El maestro de Joaquín Sabina y Jorge Drexler

El cubano Alexis Díaz Pimienta, además de cuentista y novelista, es el mayor improvisador y decimista contemporáneo. Actualmente vive en España.

Alexis Díaz Pimienta es un escritor cubano de talentos múltiples. Poeta, novelista, cuentista, autor de la titánica tarea de llevar en verso al Don Quijote de la Mancha. Ejerce la docencia dando cursos sobre el arte de la improvisación y de las décimas, del que han sido alumnos, entre otros, Jorge Drexler, Ismael Serrano, Pedro Guerra y algunos de los mayores raperos en nuestra lengua. Joaquín Sabina, cuando lo invitó a participar en el Carnaval de Cádiz, lo llamó “el mayor decimista del mundo”. Lleva más de 25 años viviendo en Andalucía: primero estuvo radicado en Almería y luego se mudó a Sevilla, capital de la comunidad andaluza y una de las ciudades más hermosas de España.

Nació en La Habana en agosto de 1966. Desde niño, ya tenía decidido volcarse a la escritura y al repentismo. Cuando cumplió 11 años, un maestro de secundaria llamado Alfredo Barrios le regaló un diccionario de la rima. Era una edición de Losada del año 1946. Ese pequeño manual le permitió redescubrir el mundo, pues hasta ese momento todo su juego con las palabras y la improvisación venían de la oralidad, pero ni siquiera sospechaba que pudiese reunirse todo ese material valioso al respecto. Más tarde, la palabra lo ha llevado a conectar las dos orillas del Atlántico e incluso a publicar su propio diccionario con el que trabajaría en las escuelas en Cuba. Su devoción por la tradición oral, la agilidad de la rima, el vértigo de la improvisación y su pasión por la décima lo convirtieron en uno de los mayores repentistas de Hispanoamérica, un género que actualmente se ha extendido entre los jóvenes al ritmo de hip hop y las populares batallas de freestyle.

Como docente y promotor cultural, en el año 2000 fundó la Cátedra Honorífica de Poesía Improvisada, con sede en la Facultad de Música de la Universidad de La Habana, y es fundador y director de la Academia de la Oralitura. A propósito de las reglas de la improvisación, alguna vez señaló: “Hay muchas formas de la improvisación. Ya se han puesto de moda todas. Durante siglos, cuando se hablaba de improvisación, se pensaba en la improvisación poética. A partir del siglo XX, renace la improvisación teatral, renace la improvisación musical. Y en otras ramas del arte, la improvisación vuelve a tomar valor en la danza, en la literatura, etc. Pero la improvisación específica es la que nosotros llamamos repentismo, y tiene distintos nombres en todos los países de habla hispana. He creado un método, que yo fundé hace 20 años, una cátedra de improvisación que ha dado como resultado que haya cientos, miles de jóvenes que se dedican al arte de la improvisación poética”.

Ha trabajado durante más de 35 años en la radio y la TV cubanas, ha participado en numerosos congresos y festivales en países tan disímiles como México, Colombia, Venezuela, Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador, Puerto Rico, Panamá, Brasil, Cuba, España, Italia, Francia, Rusia, Serbia, Portugal, ­Alemania, Suiza, Argelia y Siria. Es autor, entre otros libros, de El huracán anónimo, El gran libro de Chamaquili, Prisionero del agua y Maldita danza. A finales de 2008 dirigió artísticamente la grabación de un disco y DVD para Unicef, en La Habana, Rimando con mis derechos, una obra en la que decenas de adolescentes cubanos convierten en décimas y canto los derechos universales de la infancia.

Este cubano decidor y amigo antiguo de las palabras es la demostración cabal de que la improvisación tiene mucho rigor, un maestro en el arte de crear dificultades para luego salvarlas con gracia. Su estilo se emparenta con la payada criolla, forma poética muy popular en el siglo XIV y que aparece, con su contrapunto improvisado, en el ­Martín Fierro.

Para Alexis Díaz Pimienta, ser escritor significa desnudarse sin pasar vergüenza, una manera de striptease anímico y existencial. Asimismo, como repentista ha recorrido los teatros de más de 30 países de los cinco continentes y compartido escenario con artistas de la talla de Silvio Rodríguez, Jorge Drexler, Joaquín Sabina, Javier Ruibal, Vicente Feliú, Compay Segundo y Mariana Carrizo. Pero, sobre todo, ha demostrado que la magia es, en realidad, una técnica. Y que esa técnica siempre puede perfeccionarse.

La historia del caballo de oros

“Arrojaron las herramientas y empezaron a aplaudir al caballo de oros, lo habían reconocido, aunque lo conocían nada más que por referencias lo habían reconocido, era él, el mismísimo caballo de oros que había bajado del naipe a la tierra y desfilaba al galopito alegre entre los parias...”. Ya había muerto Jorge Luis Borges en Ginebra cuando Erven Lucas, relojero de oficio, descendiente de ­relojeros en línea masculina, puso una cerrajería. El abrupto giro laboral surgió por un cambio de paradigma mundial de los relojes mecánicos que se tradujo en implicancias políticas a nivel nacional con la apertura de importaciones de la manufactura electrónica, sobre todo asiática.

El habitual grupo de hombres sentados en la mítica mesa vespertina del bar narra esta dramática historia en un coro de voces (“los caballeros de la vieja guardia”) afinadas con la nota que marca la taza del café y el humo de los cigarrillos. Yuxtapuestas y prismáticas, las historias que se cuentan aparecen como un rompecabezas que evoca la aventura del personaje y lo va construyendo in absentia, como en un homenaje, un reconocimiento en vida. Saber escuchar, entonces, es uno de los desafíos del lector.

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