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De Tilcara a la Antártida: la historia de la primera ingeniera civil de la Fuerza Aérea

Delia Condorí es la primera mujer de la FAA en pisar la Base Petrel. En el mes en el que se celebra el Día Internacional de la Mujer Ingeniera, diario Hoy recorrió junto a ella su experiencia.

Cuando la primer teniente Delia Condorí pisó la Base Petrel sintió la hostilidad de los 42 grados bajo cero en el rostro: como mil agujas, el frío se le clavó en la única parte del cuerpo que llevaba a la intemperie. Antes, desde las alturas, el impacto había sido visual. A bordo de un Hércules, primero, y de un helicóptero, después, intentaba retener en su memoria la fotografía mental de la inmensa blancura, los icebergs y la fauna marina.

Entre los días 3 y 4 de junio, la jujeña viajó al Continente Blanco como parte de una comisión, que tenía por objetivo analizar la factibilidad de la construcción de una pista de aterrizaje de aeronaves. Aquella fue la primera vez que una mujer de la Fuerza Aérea Argentina pisó la remota Base Petrel en la Antártida.

“En realidad nunca tomé dimensión de que era la primera mujer en ir a la Base Petrel, ni tampoco en ser la primera ingeniera civil en integrar la Fuerza Aérea”, reveló a diario Hoy Delia Condorí.
“Cuando ingresé quería estar en esta Fuerza, porque quería hacer trabajos viales, civiles, algo que esta hace. Esta fue siempre mi meta. Después, en el camino me fui enterando estas cosas y sí, una se siente un poquito especial. Pero nada más que eso”, agregó.

Un recorrido de norte a sur

Delia Condorí es oriunda de Tilcara, Jujuy. Su profesión hizo que conociera el sitio más austral del territorio argentino: la Antártida.
“Yo nací en Tilcara, en La Quebrada de Humahuaca, que queda al norte de Sal Salvador de Jujuy y es Patrimonio de la Humanidad. Después, literalmente fui bajando: a los cuatro años me fui a San Salvador, donde hice la primaria y la secundaria; después bajé hasta Salta, donde estudié Ingeniería Civil en la Universidad Nacional salteña. Los ingenieros civiles tenemos un abanico grande de actividades y, cuando estaba haciendo la tesis de grado, decidí que quería inclinarme hacia la parte vial. Después, investigando las posibles salidas, llegué a la Fuerza Aérea. Ahí seguí bajando, porque de Salta me vine a Buenos Aires”.

En Buenos Aires se encuentra cursando su maestría en Ingeniería en Transporte en la UBA. Y si de abrir caminos se habla, ella ya hizo el propio y con su ejemplo dejó la puerta abierta: “Aunque hacer todo esto es para mí hacer lo que tengo que hacer, es decir hacer mi trabajo, me doy cuenta de que muchas veces hay cosas que nosotras las mujeres, o incluso quienes somos del interior, pensamos que no son para nosotros, que no podemos llegar o que nos va a costar mucho. Yo siempre sentí que se podía, pienso que uno tiene que ser fiel a lo que uno quiere hacer y buscar los medios para intentar hacerlo”, reflexionó.

Acerca de su experiencia en la Antártida, Condorí contó: “La verdad que es algo mágico, es como estar en otro mundo. Era la primera vez que iba a la Antártida y en el recorrido me tocó conocer dos bases; hicimos un tramo en un Hércules para ir de Río Gallegos a Marambio y después Marambio - Petrel en helicóptero. Y tuve la sensación de estar viendo un paisaje de otro mundo, los glaciares inmensos, incluso se podían ver animales como lobos marinos. Fue algo mágico. Los días que estuvimos la temperatura fue de -22°C, pero fueron días de viento, lo que hacía que la sensación térmica fuera de -42°C. Igualmente, con la ropa que se usa se pasa bien. Además, nos avisan cuánto tiempo podemos estar afuera expuestos a la intemperie. Hay que respetar ese tiempo”, advirtió.

“Una noche salí afuera, un ratito porque no se puede estar mucho tiempo fuera del alojamiento, y miré las estrellas: ahí sentí que somos un puntito en medio de la nada”. concluyó.

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