entrevista

“Mi viejo me dijo que el mundo es para los audaces y acá estoy”

Daniel Sciaroni, alias “Roko”, decidió dejar atrás su vida en La Plata como vendedor ambulante para radicarse en Villa Traful (provincia de Neuquén). Allí formó su familia, construyó un autoservicio y es presidente de una filial de Estudiantes.

Es un lugar soñado, si los hay, con sus lagos y su vegetación, que transmiten paz y tranquilidad, ubicado alrededor de 100 kilómetros de Bariloche y con 700 habitantes. Quien pasa por Villa Traful no duda en parar para sacarse una foto o contemplar el paisaje. Esto es lo que le pasó a “Roko”, un platense que decidió radicarse allí. Con mucho esfuerzo y con la compañía de Victorina “Toy” Calfueque, pudo tener el negocio que hoy disfruta.

—¿Cómo fue que decidiste irte?

—Me vine a acampar a los 20 años y ahora tengo 46 años. Me gustó el lugar y conocí una gente de acá, Pablo Lagos, el Ruso y el Chino. Ellos estaban encargados de un camping y vine en un auto, que cuando fui a Bariloche lo fundí. Me quedé ahí tres meses para arreglarlo viviendo por distintos lugares. Por el Cerro Catedral, en Villa los Coihues, y ahí me gustó lo que es la Patagonia y Villa Traful. Entonces volví, dejé mi trabajo de vendedor ambulante de sándwiches de miga en el Ministerio de Economía y me vine con mi perrita Condimento en un Senda 90, con sahumerios, condimentos y alpargatas. Me puse a vender eso, vivía en carpa en distintos lugares y en invierno me alquilaba una casita en Bariloche. En 2004 pasé por Traful por un camping, me gustó y lo concesioné a cambio del vehículo. Así me quedé todo un verano y después me salió para alquilar un autoservicio.

—¿En qué barrio vivías en La Plata?

—Vivía en el Barrio Gambier, donde están mis papás de toda la vida, frente al ferrocarril, en 133 y 52.

—¿Cómo se prepara el hospedaje para 2022?

—El que pasó fue el primer invierno que la gente pudo salir y venir a conocer el lugar y alquilaron durante todo el invierno. Y para este verano ya tenemos una temporada explosiva porque ya prácticamente enero no hay lugar, está todo reservado.

—¿Cómo transitaron la cuarentena?

—No lo vivimos tan mal porque dentro de todo son empleados comunales, después los demás tienen campo con animales. La verdad que no podíamos salir de las casas, pero todos tenemos un patio como para ver el lago, los chicos tienen un lugar donde jugar en el pasto. Los que estuvieron complicados fueron los restoranes.

—¿Cómo surgió la idea de la filial de Estudiantes?

—Acá hay varios platenses, entre ellos el Chino López. Él fabrica licores, y vivía en una casilla rodante en el camping que yo había concesionado. Empezó en ese trabajo con su mujer, Julia Irene, fallecida lamentablemente el año pasado. Ellos fabricaban los licores dentro de la casilla. Y después llegó mi hermano y mi cuñada y otras personas que se sumaron. Y se dio gracias a Daniel López, que es el presidente de la filial de San Martín de los Andes y fue el motor de esta filial: Pinchas de Traful.

—¿Volviste a La Plata alguna vez?

—Cuando voy quedo medio bloqueado, el olor, la contaminación. Uno ya se acostumbra a este lugar. Me molesta ir a Bariloche. Voy una o dos veces a visitar a mis padres y a mis amigos pero trato de ni salir a la calle porque veo las cosas que pasan.

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