ENTREVISTA EXCLUSIVA

Mauricio Dayub: “Un actor debe intuir un comportamiento”

El reconocido y talentoso actor y director presenta una nueva propuesta cinematográfica de la mano de Carlos Sorín. Regresó a su teatro con una obra emblemática, que volverá a representar en Mar del Plata.

Encarnando a un médico inspirado en Lucio Criado, que acompaño a María Vázquez durante sus últimos días, Mauricio Dayub vuelve al cine de la mano de Carlos Sorín en El cuaderno de Tomy, producción protagonizada por Valeria Bertuccelli y que repasa el conmovedor relato de Vázquez y el legado que dejó a todos.

En diálogo exclusivo con diario Hoy, el actor, que regresó al teatro hace horas, protocolo mediante, reflexiona sobre su trabajo y proyectos. “Algunos hemos entendido que el arte no sólo es un entretenimiento, sino que tiene algo esencial, porque la espiritualidad que llevan algunas historias las empezamos a extrañar cuando no las tenemos, y esta es una de ellas”, dice.

—¿Conocías la historia de María?
—Sí, leyendo el diario, desayunando, me conmovió mucho su historia, y años después cuando me llegó el libro recordé esa mañana donde descubrí algo ejemplar, con una actitud de nobleza enorme frente al diagnóstico que ella había recibido.

—¿Qué fue lo más fuerte que te impactó de ella?
—El punto de vista no careta, los condicionamientos sociales se han metido tanto entre nosotros que no distinguimos la verdad de lo que no, y ella iba directo a la verdad, a lo que le sentía y parecía, y eso es lo que nos conmueve al ver la película, un ser humano sensible que no actuó de una manera políticamente correcta y llevó a su marido, familia y amigos a la verdad profunda, que nos llena de felicidad viendo la película y no de tristeza porque la vida de una persona se termina.

—¿Te contactaste con el médico real?
—Sí, tuve la suerte de hacerlo, en varios encuentros, y por su generosidad pude indagar más allá de lo médico que el libro y la película me pedían, preguntándole sobre qué le pasaba a él cada vez que entraba y salía de la habitación de María, pude así hablar con él desde un lugar humano, y aun hoy profundizo sobre este punto, porque hay que estar conectado desde un lugar particular con la situación más límite que conoce el ser humano que es la muerte. El conocimiento sobre María era de primera mano, un actor debe intuir un comportamiento, y en este caso pude ahondar y profundizar directamente para ver qué podía hacer en la ficción, que no es lo mismo, pero se nutre de la vida.

—La película trae a colación el tema de la eutanasia ¿cómo lo ves?
—El tema llega en un momento de la película, pero la película no se ocupa del tema, tal vez sea tema para una próxima, pero creo que apunta más a una cuestión vital, cómo desde el legado, en este caso un cuaderno, queda para siempre plasmado el espíritu de una persona, el tema de la sedación llega al final y nos propone pensar cómo llegamos a él, y tal vez si hubiera una legislación, si no se soslaya lo que sentimos de verdad, esa burocracia no existiría, parece mentira que una persona que decide cómo terminar su vida, deba pasar por todo eso y aún no se haya podido llegar a una solución más sobre lo que hace falta, hasta ahí llega la película y nos deja pensando.

—Que en este momento se presente esto no es menor…
—Creo que el contexto de pandemia favorece mucho a la película en un sentido, porque tenemos más a flor de piel todo y te interpela a ponerte en un lugar u otro, y la protagonista elige un lugar de una actitud valiente de una hidalguía que va más allá, donde los amigos tienen que estirar su condición frente a ella, como esa escena donde la amiga se emociona más que la que se va, María se engrandece enormemente por lo que le pasa al otro, es un punto de vista que eligió Sorín para contar esto que lo pone en uno de los lugares más altos. Era un maestro pero esto lo hace sabio, todos sabíamos que estábamos llevando adelante una ficción inspirada en algo real pero de una manera superior.

—¿Cómo fue la conexión con los compañeros para llevar adelante la idea que Sorín quería?
—Creo que todos sabíamos que no estábamos rodando una película más, y sobrevolaba el espíritu de los que atravesaron esta situación, y la posibilidad de rever cómo encarar el momento se torna conmovedor. Y cuando uno quería aportar un comportamiento social estereotipado sabíamos que no iba por ahí.

—¿La locación ayudaba para meterse en situación?
—Muchísimo, y si bien no estábamos en un ala en funcionamiento, el estar cerca de esa situación no te deja actuar, las horas de rodaje eran muy vitales y la dosis de ficción era la mínima con un compromiso más allá de hacer creíbles las escenas. Para mí no era lo mismo enfrentarme a las escenas sabiendo lo que se había vivido y de una manera singular.

—¿Cómo estás viviendo la vuelta de los teatros?
—Es una buena noticia para los ánimos del montón de trabajadores del sector que hace ocho meses no tiene ingresos, y si bien esto no solucionará el problema podrá acercar una esperanza para que si el teatro vuelve aunque sea con el 30 por ciento de su capacidad y con el tiempo tener lo que teníamos. Yo retomaré en mi teatro lentamente de abajo, venía de El Nacional, con 1000 localidades, pero creo que hay que hacerlo paso a paso, aunque lo hagamos a pérdida, como lo vamos a hacer, más con la resistencia y la vocación y con el deseo que lo antes posible se pueda acomodar el público y el teatro.

—Estabas antes de la cuarentena con Inmaduros, con Adrián Suar y Diego Peretti ¿cómo sigue el proyecto?
—Hemos trabajado mucho por Zoom, adelanté escenografía, música, vestuario, libros, personajes, y te diría cuando se pueda avanzar con el aforo, porque es una apuesta grande, de inversión, en cuanto se pueda trabajar con la propuesta para los productores subirá a El Nacional.

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