Las Pastillas del Abuelo, una máquina de hacer música de fogón

La banda saltó a la fama hace poco más de diez años gracias a su tema El sensei y, fiel a su estilo cancionero, ya lanzó ocho discos. En diálogo con este medio, Juan Comas, el baterista de la banda, anticipó el show que realizarán el sábado en la ciudad

Para Las Pastillas del Abuelo, el ritual empezó hace poco más de diez años, de la mano de su tema El sensei. 

Llamativamente, hoy eligen evitarlo en cada uno de sus shows, quizás por agotamiento o vaya uno a saber por qué. Algo parecido a lo que le pasaba a Spinetta con Muchacha, que aunque era un himno para los fanáticos, había aburrido a su autor.

Con ocho discos en la mochila, la banda encabezada por Juan Germán Fernández, conocido popularmente como “Piti”, logró ubicarse como uno de los puntos de referencia en el estilo cancionero dentro del rock nacional. Casi despidiendo su último trabajo, Paradojas (2015), para empezar a pensar en lo que será un nuevo álbum, se presentarán este sábado en el microestadio de avenida 13 entre 58 y 59.

Juan Comas, baterista de la agrupación, conversó con diario Hoy sobre lo que será la fecha y acerca del trabajo cotidiano que hacen en Las Pastillas del Abuelo. “Piti tiene un montón de cosas buenas, es un gran letrista y compositor. Una linda persona que, si supiese pasar la pelota, sería un gran jugador de fútbol”, aseguró entre risas.

—¿Cómo llegaste a Las Pastillas?

—El día anterior a irme de gira con Los Iracundos, una banda que tenía, a Venado Tuerto, me dieron un demo de Las Pastillas del Abuelo. Hice esa fecha y me uní de forma definitiva a la banda, en la que estoy desde ese momento.

—¿Cuándo se dieron cuenta de que la banda estaba funcionando?

—Se dio todo junto. Apenas entré a la banda sentí un cosquilleo que no había sentido nunca, supe que quería estar ahí. En ese momento no era consciente de que esa sería la banda en la que tocaría y con la que iba a vivir y a trabajar durante tantos años. En la segunda gira que hicimos, allá por 2006, vimos indicios en los diferentes lugares de la Costa. Tocábamos para los que estaban, había unos pibes que conocían nuestra banda y nos habían hecho una estrofa más para El sensei, fue muy loco.

—¿Qué es lo que más disfrutás de ser músico?

—Somos unos agradecidos de la vida porque hacemos lo que nos gusta, lo que amamos hace tantos años. Primero debimos aprender a trabajar, con todo el peso de esa palabra. Fue un desafío y un replanteamiento el hecho de descubrir que lo que amo puede ser mi trabajo, y eso está buenísimo. A mis viejos les costó mucho aceptar que me dedicaría a esto. Incluso hace años, cuando contaba qué estudiaba y decía que era músico, siempre la gente me preguntaba si hacía algo más.

—¿Cómo se preparan para la fecha del 8 de julio?

—Vamos haciendo cosas distintas para no aburrirnos en los ensayos. Entonces vamos metiendo algo nuevo a los shows y se mezcla con lo que tenemos ganas de hacer en ese momento. Lo que se organiza con mucha antelación es a pedido de los productores, por ejemplo las listas, la escenografía nueva, las luces, las pantallas o los videos, elementos que fuimos incorporando. Para esta fecha estaremos presentando Paradojas pero también cosas inéditas de todos los discos. El público que nos sigue desde siempre sabe cómo armamos las listas, que va de la mano con lo que nos pasa los días anteriores.

—¿Cuáles son los mayores temores en un recital?

—Con la banda a mi alrededor te diría que casi no me da miedo nada. Soy un caradura, me siento acompañado por ellos, que me permiten ser así, y disfrutamos todos juntos.

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