cultura
El autor del manuscrito más caro de toda la historia
Giácomo Casanova fue el Don Juan de la literatura de todos los tiempos, un seductor compulsiva, cuyas memorias fueron subastadas a un precio récord.
El manuscrito original de su libro de memorias -titulado L’histoire de ma vie- fue subastado a 9.600.000 dólares –precio no superado jamás por ningún otro libro-, y revelan a un personaje más rico aún que su voluminosa leyenda. El texto sobrevivió a los bombardeos aliados de Leipzig en la Segunda Guerra Mundial, salió de Alemania en 1945 a bordo de un camión militar estadounidense y se publicó por primera vez en 1960. Es una obra de 3700 páginas, en las que cuenta en detalle su obra de seductor cumplida con casi un centenar y medio de mujeres de numerosas nacionalidades.
Giácomo Girolamo Casanova nació en Venecia el 2 de abril de 1725, hijo de comediantes que querían para él un destino eclesiástico, pero la atracción irresistible que sentía por las mujeres, lo llevó a los once años a tener amoríos con la hermana de un sacerdote, lo que le costó que lo expulsaran del seminario. Su propensión a la magia, la cábala, y la literatura erótica de todos los tiempos, hizo que el Santo Oficio de la Inquisición le echara el ojo, lo que lo obligó a huir de Venecia.
Su vida fue una obra de teatro en la que ejerció todos los papeles: soldado, espía, violinista, ludópata, diplomático, estafador, amaba viajar y, en cada viaje, como en el famoso dicho, una mujer lo estaba esperando en el puerto. Su nombre se terminó convirtiendo en sinónimo de seductor desenfrenado que termina burlando a las seducidas que, pese a saber su final, caen derrotadas ante la lubricidad irresistible de ese galán que, una vez satisfecho, abandona indiferentemente la escena. Según la escritora y psicoanalista belga Lydia Flem, pese a lo que Casanova aparenta ser, era feminista, y dice de él: “no sólo fue uno de los espíritus más peculiares y valientes del siglo XVIII, sino también uno de los más incomprendidos, víctima de un malentendido que dura más de dos siglos”. La autora lo califica de pionero del feminismo: “No hay una sola huella de misoginia en Casanova. Las mujeres son sus dueñas. Lo femenino lo fascina hasta tal punto que le habría gustado fusionarse con esa calidad”. Pero basta leer los textos de Giácomo Casanova para advertir que se trata de la idealización forjada por una intelectual que, evidentemente, también cayó rendida a los encantos del gran seductor. En uno de sus textos, Casanova opina que la independencia de la mujer es “fuente de maldad”, y que el placer es la dádiva mayor que puede obtenerse de ellas. En 1771 escribió un libro, Lana caprina, en la que dos profesores universitarios buscan dilucidar si la capacidad de razonamiento de las mujeres está afectada por el útero.
La ópera Don Giovanni, compuesta por Mozart en 1787, está basada en Casanova. La cosecha de seducciones que el compositor atribuye a Juan Tenorio asciende a “mil y tres”, incluyendo a campesinas, camareras, condesas y princesas “de todo tipo, de toda forma, de toda edad”. Una suma más abultada a la lograda por Casanova en la realidad, pero que da cuenta de la magnitud que esa cacería sexual produjo en el imaginario de su época.
El talento literario de Giácomo Casanova, no le iba en zaga a la eficacia de sus depredaciones. El vigor y ritmo de sus textos fueron elogiados por algunos de los escritores más apreciados de su tiempo. Se consideraba discípulo de Voltaire,a quien solía visitar en su retiro de Ginebra. Y también gustaba de conversar en italiano con Catalina la Grande de Rusia, cuando iba de visita a Viena.
Cuando el cuerpo lo hizo amenguar el ritmo de sus conquistas, Casanova aceptó ser el bibliotecario del conde Waldstein en el castillo de Dux, Bohemia. Aprovechó esa suerte de beca para dedicarse, casi a tiempo completo, a trabajar trece horas diarias en la escritura de los diez tomos de su autobiografía. Un monumento insuperable de la literatura libertina, que por su anticlericalismo sería ondeada como una bandera en el Siglo de las Luces. Murió en Viena, el 4 de junio de 1798.