entrevista exclusiva

Pablo Echarri: “El teatro es el medio donde me estoy sintiendo más cómodo”

Uno de los más talentosos y comprometidos actores del país regresa a los escenarios con uno de los clásicos teatrales contemporáneos más exitosos.

De miércoles a domingos en el Teatro Multitabarís Comafi de CABA se presenta ART, con Pablo Echarri, Fernán Mirás y Mike Amigorena. Para saber detalles de la vuelta a los escenarios del clásico, diario Hoy habló con Echarri, quien dice que la obra le devolvió sus ganas de actuar.

—Temporada en Buenos Aires: ¿qué tiene de lindo y diferente?

—Tal vez lo lindo que tiene Buenos Aires en esta fecha es que se encuentra media desierta, entre comillas, el tránsito es mucho más amable, más posible. Gracias a Dios, pasa todo lo contrario con la cartelera teatral y con la afluencia de público. Durante el comienzo de año Buenos Aires se llena de gente que no vive ahí, de las provincias, pero también de países limítrofes. Buenos Aires tiene la maravillosa particularidad de ser, probablemente, la tercera cartelera teatral del mundo. Creo que sí, ¿no? Y genera un atractivo muy interesante cuando en esta región hay vacaciones. Eso es fantástico porque cuando se abre el telón, son las fechas en las que más espectadores hay. Así que a mí me genera alegría, me genera mucho placer, sobre todo si vengo con ART. Saber que me encuentro con esa realidad, que me abrazo al teatro, que es el medio donde me estoy sintiendo más cómodo y el que más me impacta, el que más satisfacciones me está trayendo. Claramente ART es una pieza única para eso.

—¿Habías visto la puesta original?

—Sí, la había visto casi de final en su despedida con Pepe Mazza en el personaje de Marcos, que es el que yo interpreto. Recuerdo haber quedado atravesado, haberme divertido mucho y haber presenciado lo doloroso también del derrumbe de esta amistad, de cómo esta amistad se va resquebrajando con un disparador simple a simple vista. Claramente es un, ni más ni menos, puntapié. Es lo que le da el puntapié inicial a la puesta sobre la mesa del resquebrajamiento de una relación, que puede ser cualquier tipo de relación, en este caso es una relación de amistad, escrita con una pluma extraordinaria. Primero escrita por una mujer, la historia de estos tres amigos, tan reconocibles por distintos extractos sociales de quien lo vea, pero escrita a través de la mirada y por la pluma de una mujer, que le da para mí un nivel de profundidad inusual y es lo que la mantiene viva a través de los años.

—De haberla visto a interpretarla, ahí hablás de que se mantiene viva, ¿qué recuerdos tenés y qué cosas creés que ustedes aggiornaron a la hora de la puesta?

—Yo me acuerdo de que me impactó la puesta porque luego lo corroboré cuando me tocó interpretarla por la soledad de la obra. Más allá de impactarme con las distintas actuaciones cuando la vi, lo que más me impactó fue el relato, la obra en sí y ese carácter de partituras que tiene, de ópera: debe ser interpretada de forma austera y certera para poder acercarle al público toda la dimensión de lo que quiere contar. Una de las cosas que más señalan los directores, que son muy exigentes por otra parte, también por tener la certeza, la conciencia de lo que es la obra y haberla transitado durante tanto tiempo, es la necesidad del respeto a eso que ya está escrito y que debe ser respetado en su métrica e intensidad, por lo que fue conseguido.

—¿Eso es difícil? Volviendo a la comunión que hicieron ustedes tres...

—Sí, uno como actor siempre tiene el deseo de colocarle la impronta e inclusive hasta osa a veces modificar algunos nodos en texto. Yo nunca me dedico a modificar los textos, sobre todo cuando están magistralmente escritos, pero uno a veces le quiere poner demasiado impronta personal a algo que no necesita tanto, que necesita una capa o algunas capas de la personalidad de uno, pero no todas. Los directores son muy certeros conmigo en general, pero me tienen muy corto con respecto a la necesidad de ser austero y ser lo más aséptico posible e incluirle lo menos posible de mi personalidad al personaje. Siempre tiene que desaparecer el ideal de lo que la gente puede imaginar de mi persona. Tiene que desaparecer arriba del escenario para que funcione.

—Pero en el último tiempo se ha ido corriendo eso, uno ve otra cosa...

—También cambió el paradigma de las cosas que realicé, del medio en el que más me expresé, que fue la televisión en horarios centrales, en formatos que ya no se están haciendo. Creo que hay un cambio de paradigma y un cambio real en lo que es la producción y lo que es la exhibición. Entonces claramente hay una necesidad, una realidad del público que me tiene en recuerdo de que hace tiempo que no me ve en lo que me veía antes.

Entonces claramente apoyarme en un personaje tan acabado como es Marcos y teniendo también la adultez que tengo por la llegada de los años y el alejamiento también de ese medio que es el audiovisual televisivo que tiene sus particularidades hace que inexorablemente tenga que mostrar una parte mía que no está ligada a aquello. Creo que es lo bueno que tiene el tramo que mencionás

—¿Fue una elección? ¿O vos fuiste viendo todo este cambio? Hasta llegar a que hoy no hay ficción, que no veamos ficción en la tele....

—El mundo se fue transformando. El paradigma y una de las cosas que más se transformó fue la producción audiovisual en el mundo y en la Argentina se viene transformando. También viene buscando algún tipo de reglas o de herramientas que ayuden a capitalizarla y a crecer y a que no sea aplastada por esa evolución. Pero claramente el presente y el futuro ya es otro a los años que yo puedo recordarlo. Veinte años de Resistiré, hace días. Realmente el universo en el que estábamos, producíamos Resistiré, lo hacíamos, lo interpretábamos, era exhibido, el esquema de público, cómo el público se encontraba con ese contenido, cambió. Ese paradigma cambió. Y yo creo que lo que hice es ver que eso cambiaba, entonces obviamente lo acompañé. No hay una elección en la que yo pueda transformar el mundo. El mundo me transforma a mí y yo me acomodo a esa realidad.

—Pero en esa transformación por ahí hay gente que queda en el camino, ¿no es así?

—Este medio es muy cruel con respecto a eso y a veces toma las decisiones de contar con vos o no, sin una razón específica. Yo también, yo me ocupé de cultivar otros espacios y otros ambientes. El hecho de interesarme por producir o interesarme por la construcción, en general de ciertos hechos artísticos como algunas tiras o alguna película o alguna obra también, me amplió un poco el panorama. La presencia en Sagai, los 16 años de Sagai, me abre en un costado diferente donde también tiene que ver con eso que yo veía que iba modificándose o evolucionando. Estoy contento con cómo lo fui acompañando y acepto todo lo que venga, digamos, de buen grado. Soy tan agradecido con todo lo que me tocó, de la forma en que me tocó. Participo en la transformación y acepto el espacio y el rol que cumplo en esa transformación. Y sí, ahora me quedo contento.

“Recuerdo Resistiré con un amor extraordinario”

A 20 años del estreno de la emblemática tira Resistiré, que protagonizó con Celeste Cid y gran elenco, Pablo Echarri le revela a diario Hoy su paso por el programa.

—¿Qué recuerdo tenés de Resistiré? Hace poco dialogamos con Celeste Cid y ella hablaba de la vorágine, que ella tuvo que parar porque no pudo más, era como un fenómeno que la atravesó y ella era muy chiquita

—Maravilloso, cuando Celeste se puso ese personaje al hombro (tenía 18 años) lo hizo con una adultez y una certeza, una capacidad laboral de prepotencia de trabajo impactante para una chica tan joven. Fue una compañera de oro. Recuerdo Resistiré con un amor extraordinario. Eso fue un proyecto inolvidable para mí, de los que más brillaron y de los que más mejores recuerdos, más brillo me dejaron en los recuerdos y en el corazón, de los que más orgulloso me ponen artísticamente. Un género de telenovela totalmente desestructurado. O sea, tomado primero por la maestría, primero bancado por el canal, bancado por Claudio Villaruel y Bernarda Llorente de una forma concreta, debo reconocerlo, realmente lo reconozco, impulsado por dos cabezas que eran la de Mario Bellati y Santiago Segade, que nunca iban a caer en lugares comunes, producido por Gustavo Marra, un productor único, talentosísimo y sensible al más no poder. Se generó algo distinto de verdad. Los autores trabajaban y se trabajaba por impactar al público y siempre arrancarles la sorpresa. Para eso se estructuraba el relato, que lo transformaron en algo único, inédito e irrepetible.

—Además se hizo afuera, porque vendieron los derechos y era cualquier cosa…

—Bueno, porque las cosas son así, únicas e irrepetibles. Resistiré no tuvo su fuerte en el formato, la venta del formato, digamos. Era como estructura, una estructura sólida y clásica. Pero tanto Belatti como Segade se dedicaron a desestructurarla, a no ser predecibles. Eso fue fantástico, tenía un elenco increíble. Fue un momento, un tiempo donde se hicieron otro tipo de contenidos. A mí me tocó hacer varios, estaba Facundo Arana, me acuerdo, con Vidas robadas, era una novela que salía de las estructuras establecidas. Hubo un tiempo que estuvo para contar ese tipo de historias y para abofetear un poco al espectador y darle algo diferente a lo que estaba acostumbrado a consumir. Yo estoy encantadísimo de todo eso. En aquella época ya me parecía una locura, imagínate después de 20 años.

—¿Imaginás un reencuentro, a lo Friends? ¿Se juntarían 25 años después?

—¿El mundo querría? ¿Estaría dispuesto? Tal vez ponerla al nivel de condiciones a un suceso como Friends es un poco injusto, pero claramente fue un contenido que tuvo algunas generaciones detrás, a las que le genera un recuerdo muy grato.

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