El Gobierno y un objetivo: desdolarizar

Las recientes gestiones para dejar de lado la moneda estadounidense en los intercambios con China y Brasil son parte de un movimiento que tiene lugar también en otros países y que amenaza la hegemonía global de la nación del norte.

En medio de la escalada del dólar estadounidense, que casi llegó a los 500 pesos hace pocos días, resuenan las advertencias de la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández, quien en sus intervenciones públicas en distintos escenarios viene haciendo notar que la “economía bimonetaria” (con la moneda nacional en relación siempre conflictiva con la del imperio del norte) es un problema central en nuestro país.

Por eso, el Gobierno, encarnado principalmente en la figura del ministro de Economía, Sergio Massa, ha emprendido una serie de acciones para empezar a “despegar” al comercio exterior, en primera instancia, de la más popular de las divisas.

Esto es lo que hizo Massa cuando vehiculizó el acuerdo entre el Banco Central de la República Argentina (BCRA), el Banco Popular de China y el Banco Internacional de Comercio de China (ICBC, por su nombre en inglés: International Commerce Bank of China) para que las importaciones desde el gigante asiático se paguen en yuanes, es decir, en la moneda de ese país, y no en dólares norteamericanos, como hasta ahora.

“La Argentina tiene un swap con China que no solo sirve para fortalecer a las reservas del Banco Central, sino que, a través de la buena voluntad y del trabajo de todos los sectores, permitirá acceder a quienes necesiten de bienes intermedios, sin poner en riesgo nuestras reservas”, enfatizó Massa al anunciar la medida junto al embajador chino, Zou Xiaoli.

También es la lógica que subyace al convenio con el titular de la cartera económica del Brasil, Fernando Haddad, para que los intercambios entre ambos países se realicen también en sus respectivas monedas nacionales, a saber, el peso argentino y el real brasileño.

La idea de base es desdolarizar la economía argentina, en momentos en que desde sectores de derecha se propone justamente lo contrario: ir a una dolarización que elimine directamente el peso argentino.

Nuestro país tiene, huelga decirlo, una historia complicada, de amor-odio, con la divisa de los Estados Unidos. El experimento de la convertibilidad entre el peso y el dólar, que no llegó a ser una dolarización hecha y derecha, mostró los peligros de una dependencia excesiva de la moneda extranjera. Por eso, el Gobierno procura ir en la dirección opuesta para evitar repetir graves errores del pasado, mientras referentes como el libertario Javier Milei pretenden reeditar aquella nefasta medida de Carlos Menem y Domingo Cavallo.

Cristina, Massa y el Presidente Alberto Fernández no están solos en este movimiento de despegue respecto del dólar. En otros países del mundo ya se ha emprendido este proceso de desdolarización que amenaza, nada menos, el liderazgo global de los Estados Unidos.

Los países obviamente más interesados en abatir la hegemonía del dólar son China y Rusia, las otras dos grandes potencias globales. Pero en América Latina tenemos el reciente ejemplo de la “bolivianización”, nombre con que se conoce el proceso en marcha en Bolivia, donde este año se inició con deflación por el apreciamiento de la moneda autóctona. Este fortalecimiento del peso boliviano fue iniciado por el gobierno de Evo Morales y ahora Luis Arce retomó esa política.

El filósofo italiano Maurizio Lazzarato, quien vino a la Argentina para presentar en la Feria del Libro su volumen El imperialismo del dólar. Crisis de la hegemonía estadounidense y estrategia revolucionaria, afirma que todo el sur global, que comprende a China, está inmerso en este movimiento, y que “el dólar está perdiendo poder a nivel mundial”.

“Los Estados Unidos eran un imperialismo global cuya fuerza principal era el sistema monetario. El sur global del mundo está buscando despegarse del dólar. Por ejemplo, la propuesta de Lula, respecto a la Argentina, de crear una moneda independiente”, afirmó Lazzarato. “Y vale lo mismo para China y Rusia, que quieren sustraerse del poder del dólar”, destacó.

En efecto, los dos gigantes, que hace menos de una década utilizaban el dólar en el 90% de sus transacciones bilaterales, ahora lo hacen para menos de la mitad de sus intercambios; el resto se realiza en euros y en sus monedas nacionales (el yuan y el rublo, respectivamente).

“De esta forma ambos potencias avanzan hacia una política de alianza financiera, que incrementa sus posibilidades de incidir el comercio internacional e imponen un duro varapalo a un país que ha sido monopolizador del denominado privilegio exorbitante, término acuñado por el ex presidente francés Valéry Giscard d’Estaing”, explicaba hace un par de años el analista chileno Pablo Jofre Leal. Este término, señalaba, “da cuenta de la hegemonía de la moneda estadounidense, que comienza su periplo de regalías a partir de los acuerdos de Bretton Woods el año 1944, que marcará el camino del sistema monetario internacional tras el fin de la Segunda Guerra Mundial convirtiendo al dólar como la única moneda convertible en oro”.

La Argentina, evidentemente, no está sola en su iniciativa de desdolarización; al contrario, queda en buena compañía. Además de los mencionados países, India, Irán y Venezuela avanzan por la misma senda.

Frente a propuestas como la esgrimida por la derecha, viene bien considerar, como lo indica Jofre Leal, que la desdolarización es “sinónimo de soberanía”.

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