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Los grandes piratas del cine

Más allá del célebre filibustero del Caribe encarnado por Johnny Depp, fueron muchos los hombres, y sorprendentemente también las mujeres, a bordo de naves en la pantalla grande.

A partir del cine sonoro, el primer pirata famoso de la pantalla grande, fue un actor australiano nacido en 1909, Errol Flynn. Su interpretación más famosa es el Capitán Blood –significativamente: Capitán Sangre-. La película es de 1935, en blanco y negro, y está dirigida por Michael Curtiz, quien siete años después dirigiría su inmortal Casablanca. La música es de Erich Wolfang Korngold, considerado un compositor serio –algunas de sus partituras fueron grabadas por el violinista Jascha Heifetz, uno de los más grandes del siglo XX-. La historia está basada en un best seller de la época escrito por Rafael Sabatini.

El papel de Blood iba a ser para Robert Donat, quien había alcanzado celebridad con El conde de Montecristo, pero el dueño de la Warner impuso a Flynn para el protagónico. Como dulce compañera del héroe se eligió a Olivia de Havilland, y como villano a Basil Rathbone, un sudafricano que quedaría en la historia del cine por su brillante composición de Sherlock Holmes. La trama es sencilla e ingenua: Blood es un médico injustamente arrestado y vendido como esclavo a una plantación en Jamaica. Con el tiempo, el prisionero logra algunos favores del gobernador y se enamora de su hija, Arabella. Unos piratas españoles atacan la isla y la toman por asalto. Pero Blood y su grupo de amigos roban un bergantín y se hacen a la mar. Deciden ser piratas. El final es previsiblemente feliz.

Esa película precursora tendría muchos de los componentes del género: tesoros escondidos en islas malditas, tormentas feroces, motines, cataratas de ron, reyertas de borrachos, duelos a espada, y mujeres hermosas codiciadas por toda la tripulación y defendidas con honor por el jefe de los piratas. El mismo año de Capitán Blood se estrenó Motín a bordo, con Clark Gable y Charles Laughton, en el papel del impiadoso Capitán Blight. Se rumoreó que Laughton despreciaba tanto a Gable como actor que no lo miró durante una sola escena de la película.

Pero también hubo mujeres piratas en el cine, feministas avant la lettre de los mares. Como Jean Peters, quien en 1951 interpretó a La Mujer Pirata, conocida como Capitán Providence. La actriz dejaría el cine al casarse con Howard Hughes –un multimillonario sobre cuya vida se hizo una película muy famosa: El aviador-, en la que el papel principal fue encarnado por Leonardo Di Caprio, bajo la dirección de Martin Scorsese.

A mediados de la década del ochenta, Roman Polanski quiso darse el gusto de hacer una de piratas. Para eso recurrió a Walter Matthau, quien compuso un pirata gruñón e irascible. El argumento no era nada original: el Capitán Barbanegra, y un tesoro escondido en una isla perdida en los mapas. Polanski había imaginado a Jack Nicholson para el protagónico, pero la suma que pidió era impagable.

Antes y después hay muchas otras películas de piratas; basta recordar El Pirata de Vincente Minnelli con Judy Garland y Gene Kelly, y casi cincuenta años después, en 1999, el Capitan Silver, con el entonces veterano Jack Palance. Pero, sin dudas el pirata más famoso de la historia del cine es Jack Sparrow, que con su rimmel abundante y su delineador intenso alrededor de los ojos, sale del estereotipo del corsario. Es un pirata estéticamente aggiornado a los tiempos modernos . Sobre la enamorada de Jack Sparrow escribió José Pablo Feinmann: “La chica, esa inglesita Keira Knightley, es tan flaca que cualquier ola sobre cubierta se la lleva. Y tiene una sonrisa que le arruina la cara. En serio: Keira Knightley no puede sonreír. Se frunce toda. Una estrella sin sonrisa no es una estrella”. Lo cierto es que esta saga –cinco películas estrenadas y una en producción-. Todas las películas de la serie están basadas en leyendas marinas como el pirata Davy Jones y la tripulación fantasmal de su nave llamada El holandés errante, y mitos griegos como el dios Poseidón, la ninfa Kalipso, y criaturas mitológicas como sirenas y brujas. La primera de las películas se estrenó en 2003, y la última nadie puede preverlo, mientras la piratería siga alimentando la imaginación de las generaciones sucesivas de niños, y el negocio no deje de crecer con el correr de los años.

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