Postales de ayer y hoy

Y el barquero no volvió a pasar

Hace muchos años, la Ensenada de Barragán, la de los canales que se fueron tapando por la desidia de la “visión” del ser humano, disfrutó de un tiempo de progreso, de trabajo y felicidad

Hace muchos años, la Ensenada de Barragán, la de los canales que se fueron tapando por la desidia de la “visión” del ser humano, disfrutó de un tiempo de progreso, de trabajo y felicidad. En su inmensidad y diversidad de riquezas, el diario Hoy, en el regreso de esta sección especial, rescata una foto que forma parte del Patrimonio Histórico de la ciudad ribereña. Un puente levadizo que tuvo como inspiración uno que existió en la ciudad de Bremen, Alemania, pero menos sofistifcado. La Administración de Puertos ordenó demolerlo en 1974. Fueron dos prácticamente iguales, y por eso muchos en la época los veían iguales, pero no”, observó el notable artista plástico Osvaldo Figoni. Uno era el de la calle Ortíz de Rosas y otro sobre la calle Italia.

La nostalgia brota para quien se crió allí. Y este buen señor lo extrañó tanto que, en una inspiración brillante (además de sus habilidades por el viejo oficio de bobinador) realizó un par de maquetas. Tanto el levadizo como una copia del puente giratorio que tenía 65 metros. El año pasado las llevó a la exposición de “Súper Colecciones”. Para su trabajo se apoyó en la memoria de su juventud como en fotografías.

Continuó su relato apasionado. “El de Ortíz de Rosas era todo de madera, y el de la calle Italia era más conocido como el holandés, con hierros cruzados. El tema es que cuando se empezó a construir el Puerto La Plata, se hicieron los canales Este, Oeste (cuyas aguas eran tan claras) que la gente lavaba la ropa en la orilla. Se hicieron para la renovación de las aguas cada vez que entraba un buque, salían  desplazadas por estos canales hacia el río de La Plata. Hasta que la empresa YPF los usó como pileta y los cerró como si fueran los dueños. Los canales fueron mutilados, rellenados y así dejaron de tener utilidad poco a poco aquellos puentes”, cerró el ensenandense. 

Y una vez, por la ciudad vecina, el barquero dejó de pasar. Como dice el tango Los Mareados: “entrarás en mi pasado... ¡y qué grande ha sido nuestro amor, y sin embargo, ay, mira lo que quedó...!”.