Bahía Blanca: no es ninguna jornada especial para los industriales panaderos

La compleja y delicada crisis de la industria nacional tiene a los panaderos entre los actores más preocupados. Una de las necesidades básicas, con sus cuádruples dramas, contados desde el corazón de Bahía Blanca

El pan nuestro de cada día tiene cuatro patas que no están en equilibrio y eso se trasluce en las pizarras con el precio de $80 el kilo en la Provincia.

“La clandestinidad, las paritarias, los servicios de gas y luz y los insumos” son la síntesis de la problemática según explicó a diariohoy.net el empresario y dirigente sectorial Lisandro Melinsky, vicepresidente del Centro Industrial de Panaderos de Bahía Blanca.

En el día del Industrial Panadero, que se celebra cada 10 de octubre (por San Honorato, patrono de los panaderos), Melinsky detalló que “en solo un mes con el salto del dólar aumentó la harina en un 300%, promedio que supera a cualquier otro rubro”, se lamentó. “Los servicios de luz y gas son otros golpes que influyen en los costos de producción". Otro frente que sorprendió es el cierre de paritarias por parte de la Federación Bonaerense -sede en Avellaneda-.

En el "granero del mundo", comer pan está complicado. Un dueño de panadería afirmó que “no se puede trasladar muchos los costos a los precios. Ya vivimos otras épocas, pero como las paritarias acompañaban estábamos cubiertos, no es el caso ahora, donde el salario se deterioró terriblemente”.

“Los panaderos artesanales no somos formadores de precios”, deslizó al paso Melinsky, que en veinte años en el ramo vio muchas variables económicas, pero muy pocas como ésta en el que la bolsa de harina triple cero pasó de $350 -enero- a casi $1000 -octubre-.

PAN CON OLOR DESLEAL

La clandestinidad en la producción de panes que vive el Gran Buenos Aires, también se hace presente en Bahía Blanca. Hace escasos días, el intendente de la ciudad atendió el reclamo por estas fábricas que al no estar habilitadas no pueden ser detectadas fácilmente por las autoridades encargadas de la fiscalización y control.

Se arman en un garage, donde ponen el horno, la sobadora y la amasadora para producir hasta 300 o 400 kilos que salen a revender en los almacenes de barrio a un precio con el que es imposible competir para quienes hacen los aportes, pagan impuestos y alquileres.

“Por lo menos en Bahía hemos tenido una recepción a la problemática, aunque el gobierno municipal no puede bajar el gas, ni el precio de la bolsa de harina, pero sí empezar a encargarse de la clandestinidasd que es lo que les compete”, puntualizó Melinsky.

“El consumidor final -agregó- ni siquiera sabe que está comprando pan ilegal, con las cuestiones bromatológicas, y con la ruptura del mercado que trae aparejado que los que están en blanco no puedan seguir trabajando como deben hacerlo y hay quienes se quieren pasar a trabajar en negro”.