Sam Mendes revela los secretos de la creación de Imperio de luz
Injustamente olvidada en los Premios Óscar de la Academia de Hollywood, este relato es una celebración del amor y una reflexión sobre la salud mental.
Este jueves llega a los cines la galardonada Imperio de luz, de Sam Mendes (Belleza americana), una historia de amor y resiliencia en los convulsionados 80 británicos. El Empire, un cine de una ciudad costera inglesa, es el escenario principal para que Hilary (Olivia Colman), la encargada del cine que lucha por su salud mental y Stephen (Micheal Ward), un nuevo empleado que anhela escapar a otro lugar, comiencen una relación que los transformará a ambos. Colman y Ward están acompañados por Tom Brooke, Tanya Moodie, Hannah Onslow, Crystal Clarke, con Toby Jones y Colin Firth, entre otros.
“El confinamiento hizo aflorar muchos recuerdos de esa época, y eran un reflejo de muchas de las cosas que estábamos atravesando”, señaló Mendes. “Muchas personas estaban bajo una intensa presión, y hubo un gran aumento de enfermedades mentales. Se comenzaron a alzar voces también contra la injusticia racial en todo el mundo, que creo que es algo que se ve reflejado en la película. Parecía el momento justo para reflexionar sobre cómo quizás no habíamos evolucionado de la manera en la que hubiéramos querido a partir de 1981”, contó Mendes sobre el origen del proyecto.
El director incorporó reflexiones que le surgieron durante el período en el que la humanidad estuvo en confinamiento, que lo acercaron a su pasado, pero tuvo que luchar con aquellos que pensaban que no había tales aspectos propios en el guion. “Como yo no estoy en la película como personaje, puedes ver que todos daban algunos rodeos. ¿Qué aspectos son tuyos y cuáles, inventados?, me preguntaban. La gente estaba nerviosa de preguntar esas cosas en forma directa, así que debía ser muy comunicativo con eso. Me di cuenta de que se conectaba con una parte más honda de mí mismo. A pesar de que yo no estoy en la película como personaje, yo soy la película. Yo soy la cámara”, dijo.
Para lograr la imagen que creía que mejor iba a transmitir sensaciones en el relato, Mendes se volvió a unir con con el icónico director de fotografía, Roger Deakins. “Cada trabajo con Roger ha sido un viaje completamente diferente. Para este, pasamos tres semanas en la etapa de preproducción solo conversando sobre todos y cada uno de los aspectos de la película, que luego seguimos debatiendo a diario en el set. Un buen día con Roger es sencillamente cruzar una mirada, y sabes lo que te está pasando. Él me permite escenificarlo, y ambos sabemos composicionalmente qué estamos buscando, y él acaba añadiendo un factor determinante que a veces ni siquiera aprecias hasta que no estás en la sala de edición”, finalizó. El trabajo realizado por Deakins es de una calidad increíble y le ha permitido al filme obtener su única nominación en los próximos Premios Óscar de la Academia de Hollywood.