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Pablo Molinero revela detalles de La peste
Como Mateo Núnez en la serie, es un exmilitar que deberá resolver una serie de misteriosas muertes y, en la nueva temporada, la desaparición de mujeres,
Pablo Molinero es el protagonista de La peste, que se ve en HBO y que va por su segunda temporada. Diario Hoy dialogó en exclusiva con el intérprete, además protagonista de las películas El verano que vivimos y El sueño se ha acabado.
—¿Cuál fue el principal desafío para encarnar a Mateo cuando comenzaste la serie?
—Tuve desafíos importantes. Vengo del teatro físico y el director no me dejaba hacer casi nada en cuanto a gestos, y ese fue el gran reto; con el tiempo veo que fue un intento de desarmarme, que vaya más al interior y en cuanto al tono algo más preciso. En cuanto a Mateo, se destaca la depresión que tiene por haber nacido en un tiempo tan oscuro, como un visionario mucho más renacentista y avanzado a su tiempo; encarnar esa depresión y no terminar haciendo un personaje depresivo, lúgubre, fue algo complejo. El director me pedía que lo llenara de vida, porque más allá de su depresión, tenía muchas ganas de vivir. No dejarse arrasar por la depresión, ése fue el reto.
—La primera temporada se estrenó en HBO en el momento más complicado de la pandemia. Aunque es ficción, predijo muchos cosas que después se vivieron en el confinamiento. ¿Cómo es participar en una serie que anticipó el presente sin saberlo en el momento que estaban haciéndola?
—Es muy interesante, porque uno se acerca al hecho creativo para aprender cosas. Esta es una serie histórica y yo no sabía cómo se hablaba en esa época, y el director nos pidió que habláramos de una manera cercana, nos alejamos de lo pomposo del castellano antiguo, para que sea cercana. Al final me di cuenta que era muy semejante a lo que pasa hoy en día. Yo estaba vestido de época, pero lo que pasaba era contemporáneo. Es como si hiciéramos una obra de hoy en día, porque hay gente con problemas económicos como hoy, gente que abusa de otra gente. Las verdaderas obras artísticas arremeten contra el ser humano, contra sus pilares, y se convierten en clásicas y universales cuando da igual la época que sea. Por eso hay algunos clásicos que se vuelven a poner de pie, porque los temas no han pasado de actualidad.