ENTREVISTA EXCLUSIVA

María Merlino: “No me di cuenta todo lo que había extrañado hasta que subí al escenario”

Con una larga carrera en obras teatrales que le forjaron un talento único, la intérprete sueña con más trabajos en cine y televisión. Recientemente fue parte de la serie que Adrián Caetano hizo sobre Sandro y ahora regresa a la actividad con un espectáculo único.

Con texto de Santiago Loza, dirección de Diego Lerman, y la magnífica interpretación de María Merlino, mañana vuelve Nada del amor me produce envidia, con funciones todos los domingos a las 19.30 en el teatro El Picadero, de Ciudad de Buenos Aires. Para saber más del regreso, diario Hoy dialogó con Merlino, y también para conocer sobre sus proyectos y su mirada de la actividad teatral en pandemia.

—¿Cómo te imaginás la vuelta?
—Yo tuve una vuelta en noviembre del año pasado, cuatro o cinco funciones en El Picadero, y también volví con Happyland. Es raro, muchos nervios, las primeras veces, se vive como si no lo hubieses actuado, una cosa muy rara, y el día del estreno en medio de la función me bajó la presión, antes se me había olvidado el texto, una laguna de ni saber quién era y después me desmayé. No me fue fácil, al domingo siguiente con mucho miedo que me volviera a pasar, pero por suerte no, y ahora como ya transité varias funciones supongo que voy a disfrutar un poco más. No sé cómo responderá la gente, cuánta gente vendrá en Enero, cuánta hay en Buenos Aires.

—Eso que te pasó, inesperado, y con una obra que tenés presente…
—Hace 12 años que hago la obra, el texto me lo sabía, pero creo que fue un stress emocional, producto de la cuarentena que vivimos, algo de la secuela invisible que todos hablan, pero por suerte ya lo pasé y estoy muy contenta de volver, en El Picadero la obra queda hermosa. Estoy con expectativas e incertidumbre, hay que escuchar lo que va pasando día a día.

—¿Sentiste durante la cuarentena la necesidad de volver al teatro?
—Me di cuenta de lo que me había pasado estando arriba del escenario, como venía durante mucho tiempo trabajando mucho, casi todos los días, me di cuenta que no había parado nunca y no sentía la necesidad de volver. No me di cuenta todo lo que había extrañado y pasado hasta que subí al escenario, con nervios, inseguridad, que si bien siempre están y es normal, acá fue algo diferente, que sé que nos pasó a varios actores y actrices.

—Inimaginable en una obra tan bella y que haces hace tanto…
—Es una obra que adoro, sigue vivo en mí todo ese texto maravilloso de Santiago Loza y la verdad es que agradezco mucho poder seguir haciéndola. Aunque sea en estas condiciones es algo que agradezco y quiero estar, quiero ser parte, estoy orgullosa de ser parte de las obras que pudieron volver, después todo el teatro independiente está parado, es una tragedia, preocupante y no sé cuál es la solución.

—Y que esto se acentuará con nuevas medidas sanitarias…
—Exacto, y hay algo que no se puede creer, antes de viajar pasé por un shopping a cambiar unas prendas de mi hijo y no lo podía creer, y el teatro cerrado, los cines cerrados, es raro.

—¿Cuándo supiste que querías ser actriz?
—Llegué en 1989 a Buenos Aires, al terminar el secundario, estudié expresión corporal en la Escuela Nacional de Danzas, que ahora es el UNA, al principio creía que iba por el movimiento y la danza y después a lo largo de esos cuatro años que duró la carrera me empecé a interesar por el teatro. Al finalizar empecé a estudiar con Alejandro Urdapilleta, luego con Ricardo Bartís, cinco años, y haciendo una improvisación para una muestra, en una terraza con parra, hice una escena y tuve la sensación de tener algo entre la locura y no, y tener la conciencia de algo de la expresión exaltada y algo agradable y felicidad y dije “yo quiero tener esta sensación siempre”, y creo que ese fue un momento en el que pensé, quiero esto, quiero ser actriz.

—El teatro es tu casa, pero has estado en películas emblemáticas del cine argentino, televisión. Re­cientemente el público más masivo te vio en la serie de Sandro, ¿es difícil ir eligiendo los roles?
—A mí me encanta hacer cine, televisión, no tengo ningún drama, me gusta, y claro que me ha tocado hacer televisión con gente muy talentosa y con un gran cuidado de la estética, a mí me encanta, lo disfruto mucho. Me parece que puedo transitarlo bien, tal vez hace unos años no me sentía preparada para trabajar frente a la cámara, ahora sí, y me gustaría incluso incursionar más por ahí, mi gran amor es el teatro, me encanta, me gusta muchísimo lo que pasa arriba del escenario, del aquí y ahora y que nunca más se va a repetir, la conexión con el público, pero básicamente me gusta actuar, me gusta eso itinerante de poder vivir los actores y actrices varias vidas, salir y entrar de eso.

—¿Qué pasa cuando volvés a un personaje conocido?
—Cuando volví el año pasado al Picadero, y con todo lo que se vive sobre las mujeres, el feminismo, hay toda una mirada nueva, además, poniendo más atención en los problemas de género, también pude tener otra visión de la obra, que siempre va cambiando porque pasaron años y yo también cambié, la obra está viva y se va resignificando y por eso sigue provocando en la gente porque a mí sigue provocándome mucho y eso se transmite a la gente.

Un clásico eterno del teatro contemporáneo

En Nada del amor me produce envidia, María Merlino interpreta a una costurera a la que el encargo de un vestido particular, por dos antagonistas, la pondrá a reflexionar sobre el contexto en el que vive y sus aspiraciones.

Santiago Loza, una vez más, entreteje una mirada lúcida y acertada sobre la historia argentina, sus claroscuros, aquello que nunca se lee en manuales, pero que se sabe a voz escondida y que tiene en la cultura del “pueblo” un eje determinante.

Desde el rumor de la eterna rivalidad entre Eva Perón y Libertad Lamarque, el autor entreteje, con la complicidad del espectador, una revisión a un momento particular en donde la mujer, la costura, el cine, las estrellas, eran un todo que posibilitaba un presente diferente frente a los lugares establecidos por mandato obligatorio para las mujeres. Merlino compone a esa costurera en disputa por las dos figuras más importantes de la escena cinematográfica y popular, de una manera sublime, entregándose, como lo viene haciendo hace años, a un espectáculo que además se apoya en la precisa ambientación, la ascética escenografía, y la música de Sandra Baylac, para generar atmósferas y climas propicios.

Diego Lerman dirige a este equipo, buceando en la narración con una coreografía que propone en el ir y venir de la máquina de coser a un maniquí el paso del tiempo, entre tangos, melodías, y una época gloriosa. Nada del amor me produce envidia se estrenó en 2008 en la sala del Sportivo Teatral, luego pasó al teatro Tadrón. Durante 2010, 2011 y 2012 la obra estuvo en cartel en el teatro La Carpintería. Entre 2008 y 2012 la obra hizo un largo recorrido por numerosas ciudades dentro del país (Azul, Benito Juárez, Bahía Blanca, Campana, Santa Fe, Santa Cruz, Rio Negro, Córdoba, Chubut, Entre Ríos y Neuquén) y numerosas presentaciones en los más diversos festivales internacionales de teatro (Colombia, Bolivia, Brasil, España, México, Francia, Costa Rica y Estados Unidos).

En 2017 y 2018 estuvo en Santos 4040, permaneciendo así en cartel durante 8 años en la escena porteña y ahora en su novena temporada, se celebran once años del estreno en El Picadero. Soledad Silveyra también interpretó la obra, en 2013, bajo dirección de Alejandro Tantanian.

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