Mudanza obligatoria y vecinos atrapados en los monoblocks

Colapsaron las cloacas en el complejo de 18 y 529, y varias familias empezaron a mudarse, mientras que las personas mayores no pueden salir de sus departamentos.

Desde hace una semana, después de las últimas tormentas que se registraron en la ciudad, el ­complejo de viviendas popularmente conocido como los monoblocks del barrio de La Favela viene sufriendo el colapso del sistema de cloacas.

Pasillos tapados de agua con dese­chos, mal olor y baños totalmente desbordados con materia fecal saliendo a la superficie llevaron a que familias enteras comenzaran a mudarse.
Este es el caso de Alejandra, una cordobesa de Río Cuarto que llegó en el verano para asistir a su madre y por la cuarentena se quedó varada en la ciudad.

“No puedo volver. Perdí a mi mamá hace dos meses y ahora estoy con mis hijas y mis nietas y me tengo que ir de acá. No se pueden usar los baños y el agua no sale de las canillas”, le confió a este diario en uno de los departamentos del complejo que está sobre calle 18 entre 529 y 530.

En ese predio de viviendas chicas, humildes pero de material, los vecinos tuvieron que armar un caminito de piedras, adoquines o ladrillos y hacen equilibrio para transitar por el interior del complejo sin caerse sobre los desechos.

Esta travesía, que remonta a los recuerdos de niño cuando se jugaba a cruzar un arroyo sin mojarse, está destinada únicamente a los más jóvenes que gozan de buena aptitud física para poder movilizarse y hacer equilibrio. Pero las personas de avanzada edad están condenadas y atrapadas en sus propias casas.

Mirta Zubeldía tiene 74 años. Llegó a vivir en un monoblock de La Favela hace 18 años, cuando se separó de su esposo. Antes vivía en Los Hornos. En 2013 le entró un metro y medio de agua, pero tenía siete años menos y mayor movilidad.

Desde hace más de una semana, esta vecina está literalmente atrapada en su departamento, ya que el agua con los ­desechos llega hasta el ingreso de su casa, y ella no está para hacer equilibrio por las baldosas o piedras que pusieron algunos vecinos para no ensuciarse los pies.

“Yo estoy cansada de reclamar y reclamar. Alguien se tiene que hacer cargo de lo que está pasando. No podemos vivir más así”, se expresó esta señora, a quien solo los hijos la ayudan haciendo las compras diarias fuera del complejo para poder alimentarse.

Noticias Relacionadas