cambiar la realidad está en manos de quienes tienen el poder de hacerlo, pero nosotros somos artistas y podemos trabajar en la información, en la sensibilidad. Mucha gente no conoce un canto mapuche, a qué se refiere una copla, y puede haber una revalorización de eso a través del arte.
—¿Cómo vivís la situación actual de los pueblos originarios?
—Me causa dolor. No puedo creer los discursos que circulan, las cosas que se dicen. La Campaña del Desierto ya pasó. Las cosas se repiten: por ejemplo, ya hubo un Muro de Berlín, pero hoy Trump quiere hacer un nuevo muro con México. ¿Cómo puede ser que como humanidad sigamos con el mismo egoísmo, con tan poca empatía hacia lo humano?