cultura

Federico Luppi, de Berisso a España

Luppi parecía una persona nacida para el oficio de actor, tenía el don de convertir en verdad todos los personajes que encarnaba.

Nació en Ramallo, donde se lo conocía como “Varón”. Cuando la familia se mudó a Berisso, su padre puso un bar en el puerto, frente al frigorífico Swift, donde Federico trabajó cerca de veinte años. Fue en Berisso, precisamente donde Federico Luppi conoció a Rosita Petkoff, quien sería su primera mujer, madre de dos de sus hijos.

Luego de la estafa del llamado “corralito”, Luppi se sintió vacío de proyectos y mal de salud. Pero no era de rendirse. Se fue a España. Tenía el terreno abonado: allá se habían elogiado películas como Plata dulce, Tiempo de revancha y No habrá más penas ni olvido, en las que había actuado. En 1995 filmó en España, Nadie hablará de nosotras cuando nos hayamos muerto, de Agustín Díaz Yáñez. El éxito en España no le hizo olvidar sus orígenes. Ya de regreso en Argentina, cada tanto, como pagando una deuda consigo mismo, volvía a caminar por las calles de Berisso.

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