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Bruce Springsteen: dinamita en el escenario

Este gigante del rock tiene orígenes proletarios, de los que nunca renegó, y conserva suficiente aire en los pulmones para mantener viva su leyenda.

Su recorrido fue vertiginoso: de la marginalidad al aplauso de las multitudes. Bruce Springsteen nació el 23 de septiembre de 1949, hijo de una pareja de trabajadores del pueblo de Freehold, Nueva Jersey. En sus venas se fundió sangre italiana e irlandesa. El padre, Douglas, conducía micros de larga distancia. “Mi viejo era un genio de las carreteras, lo que más le gustaba era conducir y preocuparse por los coches”, contó. Durante su infancia fue visto como un bicho raro.“La gente pensaba que no era normal, porque tenía una expresión rara en la cara. En ese tiempo odiaba a la escuela, ya que allí me apodaban el mamarracho de la clase y lo único que acumulaba era rencor”, recordó. Pero ya por entonces iba construyendo un arma de seducción que manejaría expertamente a lo largo de su vida, la música.

De niño había visto por televisión a Elvis Presley y quedó fascinado. Fue un Big bang en su vida, que hizo nacer de la nada un universo que decidió habitar por siempre, cuyos planetas mayores eran Los Beatles y Los Rolling Stones.

Su primer grupo se llamó Dr Zoom and The Sonic Boom, llegaba a su fin la década del 60 y Bruce no sospechaba que el éxito estaría esperándolo a la vuelta de la esquina. John Hammond, un cazatalentos de la empresa discográfica CBS le haría firmar su primer contrato y la revista Rolling Stone ya veía en él el futuro del rock and roll. Su disco Born to run tendría efectos sísmicos en la escena del rock y sería portada de revistas como Times y Newsweek.

Sus recitales son un río de energía que no amengua su caudal ni un solo instante. “Quiero tocar con tal potencia para que cada uno de los que recojan mis sonidos sientan que soy uno de ellos y que ellos deben transformarse en muchos más”, explicó. Pero no se trata de solo frenesí ni ritmo incontenible, sino también de convicciones.

En los años 80 tuvo un decidido acercamiento a la revolución sandinista, a la figura de Nelson Mandela y a las Madres de Plaza de Mayo. El 15 de octubre de 1988 se realizó en el estadio Monumental un festival organizado por Amnesty Internacional en el que participaron figuras como Sting, Tracy Chapman y Boss Springsteen, quien en pleno gobierno de Donald Trump lo llamó “imbécil” y consideró a su presidencia una tragedia para la democracia. Sus posturas progresistas le valieron una merma de público en su país, aunque su poder de convocatoria en Europa se mantiene intacto.

Un obrero irredento

En 2009 publicó su autobiografía Born to run, en la que dice: “Escribir sobre uno mismo es algo muy curioso. Pero en un proyecto como este el escritor hace una promesa: mostrarle su mente al lector. Y eso es lo que he intentado hacer en estas páginas”. El libro recorre su juventud, mostrando cómo pasó de la periferia del anonimato a la centralidad de la fama. Allí están narradas sus primeras actuaciones, sus viajes iniciáticos y sus amistades. Además, ahonda en el mundo de sus canciones y cuenta el proceso de gestación de muchas de ellas, las obsesiones que acompañaron su vida. Escribir el libro le llevó siete años.

En la actualidad lleva una vida reposada, cuidando con libros su inteligencia y con gimnasia su cuerpo: “Si no hago tonterías, mi cuerpo hará todo lo que necesito para poder dar un espectáculo tal y como lo hacía cuando tenía 35. Tiene mucho que ver con lo que hago cuando no estoy en el escenario”, dijo. Así vive el artista, a quien la escritora española Rosa Montero definió así: “Es la alegoría de la integridad: de la nada al éxito sin perder sus bíceps de minero, sus manazas de conductor de camiones y su rudo perfil de obrero irredento”.

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