Iris Scaccheri, una bailarina platense de fama mundial

Fue una de las mayores bailarinas argentinas de la historia, con una gran trayectoria nacional e internacional. Siempre tuvo a su ciudad natal en su corazón.

ris Scaccheri nació en La Plata el 16 de octubre de 1949, se formó en la Escuela de Ballet del Teatro Argentino de La Plata y fue profesora de danzas clásicas y de danza moderna. Integró el grupo de Dore Hoyer, una coreógrafa alemana que había formado en el Teatro Argentino un grupo de cámara y un coro de movimientos integrados. En la década del 60 se integró a esa experiencia artística provocadora que dejaría su marca indeleble en la vida cultural de Buenos Aires, el Instituto Di Tella, donde debutó con la obra Oye, humanidad, con la que recorrería Europa con éxito.

Su versatilidad le permitía bailar cualquier cosa, desde la música barroca hasta el rock. Su interpretación de La consagración de la primavera de Nijinsky en el Teatro Colón y Yo, la bruja en el Teatro Nacional Cervantes, además de sus actuaciones en Carmina Burana en el San Martín –en una de las cuales fue llevada en andas por el público– fueron elogiadas unánimemente por la crítica especializada nacional.

En 1973 creó el grupo Anti Dance, con el que debutó en el teatro The Place, de Londres, con Alexanderfest, obra que llegó de gira por Europa del este, donde fue recibida como un “milagro de la danza moderna”, y que fue elogiada públicamente por Rudolf Nureyev.

El Teatro Argentino de nuestra ciudad siempre estuvo en la agenda de sus actuaciones. Las temporadas que aquí hacía se convertían en lugar de peregrinación de espectadores de todo el país que venían para constatar la singularidad de una artista que había hecho de la danza una manifestación excelsa de la belleza.

Se terminó convirtiendo en uno de los grandes nombres de la danza argentina. Su figura esbelta y su larga cabellera roja fue pintada por Antonio Berni, por Guillermo Roux, por Nicolás García Uriburu, esculpida por Antonio Pujia y fotografiada por Sara Facio. La cineasta sueca Suzanne Osten la hizo participar en varias de sus películas, haciendo el papel de Perséfona en Mamma y Livsfarlig film . Inspirada en su vida, la realizadora argentina Victoria Alcalá hizo el cortometraje Una bailarina de papel, una suerte de biografía poética: “Creo que su cuerpo producía danza que podía leerse como poesía y a su vez sus palabras eran lanzadas para que quedaran resonando. Cuando escribía, su lenguaje era muy desarmado, y cuando bailaba ocurría algo parecido”.

No hubo coreógrafo o maestro que no expresara su admiración por el dominio de la técnica y la originalidad de su personalidad escénica, expresada en giros y equilibrios del todo infrecuentes, donde se combinaban el vigor y la delicadeza. Alguna vez dijo: “Esta es una época de puente. Algunos esperan, otros repiten cosas. Otros, muy pocos, que saben que nadie se va a enterar, intentan la transición. Desgraciadamente yo soy una de esas personas... Siempre es maravilloso ser mediador entre cosas, pero el mediador después queda aparte”.

En 2010, el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino montó una obra en homenaje a la bailarina platense. Encargó la tarea a Marina Sarmiento, para quien Iris Scaccheri hizo decir a la danza “mucho más de lo que se ve”. Al estreno de la obra no fue, solo se acercó un sobrino, quien pidió un video para mostrárselo a ella más tarde.

En los últimos años de su vida se dedicó a la escritura –publicó Brindis a la danza, donde se interpolan reflexiones sobre el baile y recuerdos de la infancia y a dirigir obras de teatro. Entre sus direcciones teatrales ocupa un lugar especial Eva Perón en la hoguera, sobre textos de Leónidas Lamborghini, y Salarios de impío, con textos de Juan Gelman, ambas protagonizadas por Cristina Banegas, quien dijo de Iris Scaccheri: “Era una persona con una mirada, una sensibilidad y una agudeza exquisitas. Hacía lo imposible con su cuerpo”. Ya estaba lejos del candelero mediático, muchos habían empezado a hablar de ella en tiempo pasado.

Iris Scaccheri murió en 2014 a los 65 años en Buenos Aires, ciudad en la que había sido nombrada ciudadana ilustre. Sus restos fueron velados en la Legislatura porteña y trasladados luego al Cementerio de la Chacarita.

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