“Los tiempos y la tecnología han cambiado el mundo”

En diálogo con este multimedio, el humorista Miguel Martín reflexionó sobre los soportes y las formas de hacer humor.

Bajo el humor como bandera, Miguel Martín vuelve a los escenarios con un show titulado Más vivo que nunca, donde interpreta a Gordillo, su popular personaje.

El espectáculo tendrá lugar los días 27 y 28 de agosto, a las 20, en la calle 4 entre 51 y 53.

—¿Bajo qué circunstancias se gesta el evento de humor?

—Este proyecto surge a partir de la pandemia. Sucede que fue concebido como un espectáculo para el streaming en el momento de pleno confinamiento. Es un juego de palabras porque éramos unos “vivos” bárbaros que podíamos seguir laburando a pesar de las restricciones, pero luego que me dio Covid-19 y me internaron una semana con oxígeno entonces le quedó bárbaro el título Más vivo que nunca, ¡porque sobreviví!

—¿Con qué se encontrará el público en este nuevo espectáculo?

—En este espectáculo se podrá ver al oficial Gordillo home office laburando desde su hogar. En principio era personal esencial, pero se tomó el alcohol en gel, pues lo confundió con gelatina de vodka. Por esto lo confinaron obligatoriamente a trabajar desde el domicilio. Luego mi madre Doña Mary contará cómo es festejar la Navidad en familia, describiendo con lujo de detalles la organización, desde cómo corretear un chancho para comerlo hasta cómo se hace el clericó con las bebidas que sobran de todo el año. Por último, Gordillo, que viaja al pasado, muestra cómo era ser adolescente en los años 90 y compara a los profesores de Educación Física de ambas generaciones. El profesor con un físico privilegiado y el profesor de antes, que tenía marcado el abdomen pero por el elástico del calzoncillo.

—¿Cómo llegaste a construir el personaje del oficial?

—El oficial nace en los años 90, cuando mi mamá me lavó un pantalón marca Club Ken y en el bolsillo de atrás se encontraba mi cédula de identidad. Para renovarla debía ir a la Policía de mi pueblo. Al llegar, me encontré con este hermoso y curioso personaje con evidentes deficiencias idiomáticas ya que decía cosas tales como “polecía”, “célula”, “decumento”, entre otras palabras con malformaciones. De ahí se me ocurrió observar operativos.

Es una hermosa satisfacción. No hay como el público en vivo. Hicimos streaming, pero el delay, la velocidad de conexión, la gente que no se puede conectar son un cúmulo de frustraciones constantes. Sirvió durante el encierro, pero ahora me parece que con la vuelta del público es definitivamente mucho mejor.

—¿Por qué recomendarías al público que no se pierda el espectáculo?

—Que no se lo pierda porque toda la recaudación del show es a total beneficio de los niños de Belén (Belén es mi señora, obviamente). Hablando en serio, es un espectáculo para todo público: se dicen solamente las malas palabras que decía mi mamá.

Es humor de barrio y siempre trato de trazar un paralelo entre nuestra infancia y vivencias con las que viven nuestros hijos o los jóvenes de hoy. Los tiempos y la tecnología han cambiado al mundo y las costumbres, y eso se transforma en divertido cuando se compara.

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