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Charles Aznavour, una de las voces más entrañables de Francia

Nació en París, pero se enorgullecía de su origen armenio. Compuso más de 1.000 canciones, grabó más de 60 discos y vendió más de 100 millones de copias.

De lejos, por la estatura, el peso y el porte, parecía un jockey. De cerca, un boxeador peso pluma. Tenía un rostro de rasgos endurecidos, el pelo ralo y ropa de buen corte. Nació el 22 de mayo de 1924 en Saint-Germain-des-Prés, un barrio de tiendas elegantes, restaurantes caros y la iglesia medieval más antigua de París. Hijo de un barítono de Tiflis y una comediante de Estambul, emigrados a París en 1923, a los 9 años, en un fonógrafo de la plaza Saint Michel, oyó la voz de Maurice Chevallier y decidió su porvenir. Entró al mundo del espectáculo desde muy niño: primero, como bailarín caucasiano en el restaurante de sus padres en París, y como imitador, a los 12 años. Después fue vendedor de diarios y ayudante en una pastelería. Decía que cada uno es el guionista de su vida, que lo que llamamos “suerte” no es sino una coartada de los que no se atreven a hacer su propio camino: “La suerte no existe, hay que fabricarla. En la vida, nunca tuve suerte”. Integró el dúo Roche-Aznavour, con el que realizó una exitosa gira por Estados Unidos y Canadá. Pero, de regreso a Francia, quiso probar suerte como solista.

En 1956 fue la consagración en el Teatro Olympia. Ese mismo año sufrió un accidente en automóvil y el médico le dijo: “Queda claro que usted nunca más tocará el piano”. Tardó 18 meses en volver a tocar el piano y 3 años en poder volver a hacerse el nudo de la corbata. Le realizaron tres operaciones para hacerle falsas articulaciones. Lo llenaron de acero y plástico, pero siguió tocando, cantando y componiendo.

Se enamoró del cine, “esa bestia fantástica, con su único ojo aterrador que es la cámara”. El gran papel lo esperó en Disparen sobre el pianista, de Francois Truffaut. Antes de iniciar la filmación, Truffaut lo visitó muchas veces. Llegaba, se sentaba y pasaba horas sin hablar, observando a Aznavour: “Me miraba vivir”. Después actuó en El paso del Rin, Un taxi para Tobruk, Les quatre verités, en un episodio dirigido por René Clair.

Decía que había aprendido a vocalizar escuchando a Carlos Gardel, tenía todos los discos del morocho cantor. Su otro ídolo era Al Jonson. Tuvo que vencer muchas adversidades para volverse también él un ídolo: “Soy un ser fuerte. Tengo la debilidad de los fuertes. Cada vez que me equivoco saco una buena enseñanza”. Aseguraba que “para triunfar se necesita un doble talento: el de hacer lo que hay que hacer y el de saber rodearse, escuchar a los demás. Cuando me encuentro con alguien importante, me callo y escucho. Con Chevalier, me callo. Con Édith Piaf cerré la boca durante ocho años. Así aprendí mucho y sigo aprendiendo”.

Édith Piaf conoció a Charles Aznavour en Le Petit Club, un lugar frecuentado por la bohemia del París de entonces. Le pidió que compusiera una canción para ella. A los pocos días, Aznavour le entregó Il pleut, una canción que habla de una ciudad enfriada por la lluvia, en la que las ventanas tienen lágrimas en los ojos y todos los errores se vuelven compañeros tristes. Édith le propuso que lo acompañara en su próximo viaje a Estados Unidos. Los biógrafos dicen que allí comenzó una historia de amor que duró unas semanas, que fue el prólogo de una amistad que duró toda la vida. Él le compuso nueve canciones. Le dijo a un amigo, en una carta: “Adoro cada momento de ser esclavo de Piaf, no podría haber tenido un aprendizaje mejor, ¡créeme!”.

Su sueño era ser un cantor popular que no sacrificara la calidad; para eso se dedicó a componer canciones que conectaran con la sensibilidad de los oyentes: “Mi objetivo no es llegar a una élite distinguida, sino llegar lo más ampliamente posible a los seres que se asemejan universalmente por el corazón”. Lo logró con temas como La Bohème, Je m’voyais déjà, For me formidable, Venecia sin ti y She.

Murió a los 94 años y hasta el final se siguió subiendo a los escenarios: “¡Es mi vida! Soy cantante, compositor e intérprete. Empecé subiéndome al escenario a los 9 años. Tener la capacidad de comunicarme con el público es lo más importante para mí. Mientras tenga esa capacidad y fuerza, además de voz, ¡voy a seguir actuando!”. Sus canciones han sido interpretadas por artistas como Bob Dylan, Sting, Elton John, Liza Minnelli, Elvis Costello y Ray Charles.

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