El silencio mata: la hepatitis es tan mortal como el VIH

Alertan las cifras que trascendieron en un estudio publicado en la revista The Lancet. Allí se reveló que en el 2013 fallecieron 1,45 millones de personas a causa de hepatitis. En la Argentina se estima que más de 1 millón de personas conviven con los tipos B y C y lo desconocen.

Las cifras hablan por sí solas. Un reciente informe de la revista The Lancet destacó que las infecciones por hepatitis y sus complicaciones causaron 1,45 millones de muertes en 2013 en todo el mundo, a pesar de la existencia de vacunas y tratamientos.

Asimismo, datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) mostraron que las muertes relacionadas con el VIH ascendieron a 1,2 millones en 2014, mientras que la tuberculosis causó la muerte de 1,5 millones de personas en el mismo período.

La llamada hepatitis viral nuclea a cinco formas diferentes del virus (A, B, C, D y E). Algunos pueden propagarse a través del contacto con fluidos corporales infectados y otros -como el A y E- a través de alimentos o agua contaminados.

La mayoría de las muertes en el mundo se deben a los tipos B y C, que pueden causar daño hepático grave y predisponer a las personas al cáncer de hígado. Así y todo, debido a que las personas no siempre manifiestan síntomas de la infección en los estadios iniciales, pueden no ser conscientes de los daños a largo plazo hasta que sea demasiado tarde.

Los científicos del Imperial College de Londres y la Universidad de Washington examinaron datos de 183 países, recogidos entre 1990 y 2013, y encontraron que el número de muertes relacionadas con la hepatitis viral aumentó en más del 60% en dos décadas. Mientras tanto, los fallecimientos por enfermedades como la tuberculosis y la malaria cayeron en el mismo período.

De ahí que la estrategia presentada por la OMS en mayo de 2016 incluye objetivos para reducir los nuevos casos de hepatitis B y C en un 30% para el año 2020, junto con una reducción del 10% en la mortalidad. Según el organismo, los países y las organizaciones tendrán que ampliar los programas de vacunación, centrarse en la prevención de la transmisión madre-hijo de la hepatitis B y aumentar el acceso al tratamiento para la hepatitis B y C, para ayudar a garantizar que se cumplan estos objetivos.

Al respecto, González Ballerga sostuvo que las formas de prevención son claras. "Lo principal es acudir al médico. Todos las personas mayores de 50 años, tengan o no antecedentes, deberían realizarse estudios para detectar infección por hepatitis C, al menos una vez en la vida. Asimismo, toda la población sexualmente activa y/o en estado fértil debería estar estudiada y vacunada contra el virus de la hepatitis B. En cuanto al alcoholismo, la prevención es la abstinencia o la contención profesional, en los casos más severos", detalló.

Como conclusión, González Ballerga destacó: "El avance de la medicina en la actualidad brinda excelentes perspectivas, los tratamientos médico-farmacológicos funcionan muy bien. Un paciente con cirrosis, que esté compensado, no tiene el peor pronóstico, como sucedía tiempo atrás. Si se retira la causa de la lesión, es decir, si se combate el virus o se evita el consumo de alcohol, la lesión puede incluso retrogradar. Si el paciente no está compensado, es un poco más difícil desandar el camino, pero aún así hay perspectivas de tratamiento".