cultura

Una heroína del arte

María Bashkirtseff fue una cantora, pintora, escultora y escritora rusa, que vivió a contracorriente tal como surge de un Diario que sufrió la censura.

A los diez años se radicó en Paris y desde entonces se dio a conocer con diversos cuadros expuestos en los más prestigiosos salones europeos, con frecuencia firmados con el seudónimo de María Konstantinovna. Sus biógrafos afirman que su obra está en la línea de Bastieen-Lepage y Manet; no obstante, debe su celebridad a su diario, que comenzó a escribir desde que tenía quince años e interrumpió unas semanas antes de su muerte. Escribió el diario obstinadamente acuciada por dejar constancia de su vida: “Ahora ya no escribo únicamente por la noche sino también a la mañana, a la tarde, en cada instante libre. Escribo a medida que vivo”. La tuberculosis que iba minando lentamente a María dieron a esas páginas un innegable valor humano. Tuvo que pasar más de un siglo para que el texto original fuera rescatado y publicado íntegramente mostrando a la verdadera María Bashkirtseff.

En las páginas de su diario, como si fuera una terrible premonición, María Bashkirtseff aseguró que sería célebre o fallecería. Esto escribía cuando tenía solamente veintidós años. Lo cierto es que su obra empezaría a ser admirada y llegó a crear un amplio catálogo de pinturas que en la actualidad se exhiben en algunos de los museos más célebres del planeta. Había nacido el 11 de noviembre de 1858 en Gavrontsy, por aquel entonces perteneciente al Imperio Ruso, en el seno de una familia noble. María se pasó la infancia viajando por Europa hasta que la familia se instaló definitivamente en Francia donde viviría toda su breve existencia , asumiendo el francés como lengua propia.

María rechazó al matrimonio y a la maternidad como únicas salidas aceptables. Segura de sus habilidades y decidida a demostrar su valía, quiso entregarse a una carrera, a un trabajo. Con una voz de mezzo-soprano, en primer término consideró ser cantante: “Estoy hecha para los triunfos y las emociones [...] Allí, puedo tener la satisfacción de ser famosa, conocida, admirada”. Pronto descubrió que su vida debía estar relacionada con el arte. Apasionada de la literatura clásica, leía a Goethe, sabía latín y tocaba varios instrumentos, entre ellos el piano y el arpa. Decidió centrarse en su faceta de cantante y parece ser que su talento vocal le auguraba una carrera exitosa, pues era una mezzo-soprano que podía alcanzar hasta tres octavas. Pero una faringitis crónica truncó para siempre aquel primer sueño artístico. Ni su hermano Paul ni su prima Dominique -a quien toda su vida habrá de considerar como su hermana- le hacían sombra en el seno de una familia que la idolatraba y que la acostumbró a erigirse en centro de interés.

Crecerá a la sombra de un personaje que estará omnipresente a lo largo de casi toda su vida: su tío materno, Georges Stepanovitch Babanine. Hombre inteligentísimo y refinado, el alcoholismo, sin embargo, había hecho de él un individuo brutal y soez. Todo a lo largo de su Diario Maria dará cuenta de sus violencias y sus escándalos y en alguna oportunidad dejará también al descubierto la confusa relación que existía entre su madre y su tía, Nadine Stepanovna Babanine-Romanoff y este tío, hermano y protegido de ambas.

Definitivamente alejada del canto, María optó con la paleta y empezó a pintar aunque su familia no lo veía demasiado bien, como tampoco la sociedad de su tiempo. En París, María ingresó en la Académie Julien, una de las pocas escuelas de arte que admitía mujeres en sus aulas y donde coincidió con Catherine Breslau. Maria realizó retratos y escenas cotidianas del lado más deprimido de la sociedad. En aquellos años, María participó de las ideas feministas y escribió varios artículos en la revista La Citoyenne con el pseudónimo de Pauline Orell.

La obra literaria y la personalidad de Marie Bashkirtseff ha permanecido mucho tiempo sofocada bajo el peso de la anécdota y del mito. A través de la leyenda lastimera propagada por la familia y por los editores de su diario íntimo, Marie no es más que la heroína anticuada de un destino conmovedor y breve, ya que el 31 de octubre de 1884, pocas semanas antes de cumplir los 26 años, falleció en París.

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