La única verdad es la realidad

EN FOCO

Si algo ha puesto de manifiesto las primarias del domingo, son los límites de las falacias del relato oficial. Mentir de forma permanente y sistemática, intentando pintar un país que sólo existe en las mentes afiebradas de algunos de los funcionarios, sólo puede servir para tener ocupados a los que trabajan de aplaudidores. La realidad no se puede modificar con discursos pronunciados desde un atril. Y por eso ganar una elección presidencial, en el marco de un escenario político cada vez más complejo como el que se registra en la Argentina, requiere de otro tipo de estrategias.

En ese juego parece estar Daniel Scioli que, luego de haber hecho kirchnerismo explícito que lo puso al borde de la obsecuencia durante las últimas semanas, ahora se encuentra con que la ventaja obtenida sobre Mauricio Macri y el resto de los candidatos de Cambiemos no le alcanza para ser presidente. Es más, se enfrenta al riesgo del llamado voto útil, es decir, de que un universo importante de electores se vuelque masivamente a favor del jefe de gobierno porteño al visualizar que es el único candidato que garantiza un cambio en la conducción del país, luego de 12 años de gobierno kirchnerista.
 
La única forma que tiene Scioli de neutralizar esa situación y evitar ir a una segunda vuelta, donde la tendría realmente complicada ya que todo el electorado se polarizaría entre dos opciones, es introducir un cambio de estrategia tendiente a captar el voto de los moderados e independientes. De lo contrario, podría quedarse con las manos vacías. Sin el pan y son la torta.

El ex motonauta ayer tuvo un gesto que algunos calificaron como una suerte de rebeldía: aceptar debatir frente a Mauricio Macri y Sergio Massa en el canal TN, que pertenece al Grupo Clarín, enemigo declarado de la Casa Rosada. Hay un viejo axioma en la política argentina que dice que aquel que va ganando no debate. Ahora bien, si Scioli -que terminó como el candidato más votado en las Paso- decide romper con esa tradición es porque evidentemente no tiene nada asegurado. Y siente que si no hace nada al respecto corre el riesgo de terminar siendo un jubilado de la política, a los 58 años, luego del 10 de diciembre.

La decisión de Scioli de tomar cierta distancia de Cristina Kirchner –recordemos que el domingo pasado, la presidenta decidió pegar el faltazo en el búnker sciolista- también es una muestra de que la primera mandataria tiene el boleto picado: dejará el poder el 10 de diciembre y su proyecto político ya huele a cala.  Hasta su propio hijo, en su pago chico, y pese a los cientos de millones de pesos que se gastaron en la campaña electoral, sufrió un verdadero papelón al haber festejado un triunfo que no fue tal ya que su fuerza política quedó en segundo lugar en Santa Cruz.

El otro gran escollo que debe sortear el gobernador es Aníbal Fernández, que finalmente le ganó por un estrecho margen al dúo conformando por Julián Domínguez-Fernando Espinoza en el frente para la Victoria. La Morsa ahora será el candidato del oficialismo para suceder a Scioli en las elecciones de octubre. 

Ayer, en la Casa Rosada,  hubo un encuentro entre los contendientes donde, según la versión oficial, fumaron la pipa del paz y se comprometieron a trabajar en un marco de unidad.  Ahora bien, en política, muchas veces hay una notable diferencia entre lo que se dice en los micrófonos y lo que después se hace. La realidad es que la cruenta interna del frente para La Victoria dejó profundas heridas abiertas en Provincia, que difícilmente cicatrizarán antes de las elecciones de octubre.

Los intendentes del Conurbano, entre ellos Espinoza, no solamente recelan de Aníbal, sino también de su compañero de fórmula, Martín Sabbatella, un ex integrante del partido Comunista, reconvertido al kirchnerismo y sindicado como uno de los instrumentos utilizados los sectores ultra K para debilitarlos  mediante el armado de candidaturas por fuera de la estructura del partido Justicialista.
“Cuando está en juego su propia supervivencia, muchos intendentes harán lo que consideran necesario para mantenerse en el poder. Esto incluye mandar a cortar boleta en beneficio de Vidal de cualquier otro candidato. Nadie en su sano juicio va  a trabajar en beneficio de una persona que los quiere destruir”, se le escuchó decir a un importante operador político del Conurbano bonaerense. 

En su propia provincia, Scioli se enfrenta a un escenario donde la candidata más votada, a nivel individual, es de la oposición: María Eugenia Vidal le sacó una diferencia de 640 mil votos a Aníbal Fernández. Esa diferencia sólo se podrá superar en caso de que haya un peronismo unido en la Provincia, algo que parece ser una tarea prácticamente imposible. 

Ante este escenario, Scioli deberá hacer verdaderos malabares para ampliar su caudal de votos teniendo que arrastrar candidaturas que lo tiran para bajo. Al yunque que representa Aníbal Fernández, se le suma Axel Kicillof (candidato a diputado nacional en Capital Federal) y numerosos militantes rentados de La Cámpora, puestos a dedos en la lista, sin ningún tipo de inserción territorial que restan mucho más de lo que pueden sumar.

En definitiva, el gobernador parece estar obligado a tener que remar en un mar de dulce de leche.

Noticias Relacionadas