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El día que Papá Noel fue ejecutado

Claude Lévi-Strauss investigó los orígenes de la Navidad y reflexionó sobre todos los símbolos que encierra ese ritual, a partir de una quema pública hecha por la Iglesia de Francia.

El 23 de diciembre de 1951, en un auto de fe a la manera de los tiempos de la Inquisición, una figura de Papá Noel fue ahorcada y quemada públicamente en el atrio de la catedral de Dijon. Ese hecho fue motivo de profundas reflexiones por parte del antropólogo y ensayista Claude Lévi-Strauss, quien ya para entonces había publicado dos obras que le valieron reconocimiento mundial dentro de su disciplina: Vida familiar y social de los indios Nambikwara y Las estructuras elementales del parentesco. El intento de la cúpula religiosa francesa de reprimir una festividad muy antigua por considerarla pagana suscitó una fuerte polémica social en la que no quiso permanecer ajeno este ­intelectual especialmente dedicado a conocer los íntimos mecanismos de los comportamientos sociales.

Algunos meses antes, las autoridades eclesiásticas, a través de algunos prelados, habían expresado su desaprobación frente a la creciente importancia dada por las familias y el comercio al personaje de Papá Noel. Denunciaban una “paganización” preocupante de la fiesta de la Natividad, que desviaba al público del sentido intrínsecamente cristiano de esta conmemoración en provecho de un mito sin valor religioso. Estos ataques recrudecieron en vísperas de la Navidad, uniendo la Iglesia protestante su voz de repudio.

La ejecución pública de Papá Noel, quien fue ahorcado en las rejas de la catedral de Dijon y quemado públicamente en el atrio, se desa­rrolló en presencia de varios centenares de niños de instituciones de beneficencia regenteadas por la Iglesia francesa. Fue decidida con el apoyo unánime del clero, que había condenado a Papá Noel por usurpador y herético. Lo acusaban de paganizar la fiesta de Navidad, al instalarse en ella como un pájaro cucú invasor. Le reprochaban sobre todo haberse introducido en las escuelas públicas, donde el pesebre está escrupulosamente prohibido.

El asunto dividió en dos a la sociedad francesa. Los orígenes de la celebración del 25 de diciembre tenía muchas similitudes con las Fiestas Saturnales que celebraban los romanos en honor al dios de la agricultura y la cosecha. No obstante, en aquella Navidad el suplicio de Papá Noel estuvo en la primera plana de los principales diarios y revistas. Se reveló un divorcio entre la Iglesia y la opinión pública. Para Claude Lévi-Strauss, el asunto encerraba realidades más profundas: “Estamos en presencia de la manifestación sintomática de una acelerada evolución de todas las costumbres y las creencias, en Francia primero, pero también en otras partes del mundo. No todos los días el etnólogo tiene la posibilidad de encontrar, en su propia sociedad, el crecimiento súbito de un rito, incluso de un culto, buscar sus causas y estudiar su impacto sobre las otras formas de la vida religiosa y, finalmente, tratar de comprender a qué transformaciones mentales y religiosas corresponden unas manifestaciones visibles que la Iglesia, con una experiencia tradicional al respecto, supo comprender, al menos en la medida en que se limitaba a asignarles un valor significativo”.

Entrenamiento de la bondad

Papá Noel viste como un rey. Su barba blanca, sus pieles, sus botas, el trineo en el que viaja evocan el invierno. Es un viejo que encarna la bondadosa autoridad de los ancianos. Aceptando todo eso, el antropólogo francés se preguntaba: “¿En qué categoría se le puede situar desde el punto de vista de la tipología religiosa?”. Ensaya una respuesta: “La creencia en Papá Noel no es solamente una mistificación de los adultos infligida por gusto a los niños; es, en gran medida, el resultado de una transacción muy costosa entre las dos generaciones”. Es una manera de lograr el buen comportamiento de los niños a cambio de regalos que llegarán hacia el final del año.

También indaga en sus orígenes históricos: “El Papá Noel de Europa occidental, su ­predilección por las chimeneas y los zapatos resulta meramente de un desplazamiento reciente de la fiesta de San Nicolás, asimilada a la celebración de la Navidad. Las transformaciones son más sistemáticas de lo que el azar de las conexiones históricas y calendáricas podría hacerlo admitir. Un personaje real se volvió personaje mítico; una emanación de la juventud, simbolizando su antagonismo con los adultos, se convirtió en símbolo de la edad madura, traduciendo su disposición bondadosa hacia la juventud”. Un ser bonachón escondido detrás de una barba postiza que busca aleccionar a los niños en el entendimiento de que la felicidad de un regalo llegará al cabo de un riguroso entrenamiento en la bondad.

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