Cultura
Cuando La Plata tuvo Rey: la historia de Los Redonditos de Ricota
Fue una banda platense que provocó un auténtico fenómeno de masas que trascendió lo musical, y que fue analizado con mucha documentación en un libro recientemente reeditado. Diario Hoy conversó con uno de los autores.
Todo empezó en la ciudad de La Plata. Aquí se formó este grupo que empezó tocando en salas pequeñas y luego daría el salto a los grandes estadios. Mariano del Mazo y Pablo Perantuono hicieron casi un centenar de entrevistas para aproximarse a este misterio y dar cuenta de muchas de las historias protagonizadas por los integrantes de esta banda (Patricio Rey y sus Redondidos de Ricota) con nombre de leyenda.
Diario Hoy estableció contacto con uno de los autores del libro, el periodista Mariano del Mazo.
—Han pasado seis años desde la edición original, ¿qué devolución han tenido del libro por parte de los protagonistas?
—Muy buena. Sobre todo de parte de Skay (Eduardo Beilinson) y Poli (Carmen Castro). El Indio Solari no dijo nada en contra, lo que puede tomarse como un elogio.
—En esta nueva edición cuentan con un prólogo de Mariana Enríquez. Podrían decir: “Esa estrella es mi lujo”.
—Totalmente. Pensamos en varias personas y después nos dimos cuenta de que la indicada era Mariana Enríquez. Lo que no sabíamos era que ella iba a escribir un texto en primera persona y hablando de experiencias vividas en ese momento tan importante en la vida de un ser humano que es el fin de la adolescencia. Yo considero que Mariana, con su estilo dark, es tal vez la mejor escritora argentina de la actualidad. Un prólogo con esa potencia te cambia el libro, porque con semejante puerta de entrada uno se predispone al libro de otra manera. Creo que es un complemento bárbaro. Y dice algo que es formidable: “Cada uno tiene Los Redondos que le tocó en suerte”.
—¿Cómo lograron esa unidad de estilo que tiene el libro?
—Con Pablo Perantuono, nos tenemos un alto respeto el uno por el otro. Cada uno escribió su parte y después nos cruzamos los textos. Francamente, el 80% de la primera parte es mío y el 80% de la segunda es de Pablo, y no creo que se note mucho. Tenemos tres o cuatro consignas, que yo las aplico para mis notas y él también: oraciones cortas, pocas subordinadas, tratar de meter información en cada párrafo, que nada sobre.
—Ustedes cuentan que fue un platense quien les dio el envión original, Oscar Jalil.
—Oscar Jalil fue para nosotros algo así como el oráculo de La Plata. Fue clave en el primer envión; porque para toda la primera parte, es decir, la parte platense o los proto-Redonditos, nos dio su agenda. Nos dio una cartografía de la ciudad de La Plata muy importante. Recuerdo con mucho cariño nuestras incursiones en La Plata.
El revés de la trama
A lo largo de su historia, aparecen lugares emblemáticos asociados a alguna andanza ricotera, como el Pasaje Rodrigo, donde Skay dictaba con un silbato a cada uno de los otros músicos dónde entrar para musicalizar las películas experimentales del Indio Solari. Esas largas zapadas lentamente irían convirtiéndose en canciones.
—¿Te acordás la primera vez que viste a la banda?
—Yo estudié Periodismo en un terciario y me recibí. Leí un avisito en la revista El Porteño que decía: “Taller de neoperiodismo dado por Enrique Simms”. En la tercera o cuarta clase, Simms estaba dando algunas coordenadas sobre cómo hacer una entrevista y nos dijo: “Hagan una entrevista”. Yo elegí Los Redonditos de Ricota, Simms me dio un número de teléfono. Llamé y me atendió Poli: “Sí, cómo no, veníte”, me dijo. Me atendieron como si fuese un periodista del New York Times. Estaba el Indio, Poli, Skay, el querido Willy Crook orbitando la escena y tocando el saxo. Fue la primera vez que probé fernet en mi vida y, como era tan pibe y tenía tantos miedos, no me negué. Lamentablemente, ese casete no tengo ni idea dónde está. Pero fue una entrevista bárbara para un taller de periodismo, que marca que Los Redondos eran una banda muy marginal.
—¿Qué semblanza harías de cada uno de los integrantes de esa tríada: Indio, Skay y Poli?
—El Indio es una persona fascinante, una persona cultísima con un ego muy importante. Me parece que si hay un genio en Los Redonditos es él, no tanto como cantante sino como letrista. Respecto de su condición social, es uno de los pocos Redonditos originales que tuvo que laburar para ganarse el peso. Skay es un místico, un hippie verdadero, muy bondadoso, muy educado, alguien que -como dice Fabián Casas- practica “el arte de la invisibilidad”. Skay camina por Palermo y no lo conoce nadie, no lo saludan. Y Poli es una hechicera, que parece salida de la meseta mexicana, con un pasado misterioso. Una mujer que manejó con rienda corta una banda de rock en los años setenta, ochenta y noventa. Una mujer que -como contaba Willy Crook- no permitía que se metiera ninguna groupie a los camarines. Una mujer que negociaba con la Policía, con los grandes empresarios, con los intendentes.