Una diputada K no supo contestar a quién le compró Ciccone el Estado

La exmontonera Adela Segarra, que se negó a hacerle juicio político a Boudou, votó a favor de la expropiación de la imprenta pero no pudo explicar a quién se le pagó con el dinero público

La diputada nacional kirchnerista Adela Segarra no supo (o no quiso) contestar a quién le compró la exCiccone Calcográfica el Estado argentino, luego de que el Congreso aprobó la expropiación en 2012, para la que la legisladora K votó a favor. La justicia procesó al vicepresidente, Amado Boudou, por “cohecho y negociaciones incompatibles” con su función en la compra de la imprenta que fabrica billetes y fue beneficiada por el gobierno.

Segarra, que es presidenta de la Comisión de Juicio Político que rechazó todos los pedidos para enjuiciar a Boudou (ver página 4), naufragó en un mar de dudas, silencios e incoherencias ante la simple pregunta: “¿Quién era el dueño de Ciccone cuando fue estatizada?”. En la entrevista con un programa radiofónico balbuceó “se decía que estaba bien la estatización” y “se la compramos a una empresa que estaba atravesando una situación crítica económicamente”, por Ciccone, que ya no era más la propietaria.

La diputada, nacida en Mar del Plata, pasó su adolescencia en La Plata. A los 14 años, cuando cursaba en el Colegio Nacional, comenzó a militar en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), una de las organizaciones de base de Montoneros. Su posterior participación activa en la organización guerrillera la llevó a pasar a la clandestinidad en 1976, y luego de la desaparición de su esposo y sus tres primos se exilió en Francia. Volvió a la Argentina en 1981 y se radicó en La Matanza antes de regresar a Mar del Plata, donde comenzó su ascendente carrera política, según consta en la autobiografía oficial que ella presenta en su sitio web. 

Sin embargo, lo que la diputada prefiere borrar de su historia de vida es su relación con Mario Montoto, que fue secretario del jefe montonero Mario Firmenich y ahora es un polémico empresario de la industria bélica y de la seguridad. Montoto pasó de la revolución montonera a hacer negocios con la venta de armamento y la instalación de cámaras de seguridad. Su empresa Codesur es una de las principales proveedoras de los municipios bonaerenses. En el medio, le acercó a Carlos Menem el proyecto de los indultos para los condenados por la violencia de los setenta.

Además, la diputada Segarra crió a las dos hijas de la relación anterior de Montoto con María Inés Raverta, quien fue víctima del Plan Cóndor en 1980, cuando militares argentinos buscaban al líder montonero Roberto Perdía en Perú. Una de ellas es la diputada provincial Fernanda Raverta. 

En su carrera política, Segarra pasó por el duhaldismo al igual que los Kirchner, a quienes la marplatense  del Movimiento Evita se sumó en su proyecto presidencial. Se le atribuye ser la principal asesora sobre el pasado setentista con que el matrimonio patagónico reemplazó sus años de acumulación de propiedades en Santa Cruz.

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