La Argentina “liberal”: una mujer espera a su hijo en la vereda de la escuela para evitar pagar varias veces el colectivo en La Plata
Ante la suba del boleto y la quita de subsidios, el ajuste que promueve el Gobierno nacional comenzó a impactar en las rutinas de las familias y provoca situaciones insalubres en la región.
Susana es una vecina de Villa Argüello, un barrio de casas bajas y familias trabajadoras, inmigrantes o descendientes de italianos, que limita con la ciudad de la Plata por la avenida 122.
Todos los días tiene que llevar a su hijo a la escuela y toma el colecto de la línea Oeste para llegar hasta la histórica escuela de enseñanza Técnica Albert Thomas, en la zona de 1 entre 57 y 58.
A diario solía subirse al micro cuatro veces: la primera para llevarlo, luego para volver a su casa. Y nuevamente repetía la rutina para ir a buscarlo. Sin embargo, en un fiel reflejo de los resultados de la verdadera política liberal que impulsó el Gobierno nacional de Javier Milei quitando los subsidios al transporte y liberando el precio para que aumenten las naftas, esta vecina ya no puede viajar más.
Como consecuencia de uno de los ajustes más brutales y tristes, decidió hacer largas horas de espera en la puerta de la escuela mientras Carlitos, su hijo, se forma para ser mejor persona, en una de las escuelas técnicas por excelencia que tiene el país y que todavía no fue afectada por las intenciones de promover un recorte presupuestario también a la educación.
La postal de una vecina durmiendo sentada en las escaleras de ingreso del Albert Thomas despertaron la indignación y la solidaridad de la comunidad educativa del establecimiento, que en ocasiones le ofrecen un vaso de agua o un pedazo de pan.
“Se ha llegado a quedar todo el día, desde las 8 de la mañana que entra el chico hasta las seis de la tarde porque no tienen plata para cargar tantas veces la tarjeta sube y pagar cuatro pasajes por día”, confesaron desde la portería de la escuela.
Uno de los auxiliares admitió que la rutina se repite principalmente los martes, cuando el menor tiene actividades en los talleres de la escuela, cuyas dimensiones ocupan toda la manzana desde 1 hasta 115 y desde 57 a 58.
“Mi sube al colectivo con un carnet de discapacidad. Eso me lo han respetado. Pero yo los martes he decidido tomar una sola vez el micro, porque no puedo pagar tanto”, confesó la mujer, que viaja desde Villa Argüello y se aqueda esperando que salga su hijo que pasa horas estudiando en el viejo y reconocido “Industrial”.
Cabe recordar que el lunes pasado, el Ministro de Transporte Jorge Donofrio se refirió a que los bonaerenses iban a ser los más perjudicados por todas las políticas que se vienen aplicando desde el Gobierno nacional, desde la quita de programas y subsidios que beneficiaban a los usuarios del transporte público. Si bien el sábado se anunció el final de un programa que permitía unificar algunos tramos de recorrido con distintos modo de viajar como el colectivo o el subterráneo en el primer cordón del AMBA para las personas que tenían que ir desde Provincia a la ciudad de Buenos Aires a trabajar, es evidente que la suba del boleto llevó a que las personas hagan malabares para poder seguir viajando.
El caso de Susana deja en evidencia que el amor de una madre se antepone a las necesidades básicas como el tener que regresar a su hogar para hacer otras tareas o simplemente descansar, mientras un hijo está estudiando en la escuela.
Está cambiando la rutina de la gente. La forma de vivir, en algunos casos. Y sobre todo, la manera en la que se tienen que salir adelante en el día a día, con tarifas y precios de servicios que obligan a poner en riesgo la salud, esperando largas horas sentada en una escalera antes que tener que pasar dos veces la tarjeta SUBE por un valor cercano a los 500 pesos.
Susana, de este modo, paga un promedio diario de 1.000 pesos para llevar y traer a su hijo cuando estudio. Si tuviese que regresar a su casa y luego volver más tarde a buscarlo, pagaría un promedio de 2.000, que multiplicado por 20 días de clase que aproximadamente tiene un mes, se harían un total de 40.000 pesos solo para llevar y traer a su hijo de la escuela. Una sana y vieja costumbre, que en la Argentina Liberal ya es casi imposible de cumplir para cualquier trabajador de a pie.