“Hiperinflación”: más del 100% desde que asumió Macri

Con 35 años recién cumplidos de la recuperada democracia, hablamos, sufrimos y pagamos el flagelo de siempre, el que el Presidente subestimó como un problema de fácil solución y que prometió bajar a un dígito.

Los medios del mundo -El País, de España, por caso- vuelven a sorprenderse con este nuevo fracaso, y lo nombran y titulan que la “hiperinflación” argentina ha superado en los últimos tres años de Gobierno el 100%. Mientras, estas tierras seguirán secas de inversiones y quién sabe cuándo caerá la lluvia prometida: nadie apuesta en un país sin seguridad jurídica ni reglas de juego claras.

En efecto, tras el récord del 6,5% de septiembre, las estimaciones de octubre hablan de un índice del 6% por el efecto arrastre de la devaluación que encarece alimentos, tarifas, transporte, combustibles, prepagas, remedios, todo aquello que hace a una vida digna.

Al final del año, el alza habrá sumado entre el 45% y el 50%. Y en 2019, si la tensión cambiaria continúa, la suba en los precios también podría rondar el 49,9%: es una de las estimaciones que, junto a una caída inédita del 6,3% en el PBI para el año próximo, el FMI identificó entre los riesgos asociados a la deuda que arrastra el país.

Con ese diagnóstico, el Fondo amplió su préstamo al Gobierno y ayer desembolsó los primeros US$5.700 millones de este nuevo acuerdo, que se sumarán a los primeros US$15.000 millones girados en junio pasado y dilapidados en la bicicleta financiera que desembocó en la devaluación, con recesión e inflación.

Desperdiciada aquella primera oportunidad, el dinero del FMI solo podrá utilizarse para comenzar a pagar la deuda contraída por el Gobierno, espantar el fantasma del default, evitar caer de nuevo en el abismo.

Promesas y olvidos

Estadísticas, posiciones en un ranking, números. Fríos, pero que debieran ser como letreros de neón luminosos para despabilar al Presidente, a la Gobernadora, al oficialismo y la oposición indiferentes.

Para recuperar la confianza perdida de sus compatriotas, que los denosta por insensibles, o corruptos, o cómplices o ineptos o indiferentes. Una cachetada de la realidad para que esta crisis, que ya es norma, sea la última, la definitiva.

Y que de pronto dejemos de ser el país de la procrastinación permanente para dar por fin con esa Patria del mañana, con futuro y esperanza que elegimos ser en el comienzo de esta joven democracia argentina.

Que conserva el voto, las promesas de campaña y olvida su dignidad de origen: el poder del pueblo.