Una opción eficiente que crece en el tránsito local
La bici eléctrica, un hábito que se extiende en la ciudad
Son más eficientes y sustentables que cualquier transporte urbano, aunque aún, algo costosas. Un inventor platense fue pionero en su producción en Latinoamérica
Las bicis a motor comenzaron a verse en La Plata unos años después del cambio de siglo. El caos del tráfico de las grandes ciudades les daba muchas ventajas sobre otros medios de transporte: no solo por su costo (no pagan patente y con unos 50 pesos se puede recorrer 100 kilómetros), sino porque se estacionan en cualquier lugar.
En 2010, las bicis a motor evolucionaron. Gabriel Muñoz, un licenciado en Comunicación Visual, construyó la primera bicicleta eléctrica en Latinoamérica. En 2013, su producto “E-mov”, que cuesta casi como una moto 0 km, llegó a los medios. Así, Gabriel se convirtió en proveedor de todo el país, y la ciudad de La Plata, en la cuna de las bicicletas eléctricas.
Pedaleando siempre en bajada
Matías Liberatti es un emprendedor nato, y le fascina la búsqueda de soluciones cotidianas que ayuden al medioambiente. Hace un año se compró una bicicleta eléctrica plegable. “Tiene una autonomía de 50 kilómetros, lo que me permite ir y venir al trabajo a diario, tener reuniones, y es muy cómodo”, contó a diario Hoy.
Matías ganó dos premios a la innovación representando a la UNLP. “Es un vehículo muy noble, porque además disminuye la cantidad de accidentes. A una velocidad de 25 kilómetros por hora, ¿qué no podés prevenir?”, completó.
Leandro Verdi es cadete de un estudio contable y se la pasa haciendo trámites movilizándose con su bicicleta. “Andás más relajado. Me canso de verle la cara a la gente en los autos, enojada”, contó a este diario. “Con la eléctrica, cuando vas en subida, el motor te va dando potencia eléctrica y es como andar siempre en bajada”, agregó. Para Verdi, la única desventaja son los robos. “Se solucionaría, si en la ciudad se colocaran bicicleteros en los lugares neurálgicos”, se entusiasmó.
Alejandro Larocca cargaba todas las mañanas su bici en el furgón trasero del tren y se iba a trabajar a Capital. Cuando lo cambiaron de sede, pasó a pedalear 10 kilómetros en lugar de 4 y decidió electrificarla. “En colectivo tardaba una hora y media. Me resolvió un problema logístico fundamental. Manejo un nivel de relax increíble. Y si me quedo sin batería puedo seguir pedaleando. No me deja nunca en banda”.