Isla Paulino: el ave Fénix de la costa

Un barrio al que sólo se entra y sale con lancha está agrupado y dispuesto a seguir luchando en varios frentes. Que las leyes de protección se hagan cumplir y rescatar la riqueza de la tierra con los que ya se destacan en stands de ferias y mercados locales

La vida isleña en 2018 sigue siendo dura, pero un colectivo de personas se puso esa franja ribereña como meta y demuestran que siempre que se esté unido por una causa “se puede”. Desde la defensa del patrimonio arquitectónico de la clase obrera ribereña de fines del siglo XIX (el 84% de sus viviendas son centenarias y se procura frenar el derrumbe de varias) hasta la subsistencia diaria (con la creación del Mercado de la Ribera, emergieron los productores y las originales platos que llevan la historia de esta isla a la mesa familiar).

Ganaron espacio. Tanto para que el río no avance, pidiendo que se haga cumplir lo que no hacen cumplir las autoridades, “como la orden de que los barcos naveguen a menos de ocho nudos y no le están dando bolilla… espero que no me hunden la lancha”, contó la familia isleña Ruscitti.

Una lancha, cabe destacar, es una movilidad básica que tienen para moverse. Y con una lancha avanzan también hacia la ciudad, toda vez que esté el Mercado de la Ribera. “En 2013 ya empezó a haber un logro, al estar por primera vez la Isla Paulino en la Fiesta del Vino de la Costa y después con el Mercado”.

Dos batalladoras madres, con gran sentido de pertenencia berissense y oleada inmigrante, pasaron por los micrófonos de “Motor Social” en la radio del diario Hoy (101.3) dejaron muy presente la estirpe de quienes fueron paridos en la época dorada de la ciudad vecina. “No nos dejamos aplastar por esta realidad del país”, dijo Andrea Ruscitti, que vive en la isla desde que nació. “Las tierras de la quinta de mi padre ahora son la materia prima que recuperan los sabores y olores de recetas que hacía mi nona y mi madre. Recuperar ese saber y compartirlo en un producto artesanal no será solo un pote de dulce, sino que la gente se está llevando un cacho de historia, el mismo valor de los inmigrantes que trajeron esas recetas a lo que una enorme ciudad puerto como Berisso”.

A decir de los habitués del mercado, esta huerta en la Paulino es una de la más destacadas en el “nido” de productores de miel, plantas naturales, quesos, dulces, salsas, licores, entre otras.

Mientras haya una comunidad integrada y con principios, no se “venderá el alma al diablo”, dice un refrán. La isla tiene un patrimonio que las leyes ya protegen, pero todavía no está “la firma al pie del documento que garantice que no habrá atropellos. “Nos ponemos la camiseta todos, los isleños (nacidos allí) y los isleros (eligieron el lugar)”, afirma la Flaca, que no puede creer el desperdicio que hicieron con el terraplén costero y el deterioro que tuvo, cuando tantos recursos hubieran sido aprovechados mejor. Pero entre tanto mal manejo, el intelecto y el corazón permitió otros granitos de arena de oro: “Se logró que la primera etapa del Muro de Contención, que gestionó con el Puerto La Plata, tuviera los primeros 140 metros finalizados. Y entre junio y julio empezaría la segunda etapa con 400 metros más para quedar protegida la parte de la costa en su parte más crítica”.

“Una ciudad se define no por lo que se construye sino por lo que se niega a destruir”, es la frase que manejan con una claridad capaz de llevar los pasos a la acción, lentos, sí, pero con la convicción de quien viaja a puerto seguro.