Ian McEwan: narrar desde el día cero

El novelista británico presentó su nueva creación: una historia contada por un feto. Su lanzamiento en Barcelona despertó tanto interés como polémica

Acostumbrado a los golpes de timón, el escritor inglés Ian McEwan vuelve a desmarcarse de los rótulos con su nueva novela, Cáscara de nuez, que presentó la semana pasada en Barcelona. La historia tiene como narrador a un embrión adicto a las noticias, al que le toca presenciar bien de cerca la infidelidad de su madre.

En los últimos años, el autor de El placer del viajero y Expiación ha sabido deconstruir la novela de espías, ha aportado su mirada satírica sobre el cambio climático y ha incomodado al medir el pulso moral de la sociedad tras la barbarie del 11-S. Sin embargo, en su última incursión literaria parece ir mucho más lejos y reinventa a Hamlet desde el útero materno, haciéndolo pasar por un feto omnisciente.

“Me pareció una idea tan absurda que me sentí inmediatamente atraído”, reconoció McEwan durante una charla en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), en el marco de Kosmopolis, un encuentro literario bienal que se celebra en la ciudad catalana desde 2002. Allí, recordó que la primera frase de la novela, “Así que aquí estoy, cabeza abajo dentro de una mujer”, se le apareció de pronto mientras se aburría en una conferencia.

“No sabía quién hablaba ni sus circunstancias, pero sí tenía en claro que era un feto. Estaba releyendo Hamlet y me pareció que su impotencia e incapacidad de actuar tenían algo en común con la situación de un embrión. Se trata de un héroe existencial, es solo una voz en la oscuridad. Además, siempre puedes confiar en un feto”, relató el autor británico.

McEwan Estudió en la Universidad de Sussex y en la Universidad de East Anglia, donde tuvo como profesor a Malcom Bradbury. La primera de sus obras en salir a la luz fue la colección de relatos Primer amor, últimos ritos (1975). En 1997 publicó Amor perdurable, considerada por muchos como una obra maestra acerca de una persona que sufre el síndrome de Clerambault. En 1998, y causando gran controversia, le fue concedido el Booker Prize por su novela Amsterdam.

El autor se expresó sobre su último trabajo: “Pensaba que era un libro que los lectores no aceptarían, pero el reto era demasiado jugoso como para dejarlo escapar. Al fin y al cabo, en eso consiste ser escritor, ¿o no? Si la novela no ha muerto es sencillamente porque te puede dar esa idea de ser otra persona. En este sentido, la razón por la que Hamlet es tan importante es porque se trata de la primera representación de un ser humano moderno lleno de dudas. Es específico, único y un personaje inaugural de literatura moderna”.

Simultáneamente a su lanzamiento en Europa, la novela se distribuye por estos días en Latinoamérica a través del sello Anagrama.

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