Un sarcófago de 2.000 años podría ser la tumba perdida de Alejandro Magno

El hallazgo se produjo en la ciudad costera de Alejandría, en el norte de Egipto. De confirmarse, podría tratarse del descubrimiento arqueológico más importante de todos los tiempos

El descubrimiento de un misterioso sarcófago negro de 2.000 años de antigüedad en la ciudad costera de Alejandría, en el norte de Egipto, podría convertirse en el mayor descubrimiento arqueológico de todos los tiempos ya que podría ser la tumba del mismísimo Alejandro Magno.

Este macizo sepulcro de 185 centímetros de alto, 265 de largo y 165 de ancho tiene esperanzados a los expertos ya que la capa de mortero que sella la tapa indica que su contenido se ha mantenido inalterado desde que fue enterrado. 

Para confirmarlo, un equipo de ingenieros visitará el lugar en los próximos días y proporcionará algunos equipos de levantamiento pesado para abrir el ataúd ya que es difícil moverlo intacto y abrirlo en un museo porque se encuentra a cinco metros bajo tierra y todo pesa más de 30 toneladas. De acuerdo a los expertos, sólo la tapa pesa 15 toneladas. 

Al lado de esta pieza se encontraba una cabeza de alabastro, que se cree podría reproducir la de la persona enterrada en el lugar. El reconocido arqueólogo egipcio Zahi Hawass asegura que el hecho de que la pieza sea de granito denota la importancia del individuo para el que fue construida, principalmente porque Asuán, la ciudad de donde posiblemente fue extraído el mineral, se encuentra a más de 1.000 kilómetros de Alejandría.

Sin embargo, sin abrir el sarcófago es imposible aventurarse sobre la identidad del hombre que fue sepultado en su interior, ya que el busto es irreconocible debido a la erosión sufrida a lo largo de los siglos y el ataúd no contiene escrituras que indiquen a quién pertenece.

La noticia paralizó al mundo entero ya que desde hace muchos años arqueólogos y exploradores se desviven, sin éxito, buscando la tumba del rey de Macedonia. Se calcula que han sido al menos 140 los intentos fallidos de dar con su paradero, pero este nuevo y único descubrimiento sugiere la posibilidad de encontrar piezas importantes, incluyendo sus restos.

El sarcófago fue descubierto durante la instalación de sensores en un terreno particular en el barrio de Sidi Gaber, en Alejandría, antes de que el dueño desistiera de construir cimientos, ya que la ley egipcia estipula la realización de excavaciones arqueológicas antes de iniciar  cualquier tipo de construcciones.