La venganza será terrible, una forma de hacer humor única e irrepetible

Alejandro Dolina llegará mañana a la ciudad junto al ciclo que lidera hace más de 20 años, con el cual recorre los teatros argentinos. En diálogo con este medio, habló del cariño hacia los platenses y del estilo que caracteriza al programa

Alejandro Dolina es un gran referente para los apasionados de la cultura, la música y la escritura. Ha publicado libros y notas en diferentes revistas, y desde 1985 ha conducido ciclos tanto radiales como televisivos. Dueño de una gran impronta humorística, Dolina supo captar a diferentes generaciones gracias a su amor por la lectura y su gran conocimiento cultural.

Mañana a las 21 en el Coliseo Podestá (calle 10 entre 46 y 47) el artista llegará a la ciudad con La venganza será terrible, el ciclo que conduce desde hace más de 20 años y que se realiza con la presencia del público. “Hubo una época en que íbamos todos los jueves a La Plata y se discontinuó por la situación económica. Desde hace un año, lamentablemente, tenemos que cobrar una entrada. Nos vimos obligados a hacer algo que no queríamos, pero curiosamente nos va mejor”, dijo entre risas Dolina a diario Hoy.

—¿Qué recuerdos tenés del público de la ciudad?

—Los mejores, porque son casi de “entre casa”. No es una visita tan protocolar, porque al ir tan seguido a muchos los conocemos por sus nombres, son habitués y tenemos un trato más familiar. Además, al ser una ciudad universitaria, con tantas personas acostumbradas a este sistema humorístico, nos sentimos muy cómodos. 

—¿Qué es lo que les aporta realizar el programa en los teatros?

—No nos engañemos, porque el teatro no tiene mucho que ver con la radio. Incluso estamos yendo a provincias donde no escuchan el programa porque no llega ni tenemos repeticiones. Así que quiere decir que lo que hay con nosotros es una situación de convivencia. La gente no va a disfrutar de un programa, sino de una manera de hacer humor, de escuchar música y de jugar un rato. 

—¿Cuánto le dedicás a la producción de tu ciclo?

—Diez minutos y cincuenta años (risas).

—De todos los que los han acompañado en estos años, ¿a quién extrañan más?

—Justamente vuelve Gillespi (el próximo fin de semana estará presente en el show que realizarán en Rosario). Este reencuentro surge a partir de las ganas que teníamos todos. Él se fue por problemas de horarios y porque vivía lejos. Entonces, como ahora hacemos el programa más temprano, lo grabamos en la “matiné para las viejas” (risas). Es más fácil para él y lo arreglamos. 

—¿Te considerás un referente de las nuevas generaciones?

—No, cuando lo dicen me río porque no tengo entidad para eso. No veo que nadie esté siguiendo mis pasos, no se trata de que no sean dignos de ser seguidos, sino de que a los muchachos les interesan otras cosas. Siguen otros paradigmas estilísticos y son buenísimos, pero no se parecen a La venganza. 

“A House of cards la vi poco, no la entendí mucho”

En estos tiempos de redes sociales y del frenesí que aportan las series en las diversas plataformas virtuales, Dolina no es permeable a las tendencias. “No estoy en contra, pero es algo que habría que estudiarlo bien”, aseguró sobre su acercamiento a diversos formatos digitales.

.—¿Cómo te llevás con las redes sociales?

—Bien, dentro de lo que uno puede llevarse bien con ellas. No estoy en contra, pero es algo que habría que estudiarlo bien. Tendría que salir un libro sobre eso que esté bien escrito, con opiniones filosóficas, aunque veo que en la actualidad nadie se ha ocupado al respecto. Todos opinamos a través del trazo grueso, pero hay que saber qué vendemos, qué decimos, qué mensajes son más convenientes. Son una serie de datos que deben ser procesados para ver de qué manera funcionan, qué intereses hay en juego y cuál es el efecto final de todo. Así se puede mejorar y tener un óptimo beneficio social del asunto, si la tendencia de que la gente use las redes para putearse puede revertirse.

—¿Te hacés tiempo para ver series?

—Las series se hacen mejor que las películas. Sobre todo las americanas, que son profesionalmente impecables más allá de que algunas de sus películas no lo son. Las series tienen un atractivo: como se prolongan, consiguen que uno se interese más en la historia y en los personajes que en lo que estas ficciones tienen de real. 

—¿Qué estás mirando?

—Estoy viendo Medici: señores de Florencia. También, no sin algún fastidio, Game of thrones, La novia blanca y alguna más. Me interesan porque soy aficionado a las cuestiones históricas, no porque estas producciones sean brillantes. Hubo series que estaban por encima de estas, por ejemplo Mad men, que tuvo una reconstrucción histórica muy interesante. Están hechas con una gran solvencia profesional. 

Además aparecen los tipos que antes estaban en Hollywood, ahí están los americanos que quieren que todo se asemeje a sus formas de ver el mundo, entonces aparece Lorenzo de Medici peinado en la moda actual y teniendo discusiones políticas como si fuera Hillary Clinton. 

—¿Qué te apreció House of cards?

—La vi muy poco, no la entendí mucho. Solo me comentaron de qué se trataba.

¿Qué opinás de…

… la gestión de Mauricio Macri?

“Estoy en las antípodas de su pensamiento y de todo lo que él desee. Esa sería una buena respuesta”. 

… Tinelli y la cultura argentina?

“Primero, no hace cultura, en lo absoluto. Hace cultura desde un sentido antropológico, en el que no es concebida como tal. Todo es cultura dice alguien sobre la forma de hacer fideos, de cumplir la ley. En este sentido Marcelo Tinelli también lo haría. Él solo es un empresario exitoso, que hace un programa de televisión en el que no estoy interesado en lo absoluto”.

… la dicotomía entre Messi o Maradona?

“Hay que estar loco para elegir alguno de los dos. Suponé que resolviéramos que Maradona fue el mejor, ¿entonces no lo miramos más a Messi? ¿Y si se diera el caso contrario? Los dos son extraordinarios jugadores, aunque evidentemente Maradona es más épico”.

… el Indio Solari?

“Es una poeta, un creador artístico interesante. Tiene una personalidad atrayente, y la verdad es que no tengo una opinión de lo que pudo haber pasado en Olavarría. Siempre que ocurre una desgracia parece que uno tiene la obligación de cambiar. Son sucesos desgraciados que ocurren y no me gusta cómo se piensa en general”.

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