Entrevista a Maximiliano Costagliola, un novelista de nuestra ciudad

Complejo de Dios se titula el nuevo libro de este escritor que, si bien nació en Berazategui, vive en La Plata desde hace mucho tiempo.

La primera novela de Maximiliano Costagliola, El arponero del aire, ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes en 2011 y fue finalista del premio Emecé. Con Las llaves, ganó el primer premio de relato corto María Eloísa García Lorca, en Melilla, España. Acaba de publicar Complejo de Dios, una novela que nos obliga a interrogarnos en profundidad en esa trama de misterios que llamamos “la condición humana”.

—¿Cuál es la historia que narra la novela?

—Complejo de Dios cuenta un día en la vida de Prioti, un médico cardiólogo que trabajaba en urgencias rescatando moribundos con un pie en la fe clínica y otro en la inspiración mística. Imbuido de un sentimiento de omnipotencia, Prioti no tolera el fracaso. Por eso, cuando un suceso fatídico irrumpe en su vida, esta se fractura y se desmorona irreversiblemente. Prioti deviene médico forense y se exilia en Tilcara, Jujuy. Trabaja en la morgue y está desconectado de su familia. El cadáver de una joven de 30 años que se suicidó empujará su vocación hasta el extremo de lo enfermizo. Sin poder encajar en la vida ni en el suicidio, Prioti encontrará una extraña y espeluznante forma de redención.

—¿Cómo nació Prioti, el personaje principal?

—Prioti nace de la pregunta por las posibilidades y los límites de lo humano. Pero también de las zonas más oscuras de nuestras mentes. Con más precisión, Prioti es un representante de cómo la obsesión por la trascendencia puede adquirir un tinte macabro y espeluznante.

—El protagonista está obligado a caminar por las fronteras de la muerte, y cree que la vida es algo que se puede contrabandear de un lado a otro de esa frontera. ¿Ves analogías con aquellos escritores que con la ficción son capaces de dar vida o muerte, o son complejos diferentes?

—Es una pregunta interesante. Creo que podría tratarse del mismo complejo, especialmente en aquellos escritores que confunden su vida con la ficción. Está claro que muchos escritores y escritoras han creado obras o personajes que los trascenderán, pero se trata de una forma de trascendencia severamente limitada. Si somos capaces de tomar un poco de distancia y mirar en perspectiva, notaremos que la literatura es y seguirá siendo un nicho muy reducido. Por otra parte, permanecer en la memoria de la gente póstumamente es la única forma de trascendencia que nos es dada y ahí reside la paradoja.

—¿La muerte es un fantasma asiduo o lo exorcizás con la literatura?

—Lo era. Pero ‒y esto se anuda con la respuesta anterior‒ jamás pude exorcizarla con la literatura, quizás porque esta nunca funcionó catárticamente en mi caso; ojo, tampoco pretendí ni pretendo que lo haga. Creo que la literatura debe ser ante todo apuesta y riesgo, y eso está reñido con la idea de exorcismo.

—¿Qué podés contar de otro de tus libros que está próximo a aparecer, Teoría de conjuntos?

—Aunque haya ganado el primer premio municipal de la ciudad de Buenos Aires, esa novela aún está inédita y por ahora no tiene editor. Lo que sí sale este año es un libro de cuentos que se llama Posdatas sobre la muerte, que, lejos de lo que su título sugiere, es una colección de relatos vital y festiva de ese misterio que es la muerte.

—Contá algo de tu guion cinematográfico ­Honrarás a tu padre.

—Honrarás a tu padre, resumiendo, cuenta la historia de dos hermanos que, luego de la muerte de su madre, buscarán sobrevivir a un padre que los había abandonado y regresa para someterlos a un infierno psicológico y físico.

En cuanto a sus posibilidades de ser filmado, estamos esperando que se forme una comisión en el Incaa para recibir un subsidio. En Argentina es muy difícil de filmar sin un apoyo de estas características.

—¿Qué te ofrece el cine que la literatura no? ¿Se retroalimentan ambas actividades, o transitan por carriles diferentes?

–Si bien técnicamente son muy diferentes (la escritura cinematográfica es infinitamente más despojada y está más pautada que la narrativa), sin duda se retroalimentan. El cine es ni más ni menos que una narración con imágenes. En cuanto a si la escritura cinematográfica me ofrece algo que la literatura no, es el vértigo y la inmediatez.

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