“Además de acortar el resfrío, la vitamina C tiene un montón de otras funciones”

Frente a la llegada de los primeros fríos, los especialistas aportan algunas claves para la alimentación saludable de los más chicos.

En el comienzo de la temporada de otoño-invierno, comienzan a aparecer en los niños una serie de afecciones vinculadas a la temporada. La alimentación, como primer resguardo de la salud, ocupa un lugar fundamental y al alcance de la mano para la prevención. Los pediatras, en ese sentido, refuerzan las recomendaciones de una dieta completa, saludable y equilibrada. Así, casi de manera intuitiva, apenas caen las primeras hojas y aparecen las primeras mandarinas o naranjas en las bateas de la verdulería, los padres comienzan a darles cítricos a sus hijos.

“Como todo en medicina, está discutido si sirve o no exactamente para el resfrío”, dijo la doctora María Beatriz Araujo, Jefa de Nutrición del Hospital Garrahan e integrante del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). “Sin embargo, hay trabajos importantes que confirman que sí, que sirve. La vitamina C ayuda a acortar el período del resfrío común y algunas otras infecciones respiratorias. Pero incluso independientemente de eso, esta es una estación donde tenemos disponibilidad de cítricos y la vitamina C tiene un montón de otras funciones. Por ejemplo, es un poderoso antioxidante. Ayuda a mejorar la evolución de procesos oxidativos que tienen que ver con el stress, con infecciones, etc.”

Otro elemento que suele escasear durante este período es la vitamina D, que se sustrae fundamentalmente de los rayos ultravioleta. Son pocos los alimentos que tienen vitamina D y hay zonas de nuestro país con riesgo de deficiencia, como aquellas ubicadas desde Bahía Blanca hacia el sur. “La gente que vive en el sur lo sabe bastante bien porque, durante la época de invierno, suele haber campañas con suministro de vitamina D”, explicó Araujo. “En nuestra zona, durante las épocas de mucho frío, también puede ser escasa la vitamina D. Hay que aprovechar los días de sol para exponer a los chicos un rato diario sin protector. La vitamina D está asociada con el calcio y el fósforo, entonces conviene asegurar una cierta ingesta de calcio para suplementar”, agregó.

Otro recurso valido que los pediatras suelen recomendar para los niños que acaban de terminar su período de lactancia son los alimentos fortificados con suplementos de vitaminas y otros elementos que pueden faltar en la alimentación. En ese sentido, es habitual que los padres se encuentren con problemas para lograr que sus hijos ingieran determinadas frutas y verduras frescas. “Alrededor de los dos años, los niños suelen tener algo de inapetencia porque disminuye la velocidad de crecimiento y se ponen más selectivos”, comentó Araujo. “Es común, es casi fisiológico y por lo general pasajero. Ahí uno recurre a fórmulas. En vez de leche común de vaca, las fórmulas suplementadas que llamamos de seguimiento”, dijo.

La especialista advierte que, durante los últimos años, se han fortalecido algunos problemas alimentarios específicos. Algunos de ellos están vinculados a determinadas trastornos de la alimentación y otros diagnosticados como parte del espectro autista. “En su rutina de control, el pediatra siempre va a insistir y ofrecer algunas técnicas para incorporar alimentos. Si esto se prolonga y un chico no tiene ningún aporte de lácteos (no recibe calcio) o no come ninguna fruta (no tiene nada de vitamina C), habrá que suplementarlo con polivitamínicos. De lo contrario, vamos a tener lo que estamos viendo en los hospitales: enfermedades antiguas, como el escorbuto. En otros casos, incluso rechazan grupos completos de alimentos y, por ejemplo, comen solo cosas que sean blancas. Se alimentan a fideos y papa hervida. Estos ya son casos especiales donde se requiere un análisis más importante”, concluyó.

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